Los visitantes pueden sentarse con ellos y escuchar la historia de cómo la bomba atómica destruyó por completo su ciudad en 1945 y cómo ellos lograron, milagrosamente, sobrevivir. Su testimonio es, en un día como hoy, más valioso todavía, porque se celebra el Día Mundial de la Reducción de Desastres. Y este año está dedicado a las personas mayores, cuyas aportaciones a la resistencia son un ejemplo para otras generaciones.
Hoy, 13 de octubre, se celebra un día que no debería celebrarse. Ojalá no hubiera desastres y no se necesitara la experiencia de quienes han pasado por acontecimientos trágicos para aprender a gestionarlos y a superarlos. Pero los desastres, naturales o provocados por el hombre, siguen ocurriendo, y depende de todos que seamos capaces de sobrevivir a ellos.
Por esto, es necesario mejorar nuestro entorno para evitar que los desastres sigan ocurriendo. Evitando el cambio climático se podrían minimizar los tifones, los ciclones, las inundaciones o las sequías, y desarrollando sistemas de aviso ante las catástrofes se podrían prevenir sus consecuencias y salvar muchas vidas. Celebremos que un día no tengamos que celebrar este día.