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Nitratos en el agua subterránea: Cuatro años más de control y la contaminación no remite

Sobre el blog

Conoce la CHE y la gestión del agua
Compilación de los artículos técnicos de los expertos de la Confederación Hidrográfica del Ebro publicados en su Boletín mensual.
  • Nitratos agua subterránea: Cuatro años más control y contaminación no remite
  • Artículo de Javier San Román Saldaña. Jefe del Área de Calidad de las Aguas de la Confederación Hidrográfica del Ebro.

La contaminación del agua por nitratos es uno de los típicos problemas del primer mundo, y es consecuencia del uso generalizado de abonos inorgánicos.

Se empezó a detectar en los años 70 en el agua subterránea, y ahora está afectando a ríos, lagos y embalses. La proliferación de granjas también está contribuyendo a este problema, existiendo zonas donde no hay cultivos suficientes para aplicar los purines.

Si los abonos se aplican antes de tiempo -cuando las plantas todavía no pueden absorberlos-, o en exceso, o en situaciones de lluvias importantes, acaban infiltrándose en el terreno y alcanzando los acuíferos. Allí, el lento fluir del agua subterránea, los acabará incorporando a ríos o humedales.

Un primer efecto es el de la proliferación de vegetación, tanto dentro del cauce como en las márgenes: al fin y al cabo el agua está “abonada”. Llevamos años asustados por el crecimiento de los macrófitos (plantas acuáticas) en el tramo bajo y medio del Ebro, así como en sus principales afluentes. Estas plantas obstruyen tomas de agua y son el hábitat ideal para que la molesta mosca negra ponga sus huevos, con los problemas sanitarios que sus mordeduras implican en la población.

En las márgenes crece desmesuradamente el bosque de ribera, muchas veces con especies propias de cultivos agrícolas, lo que unido a la reducción de crecidas que hemos provocado con los embalses, dibuja unos cauces excesivamente ocupados por vegetación y, a veces, con problemas para dejar pasar las avenidas.

Si un río con alta concentración de nutrientes es embalsado, como ocurre en el tramo medio-bajo del Ebro, empieza otra cadena de problemas ligados al crecimiento brutal de algas, que genéricamente se denominan eutrofización. En profundidad, el oxígeno disuelto es rápidamente consumido, y el ambiente reductor moviliza ciertos elementos como el hierro y el manganeso, que tiñen las aguas de los abastecimientos.

En el verano son frecuentes episodios en los que el agua del embalse se vuelve verde (a veces fosforito) por la proliferación, o bloom, de algas cianofíceas. Algunas de estas algas microscópicas pueden contener toxinas, como las famosas microcistinas, y provocar intoxicaciones masivas tanto por contacto (aguas de baño) como por ingesta (abastecimiento).

Desde el año 1991 una Directiva europea se preocupa de toda esta problemática. Fija en 50 miligramos por litro el umbral para determinar si un agua, ya sea subterránea o superficial, está afectada. En esos casos, las Comunidades Autónomas deben aprobar y hacer cumplir -en unas áreas más amplias denominadas “Zonas Vulnerables”-, unos planes de acción específicos, con el objetivo de revertir la situación. Este trabajo debe revisarse cada cuatro años.

 

Para controlar la presencia y evolución del contenido en nitratos de las aguas subterráneas, la Confederación Hidrográfica del Ebro lleva a cabo, desde el año 1993, muestreos y analíticas de agua de manantiales, pozos y piezómetros localizados a lo largo de toda la cuenca del Ebro. Esta red, que ha ido creciendo desde los 135 puntos iniciales, está actualmente compuesta por más de 500, y es operada tanto por la Confederación como por las Comunidades autónomas; en total son más de 1200 analíticas anuales. Los resultados se pueden consultar y descargar a través de una aplicación web alojada en la página de internet.

La identificación de las aguas afectadas se realiza cada cuatro años. El último informe de determinación se ha realizado este año 2016, con datos correspondientes al periodo 2012-2015.

La contaminación por nitratos de origen agrario es unos de los mayores problemas que afectan actualmente a las aguas subterráneas de la cuenca del Ebro. De las 105 masas de agua subterránea definidas, 36 presentan problemas de contaminación por nitratos de origen agrario y 24 de ellas se han declarado en mal estado por este contaminante.

Como en casi todos los problemas, lo mejor que se puede hacer es prevenir. Hay que continuar concienciando a los agricultores y ganaderos para que hagan un correcto uso de los abonos, lo que además les repercutirá en un ahorro económico.

También existen posibles medidas paliativas, como la creación de filtros verdes y humedales, que en algunos casos, y con un adecuado mantenimiento, pueden evitar o reducir esta contaminación difusa en los ríos.

En aquellas zonas con una alta presión ganadera, la clave es la búsqueda de sistemas de gestión de las deyecciones ganaderas que se adapten a las circunstancias de cada territorio.

A pesar de todos los esfuerzos que se han llevado a cabo por parte de agricultores, ganaderos y administraciones a lo largo de estos últimos 20 años, aun queda mucho trabajo por hacer para invertir las tendencias, y alcanzar los objetivos medioambientales que la Directiva Marco del Agua establece para todas las masas de agua superficiales y subterráneas. Es necesario continuar trabajando de manera conjunta con todos los agentes implicados, e ir dando los pasos necesarios con el objetivo final de conseguir el “vertido cero”, tal como se les está exigiendo a muchas industrias en la actualidad.

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