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Jordi Delgado: “El alarmismo respecto a la mina de Corcoesto está completamente injustificado”

Sobre la Entidad

Redacción iAgua
Redacción de iAgua. La web líder en el sector del agua en España y Latinoamérica.
  • Jordi Delgado concede una entrevista a iAgua para dar a conocer el proyecto de Corcoesto

Jordi Delgado es Doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Barcelona y Catedrático de Ingeniería del Terreno en la ETS de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad de A Coruña. Miembro del Grupo de Ingeniería del Agua y del Medio Ambiente, del que fue coordinador entre los años 2005 y 2011, además es autor de más de 90 trabajos científicos, más de 100 ponencias en congresos nacionales e internacionales y ha sido investigador principal en más de 50 proyectos competitivos y contratos de I+D. Cuenta con el Premio Jóvenes Investigadores de la SEM (1995) y de la Real Academia de Ciencias de Galicia (2004). Entre sus campos de especialidad destaca el estudio de la calidad química de las aguas naturales.

Jordi Delgado es además uno de los autores del informe sobre la mina de Corcoesto relativo a la afección de las aguas. En iAgua hemos querido conocer de primera mano las conclusiones de este estudio, además de la opinión del catedrático.

Lee también la entrevista a Serafín González Prieto, investigador de CSIC y principal impulsor de la campaña en contra de la megaminería contaminante en Galicia.

Pregunta - ¿Cuáles son las principales conclusiones del informe sobre la afección de las aguas en la mina de Corcoesto?

Respuesta - En primer lugar, es importante establecer el contexto de nuestro informe: se enmarca dentro del condicionado de la Declaración de Impacto Ambiental aprobada y en el que se establece la necesidad de realizar diversos estudios. La empresa promotora del proyecto nos comisionó un estudio independiente sobre las características naturales de las aguas de la zona (superficiales y subterráneas), con el fin de establecer los niveles de referencia físico-químicos, la identificación de procesos que afectan o pueden afectar su calidad así como su origen (antrópico o natural) y, por último, evaluar el alcance de las afecciones del sistema y, en su caso, las correspondientes medidas paliativas.

No hay evidencias que demuestren que, como producto de la exposición a los niveles de arsénico locales, existan afecciones significativas a los ecosistemas en la cuenca del Anllóns

Siendo conscientes de la alarma social generada por la divulgación de informaciones alarmistas relativas a la presencia de altas concentraciones de arsénico en la zona, hemos hecho un importante esfuerzo de síntesis, valoración y crítica de un amplio abanico de fuentes bibliográficas y normativas y, con especial atención, a la información disponible sobre el arsénico en la cuenca del río Anllóns (que es en la que se localiza el proyecto minero).

Del estudio se derivan una serie de conclusiones preliminares, entre las que destacaría las siguientes:

  • En primer lugar, es un hecho que la parte baja de la cuenca está enriquecida, de forma natural, en arsénico. Esto sucede en las inmediaciones del yacimiento, pero también en las formaciones rocosas aledañas. No es, por tanto, un hecho vinculado a actuaciones antrópicas. Es una circunstancia relativamente frecuente en otras zonas de Galicia, España, Europa, etc.
  • En segundo lugar, ciñéndonos a la cuenca del Anllóns, no hay estudios o evidencias científicas que demuestren que, como producto de la exposición a los niveles de arsénico locales, existan afecciones significativas en los ecosistemas acuáticos o terrestres. Esto es razonable, dado que son diversos los procesos biogeoquímicos que, de forma muy eficaz, se conjugan para reducir de forma natural la biodisponibilidad de este elemento en el medio.
  • En tercer lugar, considerando la vertiente de la salud pública, constatamos que el arsénico no da lugar a ningún problema destacable en las aguas superficiales mientras que, en las subterráneas, algunas muestras presentan concentraciones por encima de lo deseable. Aquí es conveniente hacer una matización importante: son los usos dados al agua los que determinan los objetivos de calidad exigibles. Para abastecimiento humano, el RD 140/2003 determina que los correspondientes criterios de calidad sean satisfechos en los puntos de entrega, circunstancia que está garantizada por las ETAP asociadas a los sistemas de distribución. Ahora bien, cuando no existe potabilización (o esta es insuficiente, como puede ser el caso de captaciones en pozo para el suministro familiar o comunal en el medio rural), es posible que los criterios de calidad no se alcancen. El proyecto minero ha permitido aflorar una problemática ya existente sobre la que nadie había reparado previamente. En cualquier caso, el alcance de esa problemática debe ser adecuadamente calibrado puesto que la evaluación objetiva del riesgo toxicológico tiene dos vertientes: la toxicidad intrínseca de la sustancia y las circunstancias a través de las cuales se produce la exposición a la misma. Explicar todo esto con detalle sería prolijo por lo que sólo diré que me consta que todas esas facetas están siendo abordadas con rigor por los organismos competentes. Por ello enfatizo que cualquier alarmismo está completamente injustificado. 

