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El agua molesta y la fatalidad de las cosas

Sobre el blog

Lorenzo Correa
Webmaster en futurodelagua.com Practitioner PNL. Master en Coaching con PNL. Executive & Life Coach.

La religión, la sociedad, la naturaleza, esas son las tres luchas del hombre. Esas tres luchas constituyen al mismo tiempo sus tres necesidades; necesita creer y erige el templo; necesita crear y funda la ciudad; necesita vivir y empuña el arado o maneja una nave.

Pero esas tres soluciones entrañan tres guerras, y originan también las dificultades de la vida. El hombre tiene que salvar el obstáculo que en ellas le sale al paso en forma de superstición, en forma de prejuicio y en forma de elemento. Una triple fatalidad pesa sobre nosotros: la fatalidad de los dogmas, la fatalidad de las leyes y la fatalidad de las cosas.

En Nuestra Señora de París, el autor ha denunciado la primera; en Los Miserables, ha señalado la segunda; en este libro se propone indicar la tercera.

A esas tres fatalidades que envuelven al hombre se mezcla la fatalidad interior, la fatalidad suprema, el corazón humano.

Víctor Hugo. Prólogo de “Los trabajadores del mar”

Deliciosa metáfora continuada la contenida en el post de Blanca Jiménez Cisneros

Su alegoría del agua molesta (¿ o que molesta?), su idea de atribución de un atributo concreto al agua, al señalarnos como culpables a los seres humanos de ese estado de ánimo tan poco confortable, me ha hecho recordar las maravillosas palabras contenidas en el prólogo del libro que encabeza esta nota. Blanca nos invita a volver la vista atrás y ver al agua viviendo feliz en aquella Arcadia imaginada de Walt Disney, en aquella naturaleza emotiva vehemente del estado prístino del paraíso terrenal.

El agua… ¿es sujeto u objeto?

Endulzado por la lectura, me acuerdo de Víctor Hugo, para compensar. Él también nos invita a mirar por el retrovisor, pero su visión de la naturaleza ya no es tan bucólica porque, escribe, es “una lucha del hombre” (lucha es femenino), que “necesita para vivir”, que “constituye una necesidad” y…”un obstáculo en forma de elemento”…”la fatalidad de las cosas”. Y es que los seres humanos “necesitamos vivir”.

Agradeciendo a Blanca su positiva aportación, que me ha desencadenado la necesidad de escribir a mí, me pongo a escribir yo una vez más sobre los atributos de las cosas porque, aunque Blanca la humanice con tan buenas intenciones, el agua… ¿es sujeto u objeto?

Para muchos, es un objeto que molesta y un sujeto que se molesta pero, según nos cuenta Blanca, podemos imaginar que antes, en los viejos tiempos del estado prístino, era un “sujeto”, se esperaba algo de ella, se la esperaba, se sabía de su existencia en otra parte (lejos de casa cuando se la necesitaba) y se quería traerla allí, se quería poseerla para dialogar, comunicar y gozar de su presencia feraz. Antes de llegar a casa, estaba su promesa y al llegar, sobre ella o de ella misma, dimanaría el aura de sus dádivas, de sus posibilidades incalculables. Y la convertimos en objeto de necesidad para mejorar nuestras condiciones de vida.

Y comenzaron las molestias, porque en la vida no todo son dádivas, (dar y recibir son dos caras de la misma moneda). Traerla a casa (recibirla), supone “molestias” y sacarla de allí, todavía más. La tenemos en las casas de los “ricos” y seguimos trabajando para que llegue a todas las casas, luchando contra los elementos contra la “Ananké”, madre de las Moiras y de Adrastea, encarnación del destino, diosa de la necesidad. Necesitamos vivir y la vida no es más que la representación eterna de esa lucha contra los elementos, leit motiv de la epopeya de Gilliat en el libro de V.H. antes citado. ¿Qué podemos hacer para cambiar ese estado de ánimo tan preocupante del agua cuando nos acompaña en casa, para evitar que nos y se moleste, como ahora, cuando mañana llegue a las casas a las que todavía no llegó? ¿y para que se vaya cuando no la queramos en su ingobernable abundancia? Ella se amolda a cualquier recipiente, leamos de nuevo a V.H.: El agua es dócil, porque es incompresible. Se desliza bajo cualquier presión o esfuerzo. Si se la empuja por un lado, se desliza por el otro. Así se hace ola y en esta conversión consiste su libertad.

