Con motivo de unas reflexiones sobre el agua residual en España, el compañero Francisco Escribano Romero me ha abierto los ojos sobre una actividad a la que muy poca gente presta atención.
Me ha pasado como aquella persona que se quejaba de su situación y de lo poco que tenía para satisfacer su hambre, pues solo disponía de unos frutos secos de los que iba tirando sus cáscaras. Más, al volverse, vio a otro que iba recogiendo las cáscaras que él tiraba para su sustento.
Tanto quejarme de que el trabajo en las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) era desconocida para la opinión pública y muy poco valorada por los responsables políticos y no me he dado cuenta que hay una actividad mucho más olvidada: El control de los vertidos a las redes de saneamiento.
Son los CSI del agua residual. Su labor sistemática, su celo profesional y su perspicacia hace que muchas EDAR funcionen y no se vean sometidas a vertidos tóxicos o peligrosos.
Muchas veces, incluso, poniendo en riesgo su integridad profesional por la fuerte presión social a la que se enfrentan por denunciar determinados vertidos que realizan industrias o actividades fundamentales para la economía del municipio.
Desde aquí mi reconocimiento a su trabajo y mi compromiso de recoger, en el futuro, que una partida importante de los costes de la gestión de una EDAR serán los costes asociados al control de vertidos a las redes de saneamiento.
Valor, admiración y respeto.