En relación al riesgo de contaminación de las aguas (ya sean superficiales o subterráneas) como consecuencia de actividad minera, yo diría que no es significativo. La naturaleza de las afecciones potenciales está lo suficientemente bien identificada como para diseñar las mejores medidas correctoras. Si el proyecto se desarrolla conforme a las mejores prácticas mineras disponibles y el plan de vigilancia y control se implanta de forma rigurosa, no tiene por qué haber problemas.

P.- En relación a los análisis de aguas, ¿qué parámetros de calidad se han tomado como referencia?

R. - Nuestro grupo no ha realizado el muestreo de las aguas ni los análisis. Los datos con los que trabajamos proceden de diversas fuentes: bibliográficas públicas (publicaciones, tesis, etc.), de los controles preoperativos encargados por la empresa a laboratorios acreditados, de las redes de control de calidad de la demarcación hidrográfica (Galicia-Costa) y de datos propios. Los parámetros de calidad son muy variados y entre ellos se incluyen determinaciones físico-químicas in situ, constituyentes mayoritarios, elementos traza, contaminantes orgánicos… Obviamente, el abanico de parámetros y sustancias es muy amplio. Sin embargo, su determinación no se hace necesariamente porque exista la percepción de que tal o cual sustancia puedan constituir un problema. Se trabaja con la lista de sustancias preferentes y prioritarias de la Directiva Marco, ampliándola con otros indicadores que pueden ayudar a entender mejor el comportamiento del sistema.

P.- El estudio atribuye la presencia de arsénico en las aguas a un fenómeno natural debido a la erosión. ¿Podría el proceso minero incrementar el contenido de arsénico? Y en ese caso, ¿Cómo podría gestionarse?

R. - La dispersión natural del arsénico inorgánico a partir de las rocas que lo albergan tiene lugar a través de una combinación de procesos en los que el agua juega un papel fundamental. Contrariamente a lo que se ha dado a entender, la movilidad del arsénico como especie química es muy baja: tiende a quedar retenido en forma de partículas sólidas y en los suelos. Los procesos erosivos y la acción del agua determinan que esas partículas sean transportadas mecánicamente y, en su caso, acumuladas en los sedimentos. En esas condiciones, no es fácil que el arsénico se incorpore a los procesos metabólicos de los seres vivos (plantas animales o humanos). Es decir, su biodisponibilidad es baja. El arsénico disuelto, sin embargo, puede ser más biodisponible, pero las concentraciones típicas en aguas superficiales (como sucede en la cuenca del río Anllóns) es baja.

Conocer el comportamiento del arsénico (o de cualquier otra sustancia tóxica) en el medio natural es fundamental para diseñar adecuadamente las correspondientes medidas preventivas. Por ejemplo, sin entrar en detalles: creo que es importante el control de las aguas de escorrentía y la reducción de la carga de sólidos hacia el medio receptor. También creo que antes, durante y tras el desarrollo del proyecto minero las medidas pasivas de control y vigilancia ambiental constituyen un elemento clave, no sólo para saber qué está pasando en cada momento, sino para construir las bases de un sistema de confianza transparente y auditable. Y tampoco debemos menospreciar la urdimbre jurídico-normativa que, desde puntos de vista muy diversos (responsabilidad ambiental, calidad de aguas superficiales y subterráneas, protección de ecosistemas, emisiones a la atmósfera, gestión de residuos, avales de restauración, fianzas y seguros ambientales, restauración, etc.), nos garantizan unos estándares para la protección de la salud y del medio ambiente muy exigentes. Cualquier proyecto minero moderno que se desarrolle en la Unión Europea está necesariamente sometido a esos imperativos y esta es una realidad que, por su propio interés, conocen todas las empresas mineras.

