El crecimiento exponencial de la demografía planetaria ha desencadenado en los últimos años, incertidumbres respecto a la satisfacción de las necesidades básicas de las comunidades, así como también de la capacidad planetaria para sobrellevar esta situación alarmante. Las sociedades actuales ya comienzan a afrontar muchos desafíos globales que afectan de manera directa, los estilos de vida de las poblaciones.
De acuerdo a los datos oficiales de la Organización de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA, 2012), para el año 2050, la población mundial alcanzará unos 9.000 millones de habitantes, lo cual compromete de una forma segura, la seguridad alimentaria e hídrica a nivel global.
La cantidad de agua necesaria para la agricultura aumentará entre un 70% y un 90% de ahora al año 2050
Si se siguen manteniendo las mismas prácticas agrícolas, la urbanización creciente y los regímenes alimentarios actuales; la cantidad de agua necesaria para la agricultura (en términos de evapotranspiración potencial, que es actualmente de 7.130 km3 de agua) aumentará entre un 70% y un 90% de ahora al año 2050.
Por otra parte, los efectos negativos del cambio climático, comprometen con acentuar los periodos de sequias e inundaciones, las cuales solamente en el continente africano, podrían reducir la producción agrícola entre un 15% y un 30%.
Según datos oficiales de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2012) en la actualidad, más de 870 millones de personas en el mundo sufren de hambre, afectado de una forma directa su calidad de vida y el desarrollo de sus comunidades, siendo estas más vulnerables a los efectos adversos del clima y la pobreza.
Debido a esto, desde el año 2000, la ONU lleva a cabo el Programa de esfuerzos en conjunto para luchar y mitigar los efectos de problemas directos para las poblaciones y el ambiente en general, contemplando temas como: educación, salud, sustentabilidad y pobreza. Son los llamados Objetivos del Milenio, los cuales pretenden el cumplimiento de ciertas metas y lineamientos que comprometan la mejora de la calidad de vida de las comunidades en ámbito social y ambiental.
La pregunta que nos debemos hacer ahora, es ¿cómo podremos entonces, asegurar una seguridad alimentaria e hídrica para todos? La solución está a la vista, sin embargo, como sucede con el resto de las problemáticas globales, representa un reto más para la sociedad actual.
Conforme al Informe “Un enfoque ecosistémico para el agua y la seguridad alimentaria” publicado por el PNUMA y el Instituto Internacional de Gestión del Agua (IWMI) en el año 2011, el objetivo fundamental es asegurar la sustentabilidad de los recursos naturales para poder afrontar los futuros retos alimenticios e hídricos. El documento afirma que actualmente 1.600 millones de personas viven en zonas ya afectadas por la carencia de agua y que si nada cambia, esa cifra pronto podría alcanzar los 2.000 millones.
Para revertir esta situación, el informe propone el establecimiento de agroecosistemas, que busquen un balance entre la ecología y la agricultura que permitan aumentar la productividad agrícola, preservar el agua y la protección de los ecosistemas.
Las políticas basadas en la conservación y sustentabilidad de los recursos, como el agua y los alimentos, tiende a ser prioritario en todas las naciones
De igual forma, la creación y consolidación a nivel internacional, nacional y local de políticas holísticas donde se fomente la conservación de los recursos naturales, los cuales permitirán la producción agrícola sustentable y la preservación del agua. Esto, podría permitir una mejor adaptación para las comunidades más vulnerables al cambio climático y al mismo tiempo, podría mejorar las condiciones de vida de estas personas.
El establecimiento de políticas basadas en la conservación y sustentabilidad de los recursos, entre ellos, el agua y los alimentos, tiende a ser prioritario en todas las naciones. De hecho, como uno de los principales objetivos del Año Internacional de la Cooperación en la Esfera de Agua 2013, insta a los líderes a poner el tema del agua en el centro de las agendas, teniéndola como una base para establecer vínculos más fuertes entre las naciones, los Estados y las comunidades.
La seguridad hídrica y la seguridad alimentaria, deben ser considerados como dos pilares importantísimos para la erradicación de la pobreza y el hambre a nivel mundial, por ende, del desarrollo de las comunidades y de las naciones. Por esta razón, los gobiernos del mundo deben poner las cartas en el asunto para establecer compromisos en relación al derecho humano al agua potable, saneamiento y mejora de la calidad de vida en general.