La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) realizó hace unos meses una encuesta a 48 ciudades sobre la gestión del agua. En ella se analizaban aspectos sobre los usos, la eficiencia de la red, la calidad, entre otros aspectos.
Las ciudades que participaron en esta iniciativa se pueden consultar en este enlace (anexo A, página 137), entre las cuales destacan Barcelona, Málaga y Zaragoza en España, capitales europeas como París, Ámsterdam, Lisboa y Atenas, grandes metrópolis como Hong Kong, Nueva York, Río de Janeiro, entre otras.
Participaron en el estudio cerca de 50 ciudades de todo el mundo, entre ellas Barcelona, Málaga y Zaragoza
La principal conclusión fue que, de media, se pierde un 20% del recurso, pero esta cifra se llega a triplicar en muchas ciudades de México.
Tuxtla Gutiérrez, líder destacada
Esta ciudad en el estado de Chiapas encabeza el ranking, con pérdidas del 60%, pero le siguen de cerca otras ciudades de México como San Luís de Potosí con un 50% o la ciudad de México, con un 40%. El problema es el estado de la red, construida con materiales anticuados y el abandono de las tuberías, además de la escasa apuesta política para solucionar el problema.
En lo que respecta al acceso de la población a agua con condiciones aptas para beber, la mayoría de las ciudades del estudio se situaban cerca del 100% de la garantía, pero volvían a ser ciudades mexicanas como Veracruz y Toluca, que no llegaban a superar el 90%.
En muchas ciudades mexicanas hay pérdidas en las redes de suministro que oscilan entre el 40 y el 60%
Soluciones
Constantemente se analizan continuamente las medidas que pueden ayudar al incremento de disponibilidad de agua, sobre todo a raíz de la cada vez más evidente variabilidad del clima provocada por el cambio climático. Sin embargo, en situaciones como las que se plantean en este post, la solución puede ser muy sencilla. Además, en el caso de Tuxtla Gutiérrez, sorprende porqué se trata de una ciudad con el menor índice de violencia en el país y con una potente proyección económica, por lo que la modernización de las infraestructuras y el acceso al agua potable debería ser una prioridad. Por desgracia, pasará como de costumbre, que se le verán las orejas al lobo y después se tendrá que ir contrarreloj.