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FENACORE

La ecuación energética perfecta

En estas últimas semanas, en las que el conflicto que vive Ucrania se ha recrudecido y acapara, como es lógico, buena parte de los espacios de los medios de comunicación, llevo dando vueltas a una reflexión que me gustaría compartir, ¿por qué no vemos esta crisis como una oportunidad para España?

En lugar de temer por el suministro energético a Europa, deberíamos aprovecharlo para reivindicar nuestro valor como productores

Vaya por delante que en absoluto me alegro de la inestabilidad ajena y menos cuando afecta de lleno a una población civil muchas veces al margen de los conflictos territoriales y políticos. A lo que me refiero es que en lugar de temer por el suministro energético a Europa, deberíamos aprovecharlo para reivindicar nuestro valor como productores y convertirnos en la puerta de entrada de la energía al resto del continente.

Tenemos dos gasoductos que nos conectan con el norte de África, además de siete  plantas de regasificación y dos más en proyecto para las islas Canarias, que hasta ahora funcionan muy por debajo de su capacidad, concretamente en torno a un 30%. Con estas conexiones, ¿qué nos hacía falta? Pues, efectivamente, un lazo más sólido con el resto del continente europeo a través de Francia que permita ampliar nuestra capacidad de transporte para exportar energía a la UE

De acuerdo que los franceses nunca han sido muy colaborativos en este sentido que digamos, alegando que no había una demanda de energía lo suficientemente significativa como para acometer semejante inversión en infraestructuras, pero ahora que el suministro energético a Europa Oriental peligra por la excesiva dependencia de países como Rusia, Bruselas presiona y la cosa está cambiando.

En el Consejo Europeo de octubre del año pasado se hizo un llamamiento expreso para que cada uno de los Estados miembros instale de aquí a 2020 cables eléctricos que permitan transportar a través de sus fronteras y con destino a los países vecinos al menos el 10% de la electricidad que produzcan sus centrales eléctricas. Ya acabamos de pasar del 1% al 2% y en pocos meses podríamos continuar con el incremento de este porcentaje de interconexión.

De hecho, hace tan sólo unos días tuvo lugar la Cumbre sobre la Interconexión Energética, donde con la firma de la declaración de Madrid, España, Francia, Portugal y las instituciones de la UE se han comprometido ya a alcanzar este objetivo, que se financiará con fondos europeos a cargo del plan Juncker.

Esta declaración es un paso más que se suma a la inauguración el pasado mes de febrero de la interconexión eléctrica entre España y Francia, la Línea de Muy Alta Tensión (MAT) que, como adelantó el comisario de Acción por el Clima y Energía, Miguel Arias Cañete, representa “la hoja de ruta”.

Concretamente, con esta línea, que duplica la capacidad de interconexión eléctrica existente entre Francia y España al pasar de 1.400 a 2.800 megavatios, se sentaron las bases de esa unión del sistema energético de la península Ibérica con otros países europeos y aunque, de momento, sólo llegamos al 4% de interconexión con nuestros vecinos, podemos llegar al 15% en 2030.

Hacia la UE, la Unión Energética

Todo sopla a favor para que impulsemos la producción propia de energía y aquí los regantes despejamos la incógnita para resolver la ecuación perfecta

Paralelamente, Francia se ha mostrado también partidaria de la reanudación del proyecto 'Midcat', un gasoducto que unirá Cataluña con el sur de este país y que se paró allá por 2010, por lo que vamos dibujando un contexto que nos lleva hacia un gran mercado común de la energía, hacia la Unión Energética.

Todo sopla a favor para que impulsemos la producción propia de energía y aquí los regantes despejamos la incógnita para resolver la ecuación perfecta. Valiéndonos del agua, la tierra o el viento, nuestros recursos naturales, nos podemos convertir en activos productores de energías renovables, inyectando a la red nacional la electricidad que no utilicemos para autoconsumo fuera de la campaña de riego. Europa está asfaltando el camino para que España dé el paso que le falta e impulse el Net Metering de una vez por todas.

Por otra parte, en la España peninsular tenemos una potencia instalada de más del doble de la que se necesita en hora punta, lo que supone un sobrecoste añadido a los costes fijos (regulados). La potencia instalada peninsular es de 102.000 Gwatios, cuando la máxima demanda horaria en fue de 38.000 GW. Al poder exportar energía a otros países de la UE se podrán reducir los costes regulados, que son los que más nos afectan a los usuarios estacionales de la energía, como es el caso de muchas de nuestras zonas regables. Sin duda, hemos iniciado un buen camino para reducir costes energéticos.

Realmente y como valor añadido, la Unión Europea no tendría tanta dependencia de la importación, sino que bastaría con utilizar adecuadamente unos recursos que ahora mismo están infrautilizados en los países que la constituyen. De hecho, y volviendo al regadío español, a medida que aumente la producción propia disminuirán también los costes fijos,  que son los regulados, que en el caso de los regantes representan más del 60% de la factura, lo que supondrá un claro alivio una situación que nos ha puesto contra las cuerdas.

En el conjunto de la UE podríamos  sacar el máximo partido a nuestros propios recursos para no tener que depender del exterior, para no tener que estar a expensas de los vaivenes caprichosos de otros. No dejemos que decidan por nosotros cuando está en nuestras manos resolver la ecuación energética perfecta; más producción, menos costes, y suministro energético garantizado para todos.