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El nexo agua-alimentación-energía

Sobre el blog

Alberto Guijarro Lomeña
Ingeniero Industrial y Posgrado en Cooperación Internacional. Agua, saneamiento, Agenda ODS, desarrollo, sostenibilidad, RSE.

La existencia de foros sectoriales especializados, como este de iAgua, es muy necesaria para reflexionar, compartir información y profundizar en el ámbito del agua y saneamiento.

Pero claro, existen riesgos que es preciso solventar: existe, por ejemplo, el riesgo de estudiar el agua como un sector de tal importancia que todo lo que esté fuera del mismo corresponde “a otros” expertos, sectores, organismos, medios…

Sobre esto me gustaría hablar hoy; y para ello empezaría con una cuestión muy concreta: ¿somos conscientes de las interacciones existentes entre el agua, la alimentación y la energía?.

Según la FAO, en la actualidad el sector agroalimentario supone del orden del 70% de las extracciones mundiales de agua dulce a lo largo de toda la cadena de producción, transporte y comercialización de alimentos. Análogamente, la producción de alimentos supone el 30% del consumo global de energía, requerida para producir, transportar y distribuir los alimentos así como para el funcionamiento de los sistemas de regadío y la producción de fertilizantes.

¿Somos conscientes de las interacciones existentes entre el agua, la alimentación y la energía?.

Asimismo, la producción energética global representa del orden del 15% de las extracciones de agua, al ser esta necesaria tanto en la producción de energía hidroeléctrica como en otras modalidades de producción de energía que necesitan grandes cantidades de agua tanto en la extracción de materias primas como en su refinado, su enfriamiento, o, por ejemplo, para el cultivo y el procesado de la producción de los biocombustibles.

Inversamente, también la energía es necesaria para el acceso al agua, tanto en el proceso de captación del recurso hídrico (por ejemplo, para el bombeo), como en el proceso de potabilización para su consumo (especialmente intensivo en el caso de la desalinización), en su distribución desde los lugares de producción a los de consumo o en el transporte y tratamiento posterior de aguas residuales.

Por tanto, es evidente la relación entre los tres elementos. Ahora bien: ¿alguien conoce algún país en el que las políticas de agua, alimentación y energía se diseñen de forma coordinada?.

Hasta ahora el “business as usual” de estos sectores ha sido mayoritariamente abordado de manera independiente, tanto desde los gobiernos como desde las empresas, centros de investigación y ONGs. Sin embargo en un futuro nada lejano esta situación posiblemente no se pueda mantener debido a que la demanda de agua, alimentos y energía va a crecer como consecuencia, entre otros, del crecimiento demográfico y urbano, los cambios en las dietas alimenticias o el crecimiento económico, mientras que la oferta tiene dificultades para aumentar porque en muchos casos está cerca de llegar a sus límites de sostenibilidad económica, social o ambiental, o se puede ver afectada por el cambio climático. Según las estimaciones de distintas agencias de Naciones Unidas y de la Agencia Internacional de la Energía:

  • La producción de alimentos deberá incrementarse un 60% de aquí a 2050
  • Las extracciones mundiales de agua se espera que aumenten en un 55% en el año 2050.
  • El consumo mundial de energía se prevé que se incremente en un 50% en el año 2035.

Estas previsiones suponen una clara amenaza para la degradación ambiental y para el bienestar de la población mundial, pues podrían incrementarse las actuales carencias globales en agua, alimentación y energía, que son muy elevadas, y la afección a los recursos naturales.

Las políticas adoptadas en el pasado ya no son una opción, pues han demostrado que son claramente insostenibles y han generado una gran desigualdad en el acceso al agua, la alimentación y la energía. Esto hace que el abordaje del nexo cobre especial relevancia, al permitir el desarrollo de políticas y acciones integradas o, cuando menos, coherentes, que aseguren el bienestar de la población y la sostenibilidad del medio ambiente.

Ante todo esto, la pregunta es:

¿seguimos diseñando e implementando las políticas, proyectos e investigaciones sobre agua, alimentación y energía en ministerios/empresas/ONG/Universidades/… de forma independiente, o empezamos a sentarnos para abordar estos ámbitos de una manera más integral?.

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