Hay tres desigualdades en las que venimos trabajando en ONGAWA desde hace tiempo:
- Agua: Mientras que en los países desarrollados tenemos agua con sólo abrir el grifo, todavía 748 millones de personas no tienen garantizado el acceso a este recurso.
- Energía: Mientras aquí realizamos un consumo de energía en muchas ocasiones excesivo, 1.300 millones de personas no tienen acceso a la electricidad.
- Cambio climático: sus efectos se sufrirán especialmente en los países del Sur donde no cuentan con los recursos necesarios para adaptarse a estos impactos negativos.
Y estas tres desigualdades están íntimamente interconectadas.
El agua y la energía se necesitan mutuamente: la producción energética representa casi el 15% del consumo mundial de agua y el 8% de la energía mundial se destina al bombeo, tratamiento y transporte de agua.
Algunos de los efectos del cambio climático –desertificación, retroceso de los glaciares, efectos metereológicos extremos, etc.- tendrán graves consecuencias sobre el acceso al agua. Las predicciones muestran que, de seguir así, hasta el 50% de la población mundial vivirá en zonas con escasez de agua a finales del s. XXI.
Cierro el círculo con los vínculos entre energía y cambio climático, destacando uno muy conocido pero no por ello menos relevante: dos tercios de las emisiones de CO2, que son las que están cambiando principalmente el clima, están relacionadas con la producción y consumo de energía.