Connecting Waterpeople
Contenido premium

Hacia un regadío español sostenible

El regadío, considerado la «joya de la corona» de la agricultura española y punta de lanza de un sector moderno y competitivo, se enfrenta al reto de sacar el máximo rendimiento a cada gota de agua.

España se encuentra sumergida en una profunda crisis de escasez de agua, que se acrecienta a un ritmo alarmante, por la cada vez mayor intensidad y frecuencia de los periodos de sequía, tanto hidrológica como meteorológica, debidos al cambio climático. Las previsiones apuntan a que cada vez tendremos menos disponibilidad de agua —ya ha habido importantes restricciones de usos y hemos vuelto a ver a varios cursos y masas de agua secos— y los esfuerzos por gestionar mejor el recurso hídrico parecen insuficientes.

Con un riesgo de desertificación del 74% del territorio español, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) asegura que las principales causas de la desertificación en España son la crisis climática y la explotación insostenible de los recursos naturales, entre los que se encuentra el agua. España presume de ser el primer país en superficie de regadío de la Unión Europea y el primer país a nivel mundial en superficie de riego localizado, con un 55,75% de la superficie total regada que se lleva a cabo por este tipo de sistemas. Sin embargo, la crisis hídrica que padece es un hecho y esos puestos no le eximen de responsabilidades.

Publicado en iAgua Magazine 45 - Julio 2023
iAgua Magazine 45

De acuerdo a los datos del MITECO, en 2021, la demanda estimada de agua en España fue de 32.000 hm3/año, cuyo principal uso del agua corresponde al regadío y usos agrarios, que suponen aproximadamente el 80,5% de esta demanda, seguido por el abastecimiento urbano con un 15,5% de representación y, finalmente, el uso industrial con un 4%.

Con estas cifras, si hablamos de buscar soluciones para hacer una gestión del agua más adecuada y caminar hacia una transición hidrológica equitativa que permita asegurar la disponibilidad del recurso en los años venideros, el sector del regadío es el más señalado. Nadie puede negar, y menos tras ver su respuesta durante la pandemia, que el regadío es un sector estratégico en España, pero eso no lo hace inmune a las críticas y, menos aún, significa que no tenga que arrimar el hombro para hacer frente a la crisis hídrica que, en parte, se debe a las altas demandas que exige su actividad.

Ahora bien, según la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos en España (ESYRCE) 2022, del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), la superficie regada en España alcanzó 3.771.107 hectáreas en 2022, un 2,75% menos que 2021 (3.877.901 ha) y un 1,56% que 2020 (3.831.181 ha); unas cifras que marcan un punto de inflexión en el regadío español, pues 2020 fue el último año en el que se dio un aumento de la superficie regada, con un incremento del 0,06% respecto a 2019 (3.828.747 ha) y un aumento del 1,5 % en relación a 2018 (3.774.286 ha).

Este descenso de la superficie regada en España se refleja en un mayor descenso de los tipos de riego menos tecnificados y con mayor posibilidad de pérdidas de agua, donde los sistemas más tecnificados, como el riego localizado, han aumentado en detrimento del riego más tradicional, como es el de gravedad.

Si hablamos de buscar soluciones y caminar hacia una transición hidrológica equitativa, el sector del regadío es el más señalado

Esa misma encuesta indica que las cuatro Comunidades Autónomas con más superficie regada son: Andalucía (1.101.936 ha, un 29,22% del regadío total nacional), Castilla-La Mancha (585.377 ha, el 15,52%), Castilla y León (451.989 ha, el 11,99%) y Aragón (414.864 ha, el 11%). Tras ellas se sitúan Comunidad Valenciana, Cataluña, Extremadura y Región de Murcia, que representan en el total estatal el 93,62% del total de los regadíos españoles. Esto hace que, a lo largo de todo el país, muchas masas de agua tengan elevados índices de explotación, y la decisión de elegir dónde hace falta más inversión sea un auténtico reto, dado el relevante papel del regadío en la economía española.

La importancia de la sostenibilidad del regadío en el sistema agroalimentario español

El MAPA dice que «la actividad agraria en España no se puede concebir sin el regadío». Una frase avalada según los últimos datos de la ESYRCE, pues, en 2022, se regaron en España 3.771.107 ha de un total de 16.930.738 hectáreas cultivadas, lo que supone un 22,41% de la superficie total cultivada; mientras tanto, las producciones obtenidas del regadío supusieron un 67% de la producción final vegetal, siendo estas fundamentales para el sector agroalimentario español y su posición como principal exportador de frutas y hortalizas de la Unión Europea, así como uno de los tres primeros mundiales, con un valor que supera los 18.000 millones de euros.

El principal reto al que se enfrenta el regadío español es producir más con menos recursos y generar un menor impacto ambiental

La diversidad de la agricultura española, que abarca desde las regiones del norte, donde la pluviometría suele ser abundante y se hace innecesario, en muchos casos, el riego, o la implantación de sistemas más eficientes de regadío, resalta los numerosos efectos positivos que aporta el regadío. Por un lado, y como ya se ha mencionado, desde el punto de vista económico, el regadío es motor de desarrollo en la zona de su implantación. Según el MAPA, una hectárea de regadío produce seis veces más que una hectárea de secano, mientras que la renta para el agricultor es cuatro veces superior a la de la agricultura de secano. Además, ofrece una mayor diversidad de cultivos mucho más elevada, lo que se traduce en una mayor productividad. Por otro lado, desde el punto de vista social, que bien puede ir a la par del aspecto económico, el regadío es un sistema vertebrador del territorio, fija la población al medio rural y mejora la calidad de vida en este entorno. De hecho, según datos del MAPA, el regadío triplica de media en generación de empleo, tanto directo como indirecto, al que generan las explotaciones de agricultura de secano.

