Que levante la mano quien nunca haya vivido la situación de hablar con alguien que hace mucho que no ves y quedáis en tomar un café “algún día”, y ese día nunca llega. Hasta que os volvéis a encontrar por casualidad y se repite la misma situación. Estamos hablando del café inexistente, ese café que nunca llega pero que nos ayuda para mantener el contacto con un amigo del pasado. ¿Por qué no decirle que ha sido un placer verte pero que no queremos tomar nada? Quedaría feo, ¿verdad?
Pues bien, con la innovación nos ocurre algo parecido. ¿Cuántas veces nos ha llegado a la mesa una tecnología, hemos intentado probarla, pero por A o por B no se ha llevado a cabo y guardamos la información en la carpeta del escritorio de nuestro ordenador? ¿Y cuántas veces nos ha vuelto a llegar esa misma tecnología, tres, cinco, siete años después, vestida con un modelito nuevo, más mono, pero con el mismo núcleo?
La innovación es como nuestro círculo de relaciones personales. Tenemos que saber diferenciar entre quiénes son cafés inexistentes, y quienes son nuestros más allegados, quienes son aquellos que necesitamos tener cerca y a quién debemos decirle que no queremos tomarnos nada con ellos.
La Innovación tiene que partir de la Sostenibilidad, la Economía Circular y el 4.0
Esta decisión es la verdaderamente difícil. ¿Cómo sabemos que una línea de investigación, o un modelo de negocio es mejor que otros y cómo nos decidimos por el que debemos luchar? He ahí la dificultad de la innovación, y la importancia de tomar buenas decisiones a la hora de trazar una estrategia para crecer como empresa. Lo único que parece claro es que aquellas decisiones que tomemos tienen que ir alineadas con una serie de axiomas: Sostenibilidad, Economía Circular, y el 4.0.
A modo de resumen, podríamos decir que es importante llevar a cabo una vigilancia tecnológica del sector, pero siempre sin perder de vista aquello para lo que estamos trabajando: abastecer de agua a la población. Agua con la que haremos los cafés que sí tomaremos.