En el año 2013 concluyó el denominado “Año Internacional de la Cooperación en la Esfera del Agua” declarado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante el cual se invitó a los países a promover acciones que permitieran alcanzar los objetivos relacionados con las metas universales en materia de acceso al agua y al saneamiento convenidos internacionalmente. Este tipo de declaratorias se realizan desde 1959 con el fin de colocar el tema del agua en la reflexión pública, y alentar a la acción internacional para el abordaje de cuestiones de importancia mundial en esa materia.
El agua es un tema transversal y trastoca todas las agendas de desarrollo humano
Al elegir este tema de la Cooperación en la Esfera del Agua, la comunidad internacional reconoció la importancia de la gestión pacífica y sostenible de los recursos hídricos, así como la resolución de los retos que ello conlleva, en un ambiente de confianza, colaboración y respeto mutuo entre los usuarios de este vital recurso.
El agua es un tema transversal y trastoca todas las agendas de desarrollo humano: no hay seguridad alimentaria sin agua; así como tampoco hay salud pública, crecimiento económico, desarrollo sustentable, conservación ambiental, o seguridad pública, sin este recurso. De ahí su importancia no sólo para que este tema sea discutido desde las instituciones responsables, sino mediante el diálogo y la colaboración con todos los actores políticos y sociales, así como con los tomadores de decisiones.
Este tema de la cooperación también nos refirió a las cuencas hidrológicas compartidas. En el planeta hay alrededor de 263 cuencas que comparten dos o más países y que representan 60% del agua dulce, y el 40% de la población. Además, aproximadamente 33 países poseen 95 por ciento de su territorio en estas cuencas llamadas compartidas, transfronterizas o internacionales.
En América Latina se encuentran 60 cuencas y numerosos acuíferos que son compartidos por dos o más naciones; se estima que alrededor de 71 por ciento del caudal superficial total de América Latina y del Caribe corresponde a cuencas compartidas, abarcando 55 por ciento de su superficie. En América del Sur las cuencas internacionales representan 75 por ciento del caudal total, cifra que en América Central y México alcanza 24 por ciento. En el caso de México mantenemos convenios de cooperación con nuestros vecinos de Estados Unidos de Norteamérica y Guatemala, por los acuíferos que nuestros territorios comparten.
El Estado de Michoacán no se encuentra exento de ello, toda vez que la Cuenca del Río Lerma se gestiona en conjunto con los estados de Guanajuato y Querétaro; así como la del Río Balsas, con México, Guerrero y Morelos.
Para este 2014, las agencias de la ONU involucradas en la agenda del agua, ya se encuentran con los preparativos para lanzar lo que será el año de las “Alianzas para mejorar el acceso, la eficiencia y la sostenibilidad del agua y la energía”. Y en el 2015 será el año en el que se concluye el “Decenio Internacional de Agua Fuente para la Vida”, para lo cual seguramente se revisarán los avances alcanzados en lo que refiera a las Metas del Desarrollo del Milenio (ODM’s) en agua y saneamiento, y una piedra angular de ello será sin duda la voluntad de la cooperación.
Alcanzar las metas de coberturas universales de acceso al agua para todo ser humano; mantener el equilibrio en cuanto a la explotación de este recurso sin poner en peligro al medio ambiente; así como acceder a las mejores prácticas y soluciones tecnológicas innovadoras, y nuevas fuentes de financiamiento, requerirá de modo ineludible no sólo de un 2013 de cooperación, sino de una práctica constante entre las naciones, los Estados y las comunidades.
En un contexto de crisis económica y políticas de recorte, la cooperación amistosa y pacífica en materia de agua emerge como un seguro accesible para conservar nuestros recursos para la posteridad.