Hace unas semanas la Ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, anunció en una comparecencia en el Congreso de los Diputados la creación de un Plan Nacional de Depuración, Saneamiento, Eficiencia, Ahorro y Reutilización. Este Plan tiene como objetivo de garantizar una gestión sostenible basada en el ciclo integral del agua y aportar transparencia a los escenarios de gestión.
Hoy mismo, el Tribunal de la Unión Europa condena a España a pagar 12 millones por incumplir normas sobre tratamiento de aguas residuales urbanas e impondrá una multa coercitiva de 11 millones de euros por cada semestre que persista el incumplimiento a partir del miércoles, 25 de julio.
Tanto el Plan de Saneamiento y Depuración de 1995 como el Plan de Calidad de Aguas: Saneamiento y Depuración del 2010, supusieron un importante esfuerzo en la inversión de infraestructuras
Tanto el Plan de Saneamiento y Depuración de 1995 como el Plan de Calidad de Aguas: Saneamiento y Depuración del 2010, supusieron un importante esfuerzo en la inversión de infraestructuras que permitieran cumplir con las obligaciones de la Directiva 91/271/CEE. El segundo plan mencionado pretendía ser lo suficientemente ambicioso como para contribuir, además, a alcanzar los objetivos ambientales de la Directiva Marco del Agua en el año 2015. Pero en muchos casos, y tras el esfuerzo realizado en la construcción de infraestructuras, las depuradoras de un número considerable de municipios presentan situación de abandono o una explotación incorrecta.
Esta problemática debería afrontarse elaborando un Plan que permita apostar por una vía relacionada con una mejor gestión de los recursos agua, energía y residuos de forma que garantice, entre otras cosas, el perfecto funcionamiento y mantenimiento de las depuradoras y del sistema de saneamiento.
Desde mi posición como experta en el asesoramiento en procesos de planificación hidrológica a distintas administraciones públicas, considero que son varios los elementos que se deben considerar a la hora de abordar la elaboración de este ambicioso plan y alcanzar el cumplimiento de las Directivas Europeas en materia de aguas:
- Visión integrada y planificación estratégica de los recursos agua, energía y residuos.
- Influencia de la fiscalidad del agua en el ahorro y la disminución de la contaminación.
- La reutilización como un elemento más en la gestión integrada de los recursos hídricos.
- Gestión integrada de los servicios de abastecimiento, saneamiento y depuración.
Quiero retomar mi actividad en la sección de blogs de iAgua con la publicación de una serie de post en la que analizaré cada uno de los puntos anteriormente citados.
Respecto al elemento, la visión integrada y planificación estratégica de los recursos agua, energía y residuo, cabe comentar que los efectos del cambio climático son cada vez más patentes y tangibles.
La energía y el agua son dos de los recursos primordiales que se encuentran en el centro de los cambios y retos originados por el cambio climático. El primero, como principal causante del calentamiento global a través de la quema de combustibles fósiles, y cuya imperiosa necesidad y creciente demanda plantean la necesidad de cambios y reformas en el sistema productivo y el mix energético para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (mitigación).
El segundo, como recurso esencial cuya disponibilidad se verá altamente afectada, y cuya creciente variabilidad espacio-temporal requerirá el desarrollo de estrategias de preparación tanto en el ámbito de la planificación hidrológica, como de gestión por parte de los usuarios (adaptación).
Las numerosas interdependencias existentes a lo largo del ciclo de provisión y utilización de estos dos recursos – el llamado nexo agua-energía - hacen que una visión integrada y planificación estratégica orientada hacia la optimización en su uso sea una herramienta clave para afrontar los compromisos de mitigación y los retos de adaptación al cambio climático.
En lo referente al mix energético, es la combinación de las diferentes fuentes de energía y el conjunto de tecnologías empleadas para la satisfacción de la demanda eléctrica.
Por otro lado el mix-hídrico, es la combinación de diferentes fuentes de agua (aguas subterráneas, efluentes regenerados de las EDARs, aguas superficiales y desalación de agua marina) y de las tecnologías utilizadas (transporte, tratamiento y distribución) para producir agua que cumpla con los requisitos de calidad específicos necesarios para ciertas actividades, en un determinado momento del año.
Resulta urgente consolidar una política del agua basada en la gestión de la demanda, basada en el ahorro y en la disponibilidad de recursos hídricos alternativos
Resulta urgente consolidar una política del agua basada en la gestión de la demanda, basada en el ahorro y en la disponibilidad de recursos hídricos alternativos, como es la reutilización de aguas depuradas.
La solución al problema de la escasez de agua con fuentes de agua no convencionales será una tendencia creciente que se traducirá en una mayor demanda de consumo energético. Pero esta demanda energética podría cubrirse con fuentes renovables de energía, de forma que se reduzca el consumo de combustibles fósiles para obtener la gran cantidad de energía que requieren las plantas de tratamiento de agua.
Por tanto, es manifiesta la importancia de una futura integración de las energías renovables en el Ciclo Integral del Agua.
A este nexo agua-energía se sumaría un término más: la gestión de los residuos contaminantes. La contaminación generada, tanto puntual como difusa, es una de las presiones que afecta a la calidad de las aguas continentales. Los problemas de escasez de agua no son solo cuantitativos, sino cualitativos y es esencial prevenir la contaminación de las fuentes de agua.
Es manifiesta la importancia de una futura integración de las energías renovables en el Ciclo Integral del Agua
Como fuentes puntuales, las más significativas son: vertidos de aguas residuales urbanas, vertidos industriales, vertidos térmicos procedentes de aguas de refrigeración, vertidos de plantas desaladoras o generados en vertederos e instalaciones para la eliminación de residuos. Dentro de las fuentes difusas se encuentran actividades agrícolas, ganadería no estabulada, transportes e infraestructuras sin conexión a redes de saneamiento, escorrentía urbana, o en menor grado, suelos contaminados, gasolineras o deposición atmosférica.
A la vista de todo lo anterior, la elaboración de una estrategia de gestión y planificación integrada de recursos - agua, energía, residuos – sería un paso clave para identificar vulnerabilidades e ineficiencias, encontrar sinergias entre procesos, mejorar el rendimiento y la elasticidad de la actividad económica para hacer frente a cambios externos, y disminuir la presión sobre el medio ambiente.
Esta estrategia de gestión integrada se debería basar en una mayor medida y contabilización de los flujos de recursos y el cierre de los ciclos mediante la aplicación del concepto de economía circular. Al mismo tiempo, la aplicación de esta estrategia permitiría optimizar, por ejemplo, el desarrollo de la actividad agraria, y reducir su dependencia de recursos externos, y por tanto su vulnerabilidad al cambio climático.
Pero dentro de este complejo conjunto de elementos, la fiscalidad, sobre la que escribiré en el próximo post, tiene una importante capacidad para influir sobre el comportamiento de los usuarios…