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Cambio climático: El aumento de la masa forestal reduce el caudal de agua en los ríos

Sobre el blog

Xavi Duran Ramírez
Responsable de prensa en la Agencia Catalana del Agua (ACA). Doctorando en Periodismo y Comunicación. Máster en Dirección de Comunicación Institucional y Empresarial.
  • Cambio climático: aumento masa forestal reduce caudal agua ríos

De una manera simple y sin entrar en detalles, siempre concebimos el cambio climático como un fenómeno que está provocando el descenso brusco del régimen de lluvias, el aumento de las temperaturas, la multiplicación de fenómenos extremos (sequías más largas, lluvias torrenciales de menor intensidad), así como también el incremento de las zonas desérticas (el sur de España es una de las zonas con mayor riesgo).

Este aumento de la superficie desértica contrasta de un modo paradójico con el aumento de zona boscosas en las partes altas de las montañas, superficies que antaño estaban cubiertas la mayor parte del tiempo de hielo y nieve y que en los últimos años han visto como este elemento ha hecho menos acto de presencia. Así, lo que antes eran matorrales ahora empiezan a ser sustituidos por árboles.

Lo que aparentemente parece una buena noticia, en realidad no lo es. Consultando un detallado y exhaustivo estudio de varios investigadores sobre la influencia de las masas boscosas en el régimen hídrico de una cuenca semiárida en Chile, podemos comprobar que el aumento de vegetación retiene más agua y esto reduce el caudal de agua de los ríos. En análisis hechos en Francia se constata que la destrucción de cobertura vegetal incrementa la escorrentía superficial en 150 mm. En cambio, un incremento de un 10% de la cobertura forestal con árboles de especies como los pinos o los eucaliptos (éstos últimos retienen mucha agua), determina una bajada de 40 mm en el caudal anual.

Binomio indisoluble

Un incremento de un 10% de la cobertura forestal con árboles de especies como los pinos o los eucaliptos determina una bajada de 40 mm en el caudal anual

Al igual que Agua y Energía, el binomio entre agua y bosques tampoco se puede separar. Recuerdo cuando cursaba 5º de EGB que, según la profesora de Ciencias Sociales, los árboles atraían las nubes y, por consiguiente, la lluvia. Siempre me había imaginado cómo podía suceder este hecho y que cuántos más árboles hubiera plantados, más llovería. Parece ser que la teoría de mi profesora tenía fundamento, ya que un artículo publicado en la revista Atmospheric Chemistry and Physics e investigador del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) destaca que plantar árboles en regiones secas podrían atraer lluvias.

Otros estudios que se pueden consultar en la web de la FAO abogan en este sentido y proponen la inclusión de la silvicultura en la ordenación integrada de los recursos hídricos, tanto por contribuir a beneficios cualitativos como la necesidad de una gestión ordenada de los bosques. Por un lado, en algunas zonas, la masa forestal es capaz de mejorar la calidad del agua (ejemplo del lago Erlem en Suiza, cuyas riberas quedan inundadas, hecho que provoca que se filtre el agua en la base del bosque, mejorando la calidad y provocando que las capas freáticas de Basilea se recarguen). Pero en el mismo estudio se advierte que en las zonas donde se proyecta establecer grandes plantaciones forestales destinadas a mitigar los efectos del cambio climático, es esencial asegurar que tales plantaciones no acentúen la escasez de agua.

Los bosques son necesarios para atraer las lluvias y para mejorar la calidad del agua, pero se deben gestionar de un modo eficiente.

La búsqueda del equilibrio

Por lo tanto, nos encontramos en una situación delicada que se debe abordar de un modo eficiente y efectivo y que busque el equilibrio entre las dos partes. Me centraré en Cataluña, que es donde vivo. Según una publicación en la web del Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Catalunya, el territorio forestal catalán está compuesto por cerca de 50.000 fincas forestales, de las cuales un 77% están en manos privadas pero que necesitan subvenciones y ayudas para llevar a cabo un mínimo mantenimiento.

Esto complica la gestión, por lo que se tienen que buscar mecanismos para disponer de ayudas, fomentar también la actuación de entidades y hacer que el bosque está en buen estado de mantenimiento. Así se fomentará el buen estado de los bosques, evitando la propagación de incendios forestales, pero al mismo tiempo se contribuirá a que el bosque crezca de manera sostenible y que no retenga más agua. Si el cambio climático reducirá un 5% el régimen de lluvias, se tendrá que ir hacia una optimización de los bosques, o su impacto todavía será más contundente de lo que imaginamos.