El agua es un derecho básico para sobrevivir y ese debe ser su principal destino. Después puede usarse para que se realicen los derechos de ciudadanía y sólo en última instancia podría servir a la economía. Este es el orden que Pedro Arrojo da al uso del agua sin olvidar que, desde el primer paso, debe ser sostenible.
La Nueva Cultura del Agua es una expresión que resume los planteamientos científicos que, si bien ganaron protagonismo por sus primeras luchas en contra de las grandes obras hidráulicas que planeaba el Plan hidrológico Nacional, ahora quieren devolver el agua limpia a los ríos y a las personas.
Pedro Arrojo afirma que el primer paso para lograrlo es el cambio de mentalidad. La población de todo el mundo tiene que ser igual en lo básico, todos tenemos los mismos derechos. Denuncia, por una parte, que la globalización sólo le otorgue derechos al dinero y por otra que se subvencione el agua para la economía y no para el consumo donde no pueden pagarlo.
El ensayo que Arrojo ha publicado en Palabras del Agua, parte de un dato bien conocido: en el planeta, 1.100 millones de personas carecen de acceso al agua potable. Después lo matiza, “estas personas no mueren de sed, mueren por la contaminación del agua que consumen”. Este es un recurso repartido de manera desigual que además está contaminado.
Además del agua como Derecho Humano, Pedro Arrojo habla del giro que la Directiva Marco del Agua ha dado en el enfoque que se debe dar a su gestión: ya no se contempla como un recurso sino como parte de un ecosistema. Aprobada en el año 2.000, los países de la Unión Europea ven en el año 2015 la fecha límite para modificar sus políticas y cumplir así con esta Directiva. Uno de los objetivos que impone es la recuperación del estado hidrológico de los ríos, y parece que se notan sus efectos, Pedro Arrojo pone el ejemplo del Ebro, menos contaminado que hace 10 años porque la norma europea obliga a depurar el agua que se retorna al río. Sin embargo, lo que parece el cambio hacia una perspectiva ecologista es, según Arrojo, el pragmatismo economicista anglosajón que se ha dado cuenta de no puede maltratar a la gallina de los huevos de oro, es un mal negocio.
Pedro Arrojo ha resumido así, en el Pabellón de la Tribuna del Agua, su ensayo "La nueva cultura del agua y la sostenibilidad ante los nuevos retos que plantea el siglo XXI". Es tajante al afirmar que la crisis del agua, la inequidad y la pobreza sólo pueden solucionarse con una gobernabilidad participativa que garantice el agua y el saneamiento de forma sostenible.