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El agua es un bien público y así lo recoge la ley de aguas. Sin embargo, el agua subterránea que fluye a determinados grados y que se considera mineromedicinal, regula su aprovechamiento a partir de la ley de minas, como si fuera carbón o pizarra. Esa agua termal que nació de manantiales milenarios provee de identidad al territorio. Así lo han visto algunos municipios rurales decididos a recuperar antiguos balnearios o a dinamizar antiguas pozas públicas.
Esta semana El Escarabajo Verde ha comprobado sobre el terreno la riqueza que supone para un municipio contar con un manantial de agua termal. También ha observado que no toda el agua que emana a más de 20 grados puede considerarse terapeútica. Si para los geólogos, a los que les compete el estudio de este recurso, el agua es mineromedicinal a partir de temperaturas relativamente bajas -4 grados más de la temperatura ambiente-, para los terapeutas, un agua no es considerada termal si no supera la temperatura del cuerpo, es decir los 37 grados.