Te despiertas una mañana, pero no te puedes lavar la cara. Tampoco utilizas el inodoro, ni mucho menos puedes tomarte un café (hecho con agua). Por que no hay grifo, ni sanitarios, ni agua corriente por ningún lado.
Probablemente esta situación se dé muy pocas veces en un país como España, en el que un corte de agua puede llegar a ocupar una noticia de importancia menor en cualquier telediario. Mucho más extraño es la ausencia de urinarios en bares, oficinas, viviendas, etc.
Sin embargo, 2.500 millones de personas aún no tienen acceso a un saneamiento básico, y siguiendo esta tendencia, la estimación para 2017 es que esta cifra alcance los 2.700 millones. El acceso al agua se enfrenta a una situación un poco más positiva: en 2012 se dio a conocer un informe en el que los datos señalaban que el 89% de la población mundial ya accedía a fuentes mejoradas de agua potable, superando de este modo la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), situada en el 88%. Pero ¿qué hay del 11% restante? Si la población mundial es de aproximadamente 7.100 millones de personas, más de 780 millones no tienen asegurado el abastecimiento.
Las causas de estas ausencias se deben, en parte, a la falta de infraestructuras, pero también a una mala gestión de los recursos y a la ineficiencia de los estados en la gobernanza del agua.
Hoy, Día Mundial de los Derechos Humanos, el agua y el saneamiento se posicionan como prioritarios a cumplir en la listas. En los mapas de esta entrada, se hace patente la necesidad de instar a los gobiernos a cubrir con urgencia estos derechos, prioritarios en cualquier agenda de desarrollo y sobre todo, fundamentales para la vida.
