El agua y la literatura
El agua es el componente primordial de la materia viva. Su proporción en los organismos vivos va desde el 50% al 90%. La materia básica de las células vivas es el protoplasma y consisten en una disolución en agua de grasas, proteínas, carbohidratos, sales y otros compuestos químicos. Es por esto que el agua actúa como disolvente transportando, combinando y descomponiendo químicamente estas sustancias.
A su vez, la sangre de los animales y la savia de las plantes tienen una gran proporción de agua que sirve a dichos organismos vivos para el transporte de los alimentos y, posteriormente, para realizar el desecho de los desperdicios que resultan de dicho proceso. Además, el papel del agua en la descomposición metabólica de moléculas tan importantes como son las proteínas y los carbohidratos es de suma importancia, proceso que tiene el nombre de hidrólisis y se produce continuamente en las células vivas.
Asimismo, la literatura que es una gran metáfora de la vida realiza la función simbólica de hidrólisis de las palabras, frases, conceptos e ideas, descomponiendo así las proteínas que forman las ideas y los carbohidratos que son los conceptos que maneja todo escritor para crear su obra, haciendo posible que la vida, esa corriente misteriosa, fluya por las páginas de un libro como el agua baja del manantial a los diferentes acuíferos y fluye, mansa o bravíamente, hasta desembocar en el océano como símbolo de la gran biblioteca universal en la que desembocan todas las obras de los distintos géneros y de todas las épocas y autores, en el que las corrientes internas van desplazando, en una marea continua, las corrientes literarias que se suceden, unas tras otras, en un eterno fluir y refluir de las diversas generaciones.
El hombre ha sentido siempre gran fascinación por el agua como elemento artístico y literario, convirtiéndola en inspiración de poemas, relatos y novelas, porque ese indispensable elemento líquido vital, además de ser necesario para la vida, lo mismo que la literatura, por ser la expresión escrita del pensamiento y la capacidad de creación, es necesaria para la vida intelectual del hombre en sociedad para que ésta no esté dominada por la ignorancia y la barbarie. La literatura contiene en sí el germen de la creación artística, pues ésta fluye continuamente, al igual que el agua en manantiales, ríos y arroyos, adoptando la forma de su continente cuando está retenida en una vasija, lo mismo que la idea creativa adopta la forma de expresión de acuerdo a la múltiple variedad de caracteres y talento creador de cada individuo, en una plasticidad absoluta que habla de la capacidad de creación del hombre en sus múltiples formas y variedades que se traducen, en el caso de la literatura, en la sonoridad del verbo, a modo del sonido cristalino del agua en su eterno discurrir o en su grácil caída en una fuente.
La literatura es, pues, el agua que alimenta la vida intelectual del hombre, tan necesaria para su existencia como tal, para elevarlo al nivel de un ser racional y evolucionado desde su origen primigenio de simple animal, como lo es el agua para su vida física, pues ambas son necesarios e insustituibles alimentos para que la vida pueda seguir, incansable, tejiendo sus misteriosas labores hasta su fin..
La vida es el agua/literatura que fluye constantemente, siempre renovada, y el tiempo es el cauce que va definiendo, dirigiendo, explicando y conteniendo aquélla, describiendo en sus orillas, remansos y afluentes, los mil y un accidentes que el fluir de la vida y su reflejo que es el agua/literatura va dejando en el eterno cauce del tiempo a lo largo de su discurrir hacia ese océano sin límites que es la historia de la Humanidad.