(Gipuzcoa) Josu Amilibia alcalde de Aduna, Eneko Etxeberria presidente del Consorcio de Aguas de Gipuzkoa y Martin Garitano diputado general han inaugurado hoy al mediodía la depuradora de aguas residuales Uralde sita en dicho municipio. Los trabajos de construcción de la infraestructura comenzaron en 2009 y se culminaron en noviembre de 2012; tras un periodo de prueba, la depuradora de Aduna puede trabajar actualmente a pleno rendimiento. El coste de la obra ha sido de 24.5 millones de euros y se ha financiado al 50% por el Consorcio de Aguas de Gipuzkoa y la Diputación Foral.
La depuradora tratará las aguas residuales de 61.000 habitantes de los municipios de Legorreta, Amezketa, Abaltzisketa, Baliarrain, Orendain, Ikaztegieta, Alegi, Altzo, Belauntza, Ibarra, Tolosa, Hernialde, Anoeta, Irura, Asteasu, Zizurkil, Villabona, Aduna y Andoain, incluyendo las aguas de origen industrial. En tiempo seco es capaz de tratar 28.000 m3 al día; en tiempo de lluvia el caudal puede subir hasta 128.000 m3 al día. La infraestructura tiene, en total, 20.000 m2 y dispone de cuatro edificios principales: el destinado al pretratamiento, el de lodos, el de aireamiento del biológico y el edificio de control, que incluye tanto la sala de control como el laboratorio. Ocho profesionales trabajan en las instalaciones.
Como ya se ha dicho, la depuradora de Aduna da servicio a un gran número de municipios, y en consecuencia la red de colectores, en toda la comarca, es muy extensa. Consta, en concreto, de nueve interceptores generales y de numerosos colectores secundarios; el conjunto de los interceptores tiene una longitud de 33,8 km y ha tenido un coste de 61 millones de euros.
En Uralde, el proceso de depuración comienza con el bombeo del agua residual hasta la cota de la depuradora, mediante seis grandes bombas. Los primeros tratamientos son muy sencillos y persiguen retirar del agua residual los materiales que trae en suspensión. En primer lugar, el agua es filtrada a través de unas rejillas que retienen los sólidos gruesos. Posteriormente, el agua pasa por dos pequeños reactores aireados, donde las arenas sedimentan y las grasas y aceites quedan flotando, lo que permite retirar unas y otras. El siguiente proceso es la decantación: el agua reposa en tres grandes decantadores de 30 m de diámetro para que sedimenten las pequeñas partículas.
Tras estos procesos solamente permanece en el agua la contaminación disuelta formada por compuestos orgánicos, amoniaco y otras muchas sustancias minoritarias. La mayoría de dichos compuestos son asimilables por las bacterias y otros microorganismos que viven en las aguas naturales. Por tanto, el siguiente proceso es un tratamiento biológico: en seis grandes reactores con una capacidad total de 28.000 m3, se airea y agita el agua, para optimizar el desarrollo de las bacterias y su contacto con los contaminantes. Posteriormente, el agua es vertida de nuevo al río. Durante todo el proceso de depuración, se producen lodos, que son objeto de tratamiento, lo que permite obtener metano a partir del orgánico, que es utilizado en la misma depuradora.
Josu Amilibia, alcalde de Aduna, ha mostrado su satisfacción por la nueva depuradora. Ha reconocido que, en la pasada legislatura, el proyecto les generó ciertas dudas -"por los posibles problemas de olores"-, que la Diputación, en ese momento, no respondió a esa preocupación, pero que con el actual gobierno foral han firmado un protocolo de seguimiento de la depuradora, acuerdo que considera altamente positivo.
Eneko Etxeberria, presidente del Consorcio de Aguas, por su parte, ha recordado que el agua y su saneamiento son considerados un derecho humano por Naciones Unidas, y que en consecuencia, con infraestructuras como la de Aduna se están garantizando los derechos de las personas que residen en la comarca.