Se supone que en el siglo XXI, los dilemas familiares respecto de las tareas del hogar se centran sobre todo en buscar la forma de ser más eficientes, gastar menos recursos (agua y energía), evitando facturas elevadas, y de paso contribuir a la sostenibilidad del planeta. En el caso particular del lavado de las prendas de vestir, existen un sinnúmero de consejos que permiten nos permiten ahorrar en este sentido, entre ellos: no encender la lavadora con pocas prendas; no abusar con el detergente; limpieza de filtros; ciclos de lavado más cortos; usar agua fría; etc.
Sin embargo, aún existen zonas del planeta en las que el lavado de la ropa aún se lo hace en las orillas de quebradas, ríos, lagos, y otros acuíferos, ya sea porque las familias no cuentan con conexión al servicio público de agua, mientras que en otros casos por tradición, rituales, o por formas de apropiación del espacio público e interacción familiar con las fuentes de agua.
A la fecha, cada vez son menos las ocasiones en las cuales el vecino cuencano o el turista pueden mirar a las “cholas cuencanas” a orillas de los ríos cuencanos
El caso de Cuenca (Ecuador) es uno de ellos, muestra de ello son los múltiples estudios de carácter antropológico, sociológico, y de otros campos de las ciencias sociales, en los que se pone de manifiesto el uso que los ciudadanos han hecho de los ríos, véase así el caso de la tradicional “chola cuencana” (Chola = Dicho de un indio: Que adopta los usos occidentales), quien a lo largo de la historia en compañía de su familia lavaba la ropa en el río Tomebamba, y posterior a ello secaba sus vistosas prendas en las orillas, creando un verdadero espectáculo de colores en el tradicional Barranco cuencano.
No podemos olvidar, que precisamente este tipo de situaciones fueron tomadas en cuenta por la UNESCO, para la Declaratoria de Cuenca como Patrimonio Cultural de la Humanidad (1999), bajo el criterio de que: “La fusión exitosa de las diferentes sociedades y culturas de América Latina se simboliza de manera sorprendente por el diseño y el paisaje urbano de Cuenca”.
A la fecha, cada vez son menos las ocasiones en las cuales el vecino cuencano o el turista pueden mirar a las “cholas cuencanas” a orillas de los ríos cuencanos, sin embargo, la actividad que poco a poco va tomando auge, es el “negocio” del lavado de prendas de vestir que se desarrollo a orillas del Tomebamba, ya no en el tradicional Barranco, sino aguas arriba, en el sector de la Feria Libre.
Temprano en la mañana por las desoladas calles, improvisados carritos de compras pasean abarrotados de prendas guiadas en su mayoría por indígenas del centro del país, quienes han tomado como una actividad lucrativa el lavar por encargo las prendas de vestir de los comerciantes y usuarios del Mercado del Arenal. En este caso, la imagen que conforman las lavanderas ya no es un “espectáculo de colores”, pero si llama la atención que las mujeres realizan su actividad en las frías aguas que bajan directamente de las lagunas de El Cajas, mientras los hombres y los niños se bañan dándoles compañía.
En mi opinión, una ciudad como Cuenca es un referente en relación con el manejo del agua, por lo que a veces me cuestiono sí escribir sobre temas relacionados con los recursos hídricos en esta zona tiene mérito, ya que tan sólo hace falta pasear por sus calles o a orilla de sus ríos para descubrir interesantes historias, tradiciones y actividades.