En cuanto al impacto del proyecto de Corcoesto sobre la cantidad de arsénico, no puede decirse que esta vaya a aumentar: el arsénico ya está presente en los suelos y rocas. Lo que sí cambiará es el lugar físico que este ocupa, así como su estado de agregación ya que las rocas serán arrancadas y, una parte de ellas, trituradas y molidas. Por ello, las actuaciones preventivas deben ir encaminadas a evitar que, como consecuencia de las operaciones mineras, el flujo de arsénico en el sistema aumente por encima del natural de este elemento en la cuenca. En ese sentido, cada porción del material arrancado, triturado o molido, en función de sus características como residuo minero (según estipula la Directiva 2006/21/CE) deberá ser gestionado como le corresponda.

P.- Entonces, ¿el proyecto no producirá afecciones sobre las aguas?

R. - Como ya comenté antes, no creo que el proyecto vaya a inducir afecciones significativas a la calidad del agua del sistema, lo cual no excluye la necesidad de implantar un buen plan de control y vigilancia (como así dispone la Declaración de Impacto Ambiental). Desde el punto de vista de la disponibilidad (es decir la cantidad de agua disponible para un determinado uso), tampoco. Durante las operaciones mineras será necesaria la extracción por bombeo de aguas subterráneas locales. Ello dará lugar a una depresión del nivel freático próximo a la excavación. El alcance de la misma ha sido evaluado mediante un estudio hidrogeológico de detalle. Se trata de una afección transitoria que desaparecerá de forma progresiva y espontánea una vez cesen las actividades mineras. Si, a resultas del bombeo, son afectados usos o derechos individuales o colectivos, la empresa minera deberá actuar, si así le corresponde, con vistas a su restitución.

Volviendo al tema de la calidad, remarco de nuevo que el vertido de aguas desde cualquier punto de la instalación minera (cortas, balsas, planta de tratamiento, viales, etc.) debe cumplir con los objetivos de calidad que se prescriban con vistas a la preservación de las funciones ecológicas y ambientales del medio receptor.

P.- ¿Por qué cree que es necesario que este proyecto salga adelante?

“El proyecto de Corcoesto no es un tema solo ecológico y ambiental. Tiene un profundo trasfondo político oportunista”

R. - Conviene separar los datos objetivos de las opiniones. En mi caso, la opinión se sustenta en el conocimiento del proyecto y el análisis detallado de diversas facetas de su problemática ambiental. También me son familiares las técnicas y procedimientos mineros, o los resultados de algunos grandes proyectos de restauración: las minas de lignito gallegas constituyen un ejemplo tangible excepcional. Por ello, mi evaluación es de conjunto y en ella pesa una importante componente técnica. Si el proyecto se desarrolla siguiendo las mejores técnicas disponibles (en materia minera, industrial y ambiental) y si estas se aplican con rigor y seriedad, al amparo de las leyes y reglamentos de aplicación, las sinergias económicas, sociales y laborales darán lugar a oportunidades singulares de desarrollo comarcal. Desde un punto de vista ambiental, creo que los conocimientos y técnicas modernas, si son adecuadamente gestionados, son suficientes para garantizar la sostenibilidad ambiental de las actuaciones planificadas. De acuerdo con las consideraciones anteriores, sí, estoy a favor del desarrollo de este proyecto minero.

P.- ¿Conoce algún proyecto similar? ¿Cómo se han afrontado los impactos medioambientales en estos casos?

R. - Cada proyecto minero tiene sus singularidades, de modo que es difícil trasladar la casuística de un lugar a otro. Como modelos de restauración sostenible y generación de espacios de oportunidad citaría dos ejemplos muy próximos: las minas de Meirama y As Pontes de García Rodríguez (ambas en A Coruña). Como mina de oro próxima, mencionaría la de El Valle-Boinás, en el municipio de Belmonte de Miranda (en Asturias). Ahí constatamos cómo a partir de una geomorfología mucho más compleja que la de Corcoesto puede desarrollarse y restaurarse un hueco minero y sus correspondientes escombreras y balsas. Algo más lejos, aunque referente europeo de primer orden para las explotaciones a cielo abierto, tenemos la mina de cobre de Las Cruces (en Gerena, cerca de Sevilla). La problemática ambiental es distinta en cada una de ellas, como también lo es su historia.