  • El regadío es un sistema vertebrador del territorio, fija la población al medio rural y mejora la calidad de vida en este entorno

Entre las externalidades referentes al regadío, es necesario mencionar la parte ambiental que, si bien, en ocasiones, las excesivas demandas de agua pueden llevar a la sobreexplotación de acuíferos, el desarrollo de su actividad previene el abandono de tierras, la erosión y la desertización. Asimismo, la tecnificación del riego permite una reducción de los Gases de Efecto Invernadero (GEI), de la contaminación difusa de los acuíferos y, el más importante, del uso del agua y la energía. Así, la sostenibilidad ambiental se integra en las actuaciones de regadíos a través de la evaluación de impacto ambiental de los proyectos y de los cumplimientos de los condicionantes ambientales específicos que impone la PAC en aquellos proyectos de modernización cofinanciados con fondos FEADER, así como el condicionado ambiental especial que exige la financiación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) en los proyectos incluidos en el Plan para la mejora de la eficiencia y la sostenibilidad en regadíos,

En este sentido, y en un escenario de crisis climática como el que nos encontramos, el regadío tecnificado y sostenible es «una respuesta coherente al reto del cambio climático, con la utilización de aguas no convencionales, y el uso de energías renovables», en palabras de Luis Planas, ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Una inversión histórica para superar los retos

Según cifras del MAPA, el consumo actual del regadío se sitúa en torno a 25.500 m3/año, siendo la principal fuente de suministro de agua la superficial, que representa el 74%, seguida de la subterránea con un 24%. A estas se suman otras fuentes de agua no convencional, como son las aguas residuales (0,4 %) o las desalinizadas (1,6 %), debido a la escasez del recurso agravada por el cambio climático y la crisis hídrica que atraviesa el país.

En las últimas dos décadas, España ha experimentado un aumento de temperaturas y sequías permanentes sin precedentes. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), ocho de los diez años más cálidos en el país pertenecen al siglo XXI, formando el top tres 2022, 2020 y  2017. Las previsiones no son nada halagüeñas: la España de 2050 será mucho más cálida y seca e, incluso, se prevé que haya zonas de la Península que vivirán bajo estrés hídrico.

La diversidad de la agricultura española resalta los numerosos efectos socioeconómicos y ambientales positivos que aporta el regadío

Así, el principal reto al que se enfrenta el regadío español hoy, y en el futuro más próximo, es producir más con menos recursos, especialmente el hídrico, y generar un menor impacto ambiental. El déficit hídrico que existe en algunas regiones de España hace que los esfuerzos se centren en hacer un uso adecuado del agua y alinear las políticas ambientales, especialmente aquellas relativas al regadío, con la coherencia que exige el contexto actual, así como de acuerdo a los compromisos internacionales asumidos por España en el marco de la Agenda 2030.

En este sentido, el ministro Luis Planas asegura que: «El futuro del sector agroalimentario español pasa por el regadío sostenible» y, para lograrlo, España ha puesto en marcha importantes planes de modernización que se han traducido en áreas de riego más tecnificadas que utilizan menos agua, fertilizantes y fitosanitarios, y que están mejor preparadas para los desafíos actuales. Dentro de estos planes, el PRTR supone el impulso definitivo que el sector necesita para alcanzar una sostenibilidad plena, tanto hídrica como energética, enfocado en la reutilización del agua, el uso de tecnologías renovables y la digitalización como instrumentos para hacer frente a la actual situación de escasez de agua.

  • El MAPA ha puesto en marcha el Plan de Modernización y Transformación de Regadíos, el más ambicioso en este ámbito en lo que va de siglo

En este contexto, el MAPA ha puesto en marcha el Plan de Modernización y Transformación de Regadíos. Se trata del programa más ambicioso en este ámbito en lo que va de siglo, pues contará con una inversión total de 2.130 millones de euros hasta 2027. Esa cantidad incluye 1.255 millones del PRTR y 875 millones con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. A estos fondos, hay que añadir 5.000 millones de euros en obras del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), 200 millones del PERTE de la Digitalización del Ciclo del Agua que, en su línea de actuación 3, destina al impulso a la digitalización del regadío, y 410 millones de euros adicionales provenientes del PERTE Agroalimentario, según la relación de transferencias directas de la adenda al PRTR aprobada en junio por el Consejo de Ministros.

Todas estas inversiones se destinarán a la modernización de 750.000 hectáreas —200.000 en una primera fase y 550.000 en segunda y tercera—, más 60.000 adicionales de la adenda, con el objetivo final de reducir, como mínimo, en un 10% el consumo de agua, según informó el ministro en abril de este año, durante la presentación del informe sobre la política de regadío sostenible en el marco del PRTR.

Así, al margen de los debates recurrentes en periodos de sequía sobre las disponibilidades de agua, los intereses personales o las acusaciones de tratos discriminatorios en el ámbito de la planificación hidrológica, el sector del regadío se prepara para un periodo decisivo en el que, una vez más, ha de ser ejemplo de progreso, resiliencia y armonía con el medioambiente.