Históricamente, el desarrollo tecnológico en el sector del agua se puede definir cómo “lento”, nada comparable con otros sectores como el energético.
Los mayores avances tecnológicos del sector se producían principalmente en el ámbito de la mecánica, materiales y también en el diseño hidráulico y eléctrico de los equipos. Los esfuerzos de los principales fabricantes estaban enfocados en conseguir que los equipos fueran robustos y duraderos por encima de otros factores, sin preocuparse demasiado por los equipos periféricos o el funcionamiento general del sistema, que por lo general dejaban en manos de otros.
Pero, afortunadamente, la situación cambió y como sucedió en otros muchos sectores, en los años noventa la mecánica empezó a verse obligada a compartir el protagonismo con la electrónica de control, software, instrumentación y sistemas de comunicación; y fueron los propios fabricantes de equipos como Grundfos los que tuvieron un papel protagonista, impulsando este cambio. Simplemente se dieron cuenta de que, para poder mejorar la eficiencia de la bomba, era imprescindible focalizarse en el control de la “aplicación”, aunque el corazón del sistema siguiera siendo la bomba hidráulica.
En Grundfos comprendimos que el futuro pasaba por entender la bomba como parte de un sistema más complejo, donde la combinación de la mecánica de la bomba con la electrónica del sistema de control fuera capaz de llevar el funcionamiento de la aplicación a niveles de eficiencia muy superiores. En este nuevo escenario, dentro del sector aparece un hueco, el del proveedor de sistemas de control, que antes no existía y que, desde nuestro punto de vista, debería ser el propio fabricante de bombas el que lo ocupase.
"No solo se trata de mover agua, sino de hacerlo de la forma más eficiente y poniendo el foco en los problemas reales de los clientes"
Entonces, visto desde esta perspectiva, el papel del fabricante de bombas es fundamental para acelerar el desarrollo del sector. Los sistemas hidráulicos son muy particulares y la diferencia entre un sistema bueno o excelente no está solo en la bomba: se encuentra en los detalles del funcionamiento. Por esa razón, el desarrollo del sistema de control requiere principalmente de experiencia. Se trata de conocer profundamente la bomba hidráulica, sus posibilidades y sus límites, además de estar familiarizados con los problemas que existen en cada aplicación particular. El objetivo es conseguir desarrollar sistemas de control que consigan exprimir al máximo la bomba sin sobrepasar sus límites, y solventando los problemas que se puedan producir.
El control del agua es fundamental para conseguir los objetivos en la gestión de todo sistema hidráulico; es decir, un control adecuado minimizará problemas y reducirá costes que se traducirá en menos mantenimientos correctivos y ahorros de energía, agua y horas de trabajo.
La estrategia de Grundfos, como uno de los fabricantes que tradicionalmente ha liderado el avance del sector del agua, pasa por dar más peso a los sistemas inteligentes frente a las bombas tradicionales. Pasamos de un enfoque en bombas puramente electromecánicas a bombas con inteligencia integrada o externa. Es decir, bombas que integran el control, protección, sistema de arranque y software específico. Esas bombas inteligentes tendrán la capacidad de conectarse con otras bombas, sistemas o equipos electromecánicos (válvulas, instrumentación, etc.) en lo que podemos llamar "solución" o "aplicación", y que funcionará como un todo. Lo que realmente hace importante este enfoque es que el control del sistema estará diseñado por el propio fabricante de la bomba basándose en su conocimiento del equipo y en la experiencia en las distintas aplicaciones: el factor que marca la diferencia es el “saber que programar”.
Grundfos como fabricante lo sabe. No solo se trata de mover agua, sino de hacerlo de la forma más eficiente posible, poniendo el foco en los problemas reales de nuestros clientes, tratando de reducir los imprevistos a la vez que simplificamos la operación del sistema completo.