Catalunya ha sacado un "aprobado justo" en la capacidad de adaptación al cambio climático en la agricultura, los bosques y las ciudades al obtener un nivel medio, según recogen las conclusiones del informe 'Indicador global d'adaptació als impactes del canvi climàtic a Catalunya', elaborado por la Oficina del Canvi Climàtic de la Generalitat.
El estudio, que ha sido presentado este viernes en Barcelona, se enmarca en el proyecto Medacc --Demonstration and validation of innovative methodology for regional climate change adaptation in the Mediterranean area--, que persigue en un periodo de cinco años --de 2013 a 2018-- desarrollar "soluciones innovadoras" para adaptarse al cambio climático.
La evaluación en la que Catalunya saca un cinco en una escala del cero al diez es el resultado de la aplicación del 'indicador sintético de adaptación', que aglutina otros 29 subindicadores y es pionero en el Estado: "Esperamos que sirva para que las comunidades autónomas apliquen esta metodología y sobre todo, la mejoren".
Según los autores del estudio Gabriel Borràs y Josep Maria Raya, el cambio climático "no es una entelequia sino una realidad palpable, medible y contrastable", como han demostrado con el diseño de este indicador, que analiza elementos concretos para ver qué políticas públicas se pueden llevar a cabo parar paliar el cambio climático.
El indicador pondrá una nota cada cinco o diez años de la capacidad de adaptación de Catalunya: "Al final, cuando mejor adaptados estemos al cambio climático, querrá decir que hacemos una economía diferente, baja en carbono y más verde...".
La salud, entre los principales indicadores
Los 29 indicadores están divididos por los sectores afectados por este fenómeno: agricultura y ganadería; sector energético; gestión del agua; gestión forestal; industria, servicios y comercio; movilidad e infraestructuras de transporte; investigación, desarrollo e innovación; salud; turismo, y urbanismo y vivienda.
La salud es de los ámbitos en los que se han desarrollado más indicadores, y se han tenido en cuenta elementos como la tasa del riesgo de pobreza; la superficie verde por habitante en Barcelona; el índice catalán de calidad del aire (ICQA), y el valor máximo de inmisión de ozono.
En relación a la movilidad, se ha tenido en cuenta a los viajeros de tren --Renfe y FGC-- y autobús; las mercancías en ferrocarril; la energía consumida por el transporte, y las emisiones del transporte, y en el ámbito de la industria, los servicios y el comercio: el consumo de agua, el consumo final de energía; las emisiones y las importaciones de extracción y refinación del petróleo.
