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Con la m... al cuello

Sobre el blog

Jorge Chamorro
Ingeniero especialista en tratamiento y depuración de aguas y en desalación.
  • m... al cuello

Mentiría si dijera que la vez que me encontré mas hundido en el fango fue aquella vez, en el año 1985, vaciando el digestor-gasómetro de la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) Sur, en Madrid.

A lo largo de mi vida profesional he vivido, en despachos y estancias aparentemente muy limpias, situaciones en las que el fango no solo me llegaba al cuello sino que casi me ahoga.


Por suerte para mi, he podido soslayar y esquivar situaciones comprometidas para mi ética profesional. También diré que ha sido a costa de renunciar a “éxitos” que, aparentemente, eran una progresión en mi carrera profesional. Algo, por cierto, que le ha pasado a muchos de los colegas que he ido conociendo en esta hermosa profesión.

A la vista de los últimos acontecimientos acaecidos en el mundo del agua no me quejo. Siempre he sabido que, a la sombra de la construcción de infraestructuras y, especialmente, de las concesiones administrativas de servicios, se movían intereses económicos ajenos a sus fines. Dejemos que la justicia se encargue de ellos.

Con la perspectiva que me dan los años, he ido detectando riesgos más o menos ocultos que me han acechado en mi trabajo y de los que he tomado conciencia, en algunos casos, a toro pasado.

Recuerdo una conversación, hace muchos años, con un colega, sobre el coste de los servicios de operación y mantenimiento (O&M) de EDAR. En aquella época, ambos militábamos en una empresa de aguas de primer nivel que conocía, por realizarlos directamente, los costes reales necesarios para realizar una O&M de una buen a calidad.

El defendía, con bastante vehemencia (la misma que tenía yo en mi planteamiento), que si una empresa privada pedía, por realizar un determinado servicio, una remuneración claramente insuficiente (recordad que sabíamos los costes de una buena gestión) no debería de haber ningún problema en que la llevara a cabo. Bastaría con que se le exigiese las prestaciones del contrato para asegurar la calidad del servicio.

Mi punto de vista era, y sigue siendo, otro: no conozco ninguna empresa privada que no busca obtener beneficios económicos. Si parte de una situación de pérdidas, la empresa hará todo lo posible por revertir la situación aún a costa, de la calidad del servicio, que se verá seriamente comprometida.

Pasado el tiempo, mi colega llegó a ser un directivo en una empresa y aplicó a rajatabla su creencia. Al cabo de los años, el estado de sus infraestructuras era la comidilla del sector.

Historias aparte, si me gustaría señalar el riesgo que corremos los técnicos al permitir, sin dejar constancia fehaciente de nuestra disconformidad, que los recursos económicos destinados a la O&M de EDAR sean, cada año, menor que el anterior.

Será difícil explicar, aunque el mercado tenga esa tendencia, que se ha invertido cada año menos en una instalación y que esto no es la causa del deterioro de los equipos  que la conforman.

Cada vez será más complicado ocultar reposiciones de equipos mal mantenidos mediante proyectos de ampliación de las instalaciones que llevan en servicio menos de quince años.