La mina de Las Cruces me parece especialmente reseñable, no sólo por encontrarse en pleno proceso de explotación, sino porque su proyecto se ha desarrollado en el contexto de dos coyunturas muy notables: el de la plena vigencia de las modernas y exigentes leyes y directivas ambientales y por haber crecido con posterioridad al desastre minero de la también sevillana mina de Aznalcóllar. El peso de ese nefasto recuerdo aún planea en la memoria de muchos, por lo que es un hecho destacable el poder constatar que, en un entorno tan sensibilizado ecológica y socialmente, haya sido posible la puesta en marcha de un proyecto de tal magnitud. Las respuestas a esta aparente paradoja son variadas pero vale la pena resumirlo en lo siguiente: las minas o la minería no son, ni tienen por qué ser, un problema. Los problemas surgen cuando se aplican malas prácticas o cuando, por parte de quien corresponda, se relaja el nivel de exigencia y control. Los gestores de Las Cruces han hecho un importante esfuerzo de comunicación y concienciación social, buscando el compromiso y la implicación constructiva de la sociedad local. Desde el punto de vista medioambiental no creo que el reto real radique tanto en ilustrar experiencias de superación de impactos (para los que existe una variada experiencia y conocimiento) sino en el trasladar, hacer confiable y creíble para una ciudadanía cada vez más participativa la realidad de un proyecto minero moderno. En ese entramado de generación de confianza los ejemplos positivos son primordiales, pero el convencimiento debe alcanzarse a través de múltiples aproximaciones.

P.- ¿Cuál es su opinión respecto a la contundente reacción de la sociedad civil contra el proyecto?

R. - La sociedad civil (de la que todos formamos parte) está sensibilizada con este y con otros muchos temas. Cuando se trata de temas ambientales, llueve sobre mojado, puesto que la percepción, a bote pronto, suele ser negativa. Creo que era previsible: se han hecho muchos esfuerzos para destacar todo lo malo de la minería, mientras que aquellos dirigidos a ponderar las innegables y consustanciales bondades que esta ejerce sobre nuestro modo de vida son mucho más escasos. Ya que en ello va parte de nuestro futuro, alguien debería pensar por qué y cómo revertir esa situación.

En relación con el proyecto de Corcoesto en concreto, me da la sensación de que, por debajo del mensaje ecológico y conservacionista, de forma quizás no tan subliminal, aparecen otros planteamientos que poco o nada tienen que ver con la minería: la explotación de los recursos naturales en un territorio concreto por parte de empresas extranjeras, la estrategia política de ciertos partidos, posturas anticapitalistas (expresadas a través del repudio del oro como exponente de riqueza)… En resumen, no se trata sólo de un tema ecológico y ambiental. Tiene un profundo trasfondo político oportunista. Tengo la percepción que, en ese juego, ciertos grupos y colectivos intentan manipular la opinión pública. Esa manipulación la constatamos cuando observamos el uso sesgado, distorsionado y erróneo de ciertos elementos extraídos de la literatura técnico-científica (que son presentados como hechos incontrovertibles cuando, en realidad, no lo son), cuando se muestra sólo una parte de la información disponible, cuando vemos cómo se magnifica el hecho cierto de que las concentraciones de fondo de arsénico son naturalmente elevadas con la pretensión de demostrar, sin base científica, que existe una contaminación de origen antrópico en el sistema o cuando, de forma gratuita se alarma a la población en lugar de presentar hechos objetivos contrastables. Como investigador, lo anterior me parece inaceptable y lo censuro sin ambages y como profesor universitario, me indigna que las instituciones académicas, entre cuyos fines sociales está el ser referentes de conocimiento independiente, miren para otro lado, como si el asunto no fuera con ellas. Por último, como ciudadano (y funcionario) me preocupa la erosión que todo esto supone respecto de la confianza en muchos funcionarios públicos que, según me consta por experiencia propia, hacen su trabajo con rigor y profesionalidad.

En resumen, la preocupación social por este y otros temas es legítima y trasluce una inquietud por saber y participar más en las decisiones. Pero para ello deben proporcionarse datos objetivos e independientes, no parciales y sesgados. En mi opinión, esa es la lectura que políticos y gestores deberían hacer.
 

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