Las fuertes tormentas, inundaciones y deslizamientos de tierra en casi todas las provincias de Myanmar han asestado un duro golpe a su agricultura y se espera que limiten gravemente la disponibilidad de alimentos, si no se suministra ayuda a los campesinos con rapidez, advirtió hoy la FAO.
Se necesita ayuda urgente para que los agricultores puedan recuperarse tras un mes de condiciones meteorológicas extremas durante el monzón, agravadas por la llegada del ciclón Komen a finales de julio, que ha afectado a más de 1,6 millones de personas, provocando la inundación de más de medio millón de hectáreas de tierras de cultivo.
Las fuertes lluvias destruyeron también unas 390 000 hectáreas de cultivos en pie -sobre todo de arroz con cáscara– 14 500 hectáreas de estanques de peces y camarones, y se estima que provocaron la pérdida de unas 20 000 cabezas de ganado.
"Ahora que el agua se está retirando, tenemos que actuar con rapidez para ayudar a las comunidades rurales a recuperarse, proporcionándoles semillas, equipos y el apoyo que necesiten para producir alimentos, criar animales, restablecer sus medios de subsistencia y desarrollar su capacidad de resistencia frente a futuras crisis", explicó Bui Thi Lan, Representante de la FAO en Myanmar.
"Tras haber comprobado personalmente la magnitud –añadió-, resulta sorprendente que esta situación de emergencia está siendo ampliamente ignorada por los medios de comunicación globales y los donantes internacionales".
Desplazamiento y destrucción
Doce de las catorce provincias del país han resultado afectadas, con los mayores daños registrados en las regiones del norte y oeste.
Unas 385 000 familias han sido desplazadas por las inundaciones y deslizamientos de tierra, que destruyeron miles de viviendas y conducciones para el riego.
Los organismos humanitarios, por su parte, están ayudando al Gobierno de Myanmar con suministros básicos de alimentos, refugios, saneamiento y asistencia médica. Sin embargo, muchas organizaciones de la ONU informan de un déficit de financiación que les impide responder con toda su capacidad.
Los graves daños sufridos por carreteras, puentes y ferrocarriles suponen dificultades añadidas para las operaciones de socorro y recuperación en curso.
Evaluación del impacto en la seguridad alimentaria
Los socios del Sector de la Seguridad Alimentaria (FSS, por sus siglas en inglés), dirigido por la FAO y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) realizan actualmente una evaluación conjunta del impacto del ciclón y las inundaciones en los medios de vida agrícolas y la seguridad alimentaria, junto con el Gobierno de Myanmar y otros socios del FSS: JICA, ONU Mujeres, LIFT, NRC, CESVI, CARE Australia y OXFAM, en colaboración con los ministerios implicados y el Centro de Operaciones de Emergencia. La evaluación se centra en los seis estados y regiones más afectadas, con el fin de obtener una idea más detallada de las intervenciones necesarias para ayudar a las comunidades rurales a restablecer sus medios de vida y recuperar el sector agropecuario.
Las conclusiones de la evaluación inicial estarán listas y se compartirán en la segunda semana de septiembre.
En base a la experiencia previa en situaciones de emergencia similares, la FAO está preparando la distribución de arroz, legumbres y cultivos de invierno que pueden plantarse en cuanto comience la estación seca en octubre. Otras intervenciones posibles incluyen campañas de vacunación para el ganado y la distribución de piensos para ayudar a los campesinos a mantener a sus rebaños vivos y sanos.
Los agricultores necesitarán también ayuda para la reparación de infraestructura de drenaje y los refugios para sus animales, mientras que la acuicultura a pequeña escala en las zonas más afectadas tendrá probablemente que ser reconstruida desde cero, suministrando a los criadores los alevines y otros insumos. Los resultados de la evaluación ayudarán también a definir la naturaleza de las actividades de creación de resiliencia a más largo plazo.
Agravamiento de una crisis existente
De las seis provincias de Myanmar más afectadas por las inundaciones monzónicas, cuatro han sido escenario desde junio de 2012 de tensiones recurrentes entre comunidades que han desplazado a más de 660 000 personas, por lo que esas áreas son especialmente vulnerables al impacto de las inundaciones.