Cerca de una quinta parte de la población mundial ya vive en zonas con escasez física de agua en un momento en el que el cambio climático está haciendo que cada vez sea más difícil predecir la disponibilidad del agua. En la actualidad, casi 800 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a agua potable.
Se necesita una mejor gestión de los recursos hídricos. El agua no contabilizada (NRW, por sus siglas en inglés), el agua que se produce en una red pero no llega a los consumidores, constituye un objetivo sencillo y efectivo. Cada año, se filtran de la red de distribución de agua casi 32 000 millones de litros de agua potable en todo el mundo. Esta agua ya ha sido procesada y tratada, para lo que se ha incurrido en gastos financieros y energéticos.
El proyecto WADI, financiado con fondos europeos, ha desarrollado sistemas de vigilancia aérea rentables para encontrar con rapidez las filtraciones y minimizar las pérdidas. La tecnología promete una impresionante reducción del 50 % del NRW con unos beneficios medioambientales, sociales y económicos importantes.
Una vista de águila para el agua
El agua potable viaja largas distancias por tuberías de gran tamaño desde las plantas de tratamiento hasta los tanques de almacenamiento. Las tuberías de distribución, normalmente de menor diámetro, llevan el agua bajo las calles de las ciudades hasta los hogares. «Las filtraciones de las tuberías de gran diámetro pueden suponer más del 50 % del agua perdida en filtraciones. Son difíciles de localizar con las tecnologías terrestres tradicionales basadas en el sonido y detectarlas, localizarlas y repararlas resulta caro. De hecho, las empresas de servicio público a menudo simplemente excluyen la red de transmisión de los programas de detección de filtraciones por estos motivos», afirman Elena Gaboardi, coordinadora del proyecto, Christian Chatelard, gestor del proyecto, y Jean-Claude Krapez, coordinador científico.
Por suerte, las filtraciones de agua cambian el entorno local en formas que pueden detectarse con sensores remotos. Según Krapez, las filtraciones aumentan el contenido de humedad del suelo, o la cantidad de agua que contienen las plantas y la vegetación. Esto provoca cambios en la reflectancia de la luz a las longitudes de onda ópticas y la emisión infrarroja debido a cambios en la temperatura, relacionados en gran parte con la evaporación (del suelo) o la transpiración (en las plantas).
«WADI desarrolló un nuevo método para detectar daños en las tuberías de agua mediante el uso de aviones pequeños y drones que identifican las filtraciones gracias a evaluar los cambios en la humedad de la superficie desde arriba. Esta metodología es especialmente útil en grandes zonas rurales o lugares peligrosos, donde los métodos de detección actuales fracasan», explica Chatelard.
El despegue de la innovación
Los científicos de WADI trabajaron estrechamente con los usuarios finales para personalizar las tecnologías con el fin de satisfacer las necesidades del mercado. Combinar los sensores infrarrojos térmicos con los datos visibles y casi infrarrojos de las cámaras multiespectrales aumenta de forma significativa la precisión de la detección de agua. Los sistemas fueron probados en dos entornos operativos. Los ensayos preliminares muestran que la tecnología compite con los sistemas basados en satélites en cuanto a costes y rendimiento, mientras que es superior a los sistemas de detección de fugas terrestres convencionales.
En Europa, cerca del 23 % del agua potable se pierde debido a las filtraciones de las tuberías de agua. La aplicación de la tecnología WADI podría reducir esta pérdida en un 50 %. La tecnología también resultó ser muy buena para la detección de aguas subterráneas en general y podría utilizarse para localizar agua en regiones áridas. En conjunto, los resultados de WADI están preparados para reducir los efectos de la escasez de agua y aumentar el acceso al agua potable, mitigando uno de los cinco mayores riesgos que se prevé que tengan un gran impacto en el futuro más cercano.