El Ministerio de Medio Ambiente ha adjudicado a la empresa Wasser un contrato de consultoría y asistencia para el estudio de optimización de los usos del agua en el complejo de la Moncloa. Este estudio se puede enmarcar en el deseo del presidente del gobierno de dar ejemplo en la lucha contra el cambio climático desde el mismo Palacio de la Moncloa. La polémica ha venido por el importe del informe: 145.000 €.
Por su parte, el Parlamento británico quiere convertirse también en símbolo de compromiso con el medio ambiente. Según cuenta El Mundo, un informe, encargado por una comisión parlamentaria y realizado por la firma BDP Sustainability, propone reformas revolucionarias que aprovecharán la fuerza del viento y del agua del Támesis y que convertirán al edificio decimonónico de Charles Barry en la sede parlamentaria más ecológica del planeta.
Los planes prevén el aprovechamiento de dos acuíferos subterráneos. El primero para abastecer de agua potable a los parlamentarios y cortar el pantagruélico consumo de agua mineral (18.720 botellas el año pasado). El segundo para renovar y humedecer el aire del edificio, desmontando el costoso sistema de aire acondicionado del edificio.
El proyecto tiene previsto aprovechar la potencia del agua del Támesis, instalando una especie de central hidroeléctrica a la orilla del río. Serían alrededor de 50 turbinas de tres metros de diámetro que ahorrarían unas 47 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año.