La lámina de agua de la Balsa de San Diego tiene ya 11 metros de altura, alcanzando una cota de 632 metros sobre el nivel del mar. Es decir, en ella se almacenan ya alrededor de 12 millones de m³ de aguas del Júcar destinados a paliar la sobre-explotación de los acuíferos subterráneos del Vinalopó y l’Alacantí. O lo que es lo mismo, más de la mitad del embalse está lleno, superando así el “ecuador” del Programa de Puesta en Carga aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino. Y es que esta semana ha finalizado el llenado del segundo escalón de carga del embalse, donde se almacenan los recursos superficiales del Júcar trasvasados por la Conducción Júcar-Vinalopó.
La inversión ejecutada en las obras del trasvase ronda los 330 millones de euros, de los que 120 han sido financiados por la Comisión Europea a través de fondos FEDER. Superado ya este segundo escalón de carga, en las próximas semanas se llevará a cabo una nueva campaña de auscultación y análisis topográfico pormenorizado del talud de la balsa. De esta forma, al igual que se hizo ya tras el llenado del primer escalón de carga, los técnicos podrán comprobar si el comportamiento de la presa sigue siendo el óptimo.
Llenado en 4 etapas
El Programa de Puesta en Carga de la Balsa de San Diego aprobado por el Ministerio de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino establece que su llenado se realice por etapas, respetando cuatro escalones de carga hasta alcanzar su nivel máximo de almacenaje. El tiempo de permanencia en el umbral superior de cada escalón no puede ser inferior a un mes. El vaciado se realiza a través de la conducción principal hacia la Central de Alorines, donde la conducción principal conecta con el post-trasvase. El flujo de agua por la conducción puede interrumpirse en cualquier momento desde la Sala de Control de la Balsa de San Diego. Esta función es de vital importancia en caso de emergencia para poder disponer así de la máxima capacidad de desagüe.
El Programa de Puesta en Carga establece también que durante este primer llenado se debe realizar una lectura intensiva de todos los elementos de auscultación, lo que implica una toma de datos diaria para la inspección visual, control de presión, control de filtraciones, desplazamiento en cuerpo de balsa y cimiento, nivel del embalse, caudales y variables meteorológicas. De forma ocasional se está realizando también nivelación de precisión, estudios de posibles movimientos sísmicos mediante acelerógrafos, así como inspección visual de válvulas y compuertas. Existen tres niveles de control de la evolución de la balsa en función de los datos registrados y la observación periódica: normalidad, alerta y alarma. Cada nivel conlleva la aplicación de diferentes medidas de control y seguridad.
La Balsa de San Diego, punto final del trasvase Júcar-Vinalopó, tiene capacidad para almacenar más de 20 millones de m³ de agua, cantidad suficiente para regar 10.000 hectáreas de cultivos, lo que permitirá dejar de extraer esos recursos de los acuíferos subterráneos del Vinalopó y l’Alacantí. En épocas de bonanza hídrica, la balsa podrá llenarse 4 veces al año. Tiene unas dimensiones espectaculares, por eso ha sido clasificado como Presa de Categoría A por la Dirección General del Agua: su perímetro supera los 4 kilómetros de longitud, su altura máxima es de 38,5 metros y el ancho de base de su talud llega a alcanzar los 200 metros. El agua almacenada, en su cota máxima, rondará los 22 metros de profundidad, es decir, cubre un edificio de 7 plantas. Y cuando se llene del todo, la lámina de agua tendrá una superficie equivalente a 115 campos de fútbol (1.150.000 m²).
Fuente.- ACUAMED