Con el primer día del tour completado, me queda claro que los holandeses saben de agua, y saben mucho. Comenzamos el viaje visitando Dutch Water Athorities (DGA) en La Haya, una organización independiente del Gobierno del país con su propia capacidad regulatoria en materia de aguas y sus propias elecciones cada 4 años. Este organismo es la autoridad bajo la que operan actualmente las 23 Regional Water Athorities, con los mismos deberes y privilegios que su organización “paraguas”, como Dutch Water Authorities se autodenomina.
Las funciones de este órgano se desarrollan en torno a tres pilares: la protección contra inundaciones, la gestión de las aguas superficiales y el tratamiento de las aguas residuales. No se encargan, sin embargo, de proveer agua potable para abastecimiento, misión que se reparten las 10 compañías de aguas existentes en Holanda que producen y transportan el recurso.
De estos tres aspectos en DGA, cabe destacar el interesante modelo de gestión de las aguas residuales. El sistema de financiación se divide en:
- Ciudadanos, que pagan un impuesto por contaminar el agua que se mide en “unidades de contaminación”, correspondientes a las personas que habitan un hogar; e
- Industrias + agricultura y ganadería + ONGs, con un sistema “interest-pay-say” basado en el interés que muestre el contaminador por el tratamiento de sus aguas residuales. Lógicamente, DWA mide los efluentes, así que más vale tener “interés” o enfrentarse a elevadas multas.
Este modelo no se suele aplicar a las grandes empresas, que cuentan con sus propias PTARs y reciben subsidios de la DGA para adoptar las mejoras disponibles. Igualmente, la DGA controla sus efluentes.
Respecto al marco legislativo, la ley holandesa ha variado muy poco en los últimos 50 años. El principio de “quien contamina paga” y los permisos de vertido siguen siendo los ejes principales que rigen la política de aguas residuales, además de medidas complementarias como la educación ciudadana, la investigación aplicada o el benchmarking.
Y precisamente el ámbito de la investigación fue lo que ocupó el resto de las visitas del día. En la segunda parada, en Technical University Delft (TU Delft), la exposición se centró en las metodologías de estudio en las diferentes fases del ciclo integral del agua, así como en la estrecha colaboración entre la universidad y las empresas que financian parte de los PhD en TU Delft. Este modelo, no exento de problemas, al menos garantiza el soporte económico de los estudios hasta su finalización, con aportes mínimos que 300.000 euros y una duración media de 4 años.
Durante el recorrido por los diferentes laboratorios, la representante de TU Delft puso especial énfasis en la filosofía de colaboración internacional y en la investigación enfocada a la reutilización de los componentes de las aguas residuales, que actualmente llevan a cabo varios post-doc.
De hecho, nuestra parada “dos y media” (ya que seguimos en la misma TU Delft) fue precisamente el centro de investigación en biotecnología, donde pudimos conocer un proyecto de investigación en el que el propósito es crear bioplásticos a partir de la materia orgánica presente en las aguas residuales a partir de bacterias específicamente creadas para ello.
Finalmente, cerramos el primer día con la visita a DELTARES, un instituto independiente de investigación aplicada y consultoría en materia de aguas y suelos, donde el proyecto “estrella” CAPWAT pone su mirada en la mejora del diseño de las tuberías que transportan las aguas residuales y pluviales mediante el uso de un sistema de láser que mide el desgaste que éstas provocan en su interior. La meta es ahorrar dinero en el cambio de tuberías, ya que el nuevo modelo está destinado a durar más.
¿Qué nos deparará el martes?