En Perú, como en la mayoría de países, tenemos dos panoramas frente al tratamiento de agua residual. Las aguas residuales domésticas o industriales que van al alcantarillado, y, las aguas residuales que debe tratar cada empresa privada o pública, bajo su responsabilidad y cumpliendo los estándares indicados por la ley nacional.
En momentos en que el fenómeno del niño está golpeando todo el país y nos demuestra lo vulnerables que estamos frente a estas situaciones por la falta de medidas de prevención; momentos en que nos encentramos en la búsqueda de soluciones frente a la escasez de agua potable, no debemos olvidar la problemática que enfrente el país en el tema del tratamiento de aguas residuales domésticas e industriales.
Esta problemática es mundial y según información oficial de la ONU, el 80 % de las aguas residuales mundiales no se descontaminan antes de su vertimiento o rehúso, lo que ocasiona, no sólo la contaminación de la flora y fauna, sino, enfermedades y muertes prematuras que cuestan anualmente varios cientos de miles de millones al PBI del planeta, pero, por un momento, veamos como va el tema en Perú.
Las entidades reguladoras en Perú, encargadas de supervisar el cumplimiento de los decretos supremos relacionados al tratamiento de agua residual, por ejemplo, la OS090, la OS037, además de, el cumplimiento de los Límites Máximos Permisibles y de los valores de ECA a los que se compromete cada empresa privada o pública, cuando solicita un permiso para -según el ECA que desea alcanzar- realizar vertimiento, riego o rehúso del agua efluente; cumplen con su trabajo de forma exhaustiva, pero, la obligación de cumplir con estas normativas no debería sólo responder al hecho de evitar una multa, sino, a una concientización y respeto por el medio ambiente.
Aunque existen entes reguladores, el principal problema en Perú es la falta de conocimiento sobre la problemática ambiental que genera el agua residual no tratada
Encontramos a lo largo del país, N plantas de tratamiento de agua residual que no funcionan de forma correcta; que han sido sobre dimensionadas y que no son eficientes; que cuentan con una tecnología no recomendada para el clima en el que han sido instaladas; que son módulos importados que no necesariamente tienen que funcionar en la realidad peruana; y, así, podríamos enumerar muchas situaciones que, donde aparentemente el interés económico de la empresa privada o la falta de profesionalismo de las empresas instaladoras, hace que existan plantas abandonadas, o, peor aún, usadas pero cuya agua termina en un río o laguna, sin ningún tipo de fiscalización.
Esto hace que las empresas reguladoras tengan que estar a la caza de estas situaciones y no puedan centrar todo su potencial en generar mejoras o concienciar a la población. En un tema tan delicado como este, que está vinculado a la salud pública, sostenibilidad y protección del medio ambiente, ya es hora de que tanto entidades públicas como privadas tengan un mismo discurso y trabajen en conjunto para reducir los riesgos que genera -para todo el país- el agua residual cruda.
Esperamos que el panorama cambie, y que pronto, en Perú, entendamos que todos debemos cuidar el medio ambiente; desde un restaurante familiar hasta una empresa extractora de minerales, y no sólo nos quedemos a la espera de que el gobierno solucione todo lo relacionado al tratamiento de agua residual doméstica o industrial. Trabajando de micro a macro, podemos generar cambios significativos que al final nos beneficiarán a todos.
Imágenes: Diario El Correo