En Burkina Faso, uno de los países más pobres del mundo, sequías e inundaciones cada vez más extremas amenazan la supervivencia de sus habitantes.
La vida de Noaga cambió cuando instalaron en su pueblo un pozo de agua con un tanque que se va llenando gracias a la energía solar. Hasta entonces, las mujeres y niñas de su comunidad iban a buscar agua a un pozo que habían cavado cerca de un estanque, pero el agua estaba contaminada y provocaba enfermedades, viéndose obligados a caminar durante horas para conseguir atención médica.