El año pasado me sorprendió y apasionó la reflexión y el detalle con que uno de mis profesores (Me considero alumno en estado perpetuo de inquietud por saber y aprender…) nos dio sobre la información generada en la red, el tráfico en internet y las grandes plataformas y empresas tecnológicas que hoy en día nos ofrecen sus increíbles servicios de manera gratuita y tan desinteresada.
Hace tiempo aprendí que, en el mundo de internet, Apps y dispositivos móviles, cuando algo es “gratis”, es que el producto ofrecido simplemente eres tú.
Bajo la comprensión de lo que esto significa y la resignación de sentirme producto desde entonces, aprendí a ver las ventajas y oportunidades que te brindan al ser un producto. Obviamente no me buscan a mí, aunque tenga algo que ofrecer (mi madre siempre lo piensa); lo que más valoran de mí estas bondadosas empresas es mi tráfico en internet, mis datos cedidos a las aplicaciones y la relación con el entorno que yo como persona tengo, para poder analizar mi patrón de consumidor o generación de información.
Aceptando estas premisas y para desempeñar estos fines existen unas pequeñas “infiltradas” que realizan este trabajo. Las cookies o “galletitas informáticas” son las encargadas de recopilar todas las informaciones de valor de nuestras interacciones en las páginas web y uso de navegadores. Como definición básica podemos decir que una cookie es una pequeña información (generalmente en modo de archivo) enviada por un sitio web y almacenada en el navegador del usuario, de manera que el sitio web puede consultar la actividad previa del navegador, así como almacenar cierta cantidad de datos (de manera local).
La idea original y su misión principal es identificar al usuario que se conecta a la página web almacenando su historial de actividad en ese sitio web concreto, de manera que se pueda personalizar su experiencia de usuario. A veces las cookies son absolutamente necesarias en algunas webs.
Son cuatro los tipos de cookies más habituales: las cookies de sesión o temporales, las permanentes, las seguras y las zombis.
- Las cookies de sesión se crean de forma temporal y se borran cuando cierras el navegador.
- Las cookies permanentes se almacenan en la carpeta de tu navegador y guardan información sobre tu comportamiento y preferencias en el sitio web. Se activan de nuevo en cuanto visitas la página web que la creó.
- Las cookies seguras se diferencian del resto en que se crean y almacenan de manera cifrada para hacerlas inaccesibles ante cualquier tipo de acceso no permitido o controlado.
Las zombis, son un caso especial ya que los navegadores tienen muy poco o nada de control sobre ellas. Continúan creándose de manera independiente y se guardan en carpetas del dispositivo (no del navegador). Suelen tener potenciales ventajas para acceder a tipos de información “valiosa” de manera independiente al tipo de navegador que se esté usando. Esta característica las puede convertir en una potencial amenaza para la privacidad y seguridad del usuario.
Es importante saber qué tipo de cookie (y que información almacenará) aceptamos en el uso de nuestros navegadores en la web para tener acotados los posibles problemas de seguridad y privacidad.
Toda esta información agregada a miles de fuentes más de otros usuarios y aplicaciones diferentes hace que pueda tener unas búsquedas en internet más efectivas y exitosas, una propuesta de valor en contenidos más cercana a mis expectativas y por supuesto, la ruta más corta y rápida para llegar al trabajo por la mañana. No es de extrañar que hoy en día las mayores empresas por capitalización del mundo sean empresas tecnológicas que despuntan en gestión de la información y que, por tanto, siendo simplistas, algo que las hace valiosas es la información que obtienen, poseen y gestionan. Cada una de estas empresas ofrecen servicios, interactúan con los usuarios, generan tráfico e informaciones, y eso es lo que las hace crecer y ser más valiosas. No quita para nada que toda la tecnología sea un producto con valor en sí mismo. Lo importante es que es la información la que hace despuntar el enfoque de ese producto o servicio.
Un símil que se me ocurre pueda ser acertado es el de una “Mina”. Los datos están ahí…en ti, en el entorno, simplemente tienen que estar cavando y cavando para alcanzar su gran y preciado premio, que en este caso es la información. La información transformada en valor es lo que hace que en sí misma esa información vaya aumentando de valor.
Este conjunto de manera coordinada es lo que se denomina ecosistema de información. Las aplicaciones interactúan de manera coordinada y los grandes actores en las tecnologías de información promueven sus propios ecosistemas de aplicaciones y gestión de la información. El tráfico dentro de su ecosistema es el gran y ansiado producto por el que las plataformas de información están compitiendo.
No nos apuremos; la información también es para facilitarnos y mejorarnos la vida. Propongo interactuar y aprovechar al máximo los sistemas y plataformas que se nos brindan para mejorar nuestro día a día, nuestras experiencias con las tecnologías de la información y todas las Apps que al final nos brindan un servicio que podamos valorar como útil o deseado.
Amigo mío, piensa que, aunque seamos un producto, podemos participar de este mundo también para crear valor o simplemente para disfrutar de ello.