La administración hidráulica gallega está decidida a poner freno a la vulneración sistemática de la normativa sobre vertidos por parte de empresas que, amparadas en la tradicional desidia administrativa en este ámbito, han contribuido a teñir el mapa fluvial del país con 4.590 puntos negros.
Esta vez, el esfuerzo parece que irá muy en serio. De hecho, una unidad trabaja desde principios de este mes en el control de vertidos para detallar las claves del nuevo modelo de gestión para mejorar la calidad de las aguas. Uno de los pilares del proyecto es, precisamente, ese equipo de inspección, que integran 32 agentes del servicio de control de vertidos y una unidad técnica con 24 miembros. Estas 55 personas forman parte de una red de seguimiento que permitirá a Medio Ambiente recibir información en tiempo real de los vertidos, detectar su origen y establecer medidas correctoras.
Como conocedor de algunos de los responsables de este proyecto debo decir que este plan está en muy buenas manos y creo que va a suponer un gran salto cualitativo en la mejora de los ríos gallegos.
Desde aquí, muchos ánimos a todos sus responsables.
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