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En Yemen, la "guerra contra la población" provoca graves carencias de agua

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  • Yemen (Médicos Sin Fronteras).
    Yemen (Médicos Sin Fronteras).

El conflicto de Yemen ha pasado en tres meses de ser un cruce de disparos entre bandos a ser una "guerra contra la población" en la que la ciudadanía vive "aterrorizada" y sin acceso a servicios vitales como el agua, principalmente por la falta de combustible.

La responsable de la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), Teresa Sancristóval, ha relatado en un encuentro con periodistas cómo la vida de la población yemení ha cambiado "radicalmente" desde principios de año, tras la ofensiva antigubernamental lanzada por los rebeldes huthis y el inicio de una operación militar liderada por Arabia Saudí.

Sobre Yemen cae una bomba cada tres minutos -una cada diez en el caso de Saada-. "No puedes salir a la calle, no sabes en qué momento puede caer una bomba", ha dicho Sancristóval, que trabaja sobre el terreno en unas operaciones especialmente complicadas tanto a nivel de seguridad como de suministros.

Sobre Yemen cae una bomba cada tres minutos

La responsable de MSF ha advertido de que la situación ya era "extremadamente preocupante" antes de la actual guerra, toda vez que en Yemen conviven "muchos conflictos dentro del conflicto". Ahora, la violencia se ha "generalizado" y "se parece más a una guerra contra la población que una entre bandos".

En este escenario juega un papel clave la ofensiva militar liderada por Arabia Saudí, que en su tercera fase ha convertido las viviendas huthis en objetivo de potenciales ataques. Esta "urbanización" del conflicto ha extendido el miedo, toda vez que, como ha recordado Sancristóval, los rebeldes viven "en el mismo barrio que todos los demás".

Sancristóval ha instado a todas las partes a "cambiar la actitud" y respetar a los civiles y ha propuesto convertir el "impacto sobre la población" en "medida de presión". "He estado en otras guerras en Yemen y no había visto tanta destrucción", ha lamentado.

Sin agua

A la inseguridad se suma un embargo "de facto" que ha dejado al país sin unos suministros vitales para la población. Sancristóval ha denunciado que los aeropuertos y los puertos apenas son utilizables o están cerrados y el transporte por carretera es "casi inexistente".

La responsable de MSF ha subrayado que el combustible se ha convertido en el bien más necesario, ya que su uso es clave para conductas tan básicas como extraer aguas de pozo. No en vano, en zonas como Saná, la capital, el agua está a 200 metros de profundidad y es necesario un sistema de bombeo que requiere una fuente de energía.

"La gente roba agua porque necesita beber", ha explicado Sancristóval, al hablar de un bien preciado del que dependen miles de vidas. "Si un bebé no tiene agua en tres días muere de deshidratación", ha apostillado.

La propia población ha dado las gracias a MSF por hacerse eco de esta falta de agua, que se agudiza especialmente en áreas desérticas donde la temperatura puede llegar a superar los 50 grados.

Consecuencias médicas 

La falta de combustible también ha tenido consecuencias en la atención médica de la población, ya que sin energía apenas hay frigoríficos donde guardar insulina o no se puede producir oxígeno, según Sancristóval, que ha puesto dos ejemplos de toda una batería de consecuencias.

MSF ha tratado desde el 19 de marzo a más de 1.700 heridos, la mayoría de ellos en Adén (sur), donde se libra una "guerra en la calle" en la que todos los edificios sirven de trinchera. La portavoz de la ONG ha advertido de que grupos de francotiradores se han apostado en el principal hospital de la ciudad.

Con unas instalaciones en precario y el miedo a potenciales ataques extendido entre la población de todo el país, el ciudadano de a pie no siempre acude al lugar donde puede recibir la asistencia que necesita. "Cuando alguien esté herido, tiene que pensárselo muy bien antes de salir de casa", ha dicho Sancristóval.

La situación se hace evidente en el caso de los partos. Un mayor número de mujeres opta por dar a luz en su domicilio e incluso cuando están en el hospital, a escasas horas de tener un hijo, llegan a abandonar el centro por miedo a estar en un núcleo urbano.

Esta dispersión complica la labor de asistencia de MSF y de otras agencias, en un país donde se suma el miedo a las concentraciones a la escasa tradición histórica de organizar campamentos de desplazados. "Piensan que si los grupos son de mil personas les van a bombardear", ha afirmado Sancristóval.

Al menos 34 personas resultaron heridas por un ataque aéreo que golpeó el pasado 30 de marzo el campo de desplazados de Al Maraq, en Hajjah. Estos heridos fueron llevados al hospital público de Haradh, uno de los que gestiona MSF con parte de su más de medio millar de trabajadores.

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