Altered Carbon es una serie de ciencia ficción de Netflix en la que todos los seres humanos tienen un implante que guarda su conciencia, lo que implica que podrían vivir eternamente tan solo cambiando de cuerpo (o “funda”, como lo llaman en la serie). La teoría, sin embargo, no se corresponde con la práctica: mientras que los pobres tienen que conformarse con “fundas” deterioradas, pasar años “dormidos” sin funda o experimentar la muerte real, los ricos cambian de cuerpo a placer para no morir. Son los llamados ‘Mats’ (de Matusalén).
Algo similar está ocurriendo en Ciudad del Cabo con el agua y las desigualdades que provoca la falta de ella. Pero veamos en detalle cómo hemos llegado a esta situación de ciencia ficción en la vida real.
El ‘Día 0’ en el que la ciudad se quedaría hipotéticamente sin agua ha sido retrasado por segunda vez hasta el 9 de julio
Sequía en Ciudad del Cabo
El pasado mes de enero saltaba la noticia: Ciudad del Cabo tan solo disponía de agua hasta el 22 de abril, día en el que se cerrarían los grifos de la ciudad. Una severa sequía de dos años de duración tenía la culpa.
Las medidas tomadas han sido drásticas, y por lo visto, efectivas: el ‘Día 0’ en el que la ciudad se quedaría hipotéticamente sin agua ha sido retrasado por segunda vez hasta el 9 de julio, dando un respiro a los capenses ante la urgencia de las últimas semanas.
Por otro lado, los datos de precipitación mensual media de Ciudad del Cabo muestran que la temporada de lluvias normalmente tiene lugar durante los meses de junio y julio, lo que da esperanzas para creer que el temido día en el que se cierre el grifo se pueda evitar. Eso sí, acompañado de medidas de conservación y buena gestión y no solo confiando en que llueva.
Climograma de Ciudad del Cabo (climate-data.org)
Dejando de lado la parte puramente climática y relativa al agua, que da para un reportaje pormenorizado y (muy) largo, en este post quiero entrar en la desigualdad que comento al principio.
Y es que la situación en Ciudad del Cabo nos ha dejado varias lecciones importantes. La primera de ellas y la que quiero destacar es que los impactos de las crisis de agua no están distribuidos uniformemente; las comunidades más pobres se llevan la peor parte.
Tal como asegura el científico americano Peter Gleick en un artículo reciente para el Huffington Post, la restricción actual en la zona se sitúa en 50 litros por persona y día, que sería el mínimo básico de agua para las necesidades humanas como beber, lavar o cocinar. No obstante, hay barrios ricos en la provincia de Cabo Occidental, donde se localiza Ciudad del Cabo, salpicados de piscinas y jardines ornamentales, además de un sector agrícola que consume gran parte del agua de la región.
Los impactos de las crisis de agua no están distribuidos uniformemente; las comunidades más pobres se llevan la peor parte
Cuando los grifos se cierren, si es que se llega a esa situación, la capacidad de las comunidades ricas para encontrar, disponer y pagar por fuentes de agua alternativa, como pozos privados y entregas de agua, se harán aún más evidentes. Los que serían los ‘Mats’ de este despropósito, de hecho, están ya llenando piscinas (no hay más que ver los anuncios inmobiliarios), construyendo tanques o perforando pozos.
La desalación, la esperanza… o no
En la búsqueda de soluciones a la falta de suministro, la desalación de agua de mar se perfila como el ‘santo grial’ en una región donde no hay nuevas fuentes de agua disponibles, sobre todo teniendo en cuenta que el agua que proporciona el océano es prácticamente ilimitada.
Sin embargo, la desalación, de nuevo, no es la panacea que resolverá los problemas hídricos de Ciudad del Cabo. Los elevados e inevitables costes de la desalación, tanto en la inversión inicial como en el mantenimiento y en el precio final del agua desalada, plantean los mismos problemas de inequidad. Un ejemplo claro es la planta de desalinización de Sidney, que se construyó durante una sequía y ha costado a los consumidores 535 millones de dólares australianos por estar en estado de ‘hibernación’ desde que la escasez de agua finalizó.
La desalación de agua de mar se perfila como el ‘santo grial’ en una región donde no hay nuevas fuentes de agua disponibles
Sudáfrica ha luchado durante años contra la desigualdad en el acceso al agua; no en vano fue el país pionero en implantar la política de proporcionar a todos sus habitantes una cantidad mínima de agua de forma gratuita. Pese a todo, según empeora la crisis del agua, los problemas de equidad continuarán acentuándose entre los que tienen los medios para acceder al agua y los que no.
Todos nos acercamos irremediablemente a nuestro Día 0, y por eso los ojos están puestos en la gestión de esta crisis en Ciudad del Cabo… y en que continúe la ciencia ficción.