Libertad, es el concepto que para mí mejor define al agua sujeto-objeto. ¿Qué hacer?

Seducirla en esa libertad, iniciando una conversación con el agua sujeto para que compruebe que lo que hacemos con ella parte de una necesidad elemental por nuestra parte, la necesidad de vivir, su objetivación y nuestra humanización..

Decirle que muy a menudo, hacemos las cosas mal, claro, pero que al ser cada vez más conscientes de ello, estamos cada vez más dispuestos a cambiar nuestras conductas para demostrarle el respeto patrimonial que se merece. Porque sin ella no podemos vivir.

Que la entubamos para verla bien antes de usarla, para tratarla bien antes de devolverla al medio, para oírla llegar y marcharse, porque cualquier cosa que hagamos con ella, deteriora inevitablemente su calidad o reduce su presencia en el medio del que la extraemos, seamos pobres o ricos.

Que la embalsamos para que cuando se siente muy molesta y se agita tanto que al perder los nervios nos hace daño porque quiere recuperar su libertad, podamos calmarla en un vaso tranquilizador que la remanse hasta que se tranquilice (a ese vaso algunos le llaman presa de embalse). Para evitar que al enfermarse, nos enferme. Para ello, debemos destinar presupuestos importantes que garanticen su correcto tratamiento. Y definir de donde va a salir el dinero, porque sin dinero, siendo tantos como somos, ni podemos calmarla ni evitar que nos altere a nosotros. Leo hoy que desde la administración del agua se informa que el estado no tiene dinero para pagar los programas de medidas necesarias para cumplir la directiva marco del agua. Sabido era, con esta planificación sin atributos que solo permite que la noria siga dando vueltas. El problema es que mientras que no se defina con la máxima exactitud cuánto cuesta lograrlo, quien paga y como se reparten solidariamente las cargas económicas, los más pobres seguirán sufriendo las molestias de no tener una solución adecuada que respete su libertad y la nuestra.

Comienza una nueva representación cuyo nudo serán las grandes resoluciones a adoptar en el campo de la gestión hídrica

Ojalá sirva para ello ese foro coreano del año que viene, para seducirla, para hablar con ella, para escucharla, o sea para escucharnos.

Más cerca que Corea (mirando desde mi casa), en Barcelona se prepara otro foro para dialogar con y sobre el agua. Aquí también se la ve molesta y a algunos les molesta. Durante el mes de marzo del próximo año, la Asociación Catalana de Amigos del Agua ha organizado el primer Congreso del Agua en Cataluña, evento en el cual se pretende abordar la gestión hídrica desde una perspectiva holística, transversal y enriquecedora, aprovechando las enseñanzas del pasado, las interpretaciones del presente y la prospección del futuro en una comunidad hídrica como la catalana en la que, a su escala, se dan todas las condiciones de partida para garantizar que la extrapolación de las conclusiones será de utilidad para cualquier otra comunidad.

Hidropolítica, gestión eficiente, nuevas culturas del agua… son mensajes cada vez más presentes en la vida cotidiana que hacen tambalear la habitual seguridad de disciplinas tan particulares como esta. Visiones filosóficas que comienzan a ser habitualmente abordadas por los medios de comunicación que proyectan a la sociedad el eco de preguntas que no obtienen respuestas satisfactorias. Síntoma de profunda crisis cultural, antesala de un gran giro sobre la comprensión de la visión del agua del siglo XXI.

Algunos se sienten molestos con el agua, dice Blanca. Habrá que seducirles también, argumentando con donaire que administrar bien el agua es la clave para que no nos moleste más de la cuenta: que no es “escasa y cara”, sino que es costosa y debemos confiar en ella, para que ella confíe en nosotros.

Se abre el telón y comienza una nueva representación cuyo nudo serán las grandes resoluciones a adoptar en el campo de la gestión hídrica. Su desenlace, modificará inevitablemente las condiciones de toda una generación de expertos y del conjunto de las disciplinas a través de las cuales orientamos nuestras distintas actividades en la gestión del agua.

Espero con ganas las conclusiones de los foros, a ver qué dice y como se siente el agua a la salida. Porque por algún lado saldrá, seguro,