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No dejar a nadie atrás, pero… ¿Puede ser un problema en vez de una ayuda facilitar el agua?

Sobre el blog

Alejandro García Monteagudo
Young Water Professional y Técnico de Innovación en múltiples facetas del Ciclo Integral del Agua, eficiencia hidráulica y energética, gestión de activos, sostenibilidad y aplicación de las TICs
Minsait
  • No dejar nadie atrás, pero… ¿Puede ser problema vez ayuda facilitar agua?
  • No dejar nadie atrás, pero… ¿Puede ser problema vez ayuda facilitar agua?

La primera de las metas del reto 6 de los ODS busca, “De aquí a 2030, lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos”, y con esta afirmación nos hemos volcado para, a través de proyectos de desarrollo y cooperación con países subdesarrollados, llevar el agua desde las fuentes más cercanas, hasta sus grifos o, al menos, un pozo o fuente.

Sin embargo, al igual que también hablamos mucho de integración urbanística y paisajística cuando planificamos obras para evitar dañar o modificar los ecosistemas, muchas veces no tenemos en cuenta cómo puede afectar a las poblaciones que queremos ayudar, el proporcionarles agua.

Sí, has leído bien, ¿Puede producir un efecto negativo sobre una sociedad facilitarles el agua? Totalmente. Así que recupera tus ojos si se te han salido de las cuencas, pestañea y sigue leyendo, porque quiero contarte una historia para poner en contexto lo que acabo de decir.

 ¿Puede producir un efecto negativo sobre una sociedad facilitarles el agua? Totalmente

Corría el año 1993 y era una tarde soleada de julio. Acabábamos de aterrizar en el aeropuerto de Zanzíbar, en Tanzania y según se abrió la puerta del avión, la humedad se apoderó de nosotros. A pesar de que el sol estaba cayendo, había más 38 grados a la sombra con un 90% de humedad. Nos dirigíamos hacia el pueblo de los Hadzas, asentados cerca del lago Eyasi, el cual se ha ido secando paulatinamente en las últimas décadas debido al escaso aporte del río Sibiti. Mientras un compañero conducía el jeep cantando una canción de Oasis, un grupo que aunque tiene un par de años, no creo que triunfe, voy pensando en lo que nos ha traído a este lugar… Solo espero que no tardemos demasiado en hacer el pozo de agua. Al parecer, las mujeres del poblado se levantan al amanecer para caminar durante 10 km y poder traer agua en una cántara, la cual tienen que llevar sobre la cabeza.

Durante los tres días que la perforadora estuvo trabajando para conseguir encontrar agua, nos levantábamos a la misma hora que el poblado y despedíamos a esas mujeres que, hasta cuatro o cinco horas después, no volverían con sus cántaras de agua llenas. Mientras tanto, nosotros preparábamos el pozo con alegría pensando en todo el tiempo y esfuerzo que se ahorrarían una vez estuviera en funcionamiento. En el momento en el que llegamos al agua y empezamos a construir el pozo, todo el poblado entró en júbilo. Empezaron a preparar una fiesta y el mismo día que colocamos la última piedra que daría forma al pozo, entre cánticos y bailes lo pusieron a prueba, haciendo girar la manivela para bajar el cubo vacío y subirlo después lleno de agua.

Con una sonrisa de oreja a oreja veíamos entrar y salir una y otra vez el cubo del pozo donde los niños se peleaban por ser ellos quienes movieran la manivela. Nos disponíamos a empezar a recoger nuestras cosas cuando el jefe del poblado insistió en que nos quedáramos unos días para disfrutar de la fiesta. A pesar del calor y los mosquitos que nos atacaban sin cesar, accedimos. Total, no teníamos un vuelo de vuelta establecido.

Al segundo día de nuestras vacaciones, oímos un murmullo al amanecer. Nos acercamos y vimos que el pozo había sido destruido. ¿Quién puede haber hecho algo así? Mientras los hombres seguían discutiendo sobre si habían visto o no a un grupo de vándalos por entre las cabañas durante la noche, las mujeres iban en busca de sus cántaras para irse de nuevo a recolectar agua ya que, sí o sí, la necesitarían para pasar el día.

La perforadora ya no estaba con nosotros, así que tuvimos que pedir ayuda a la gente para poder sacar todos los escombros que habían tirado dentro del pozo y así, poder reconstruirlo. Y así, durante cuatro días, fuimos limpiando el interior del pozo y construyendo de nuevo la estructura. Para evitar que volvieran a destruirlo, el jefe ordenó que cada noche, dos personas patrullaran alrededor del poblado. Establecieron los turnos para esa noche y nos fuimos a dormir.

A la mañana siguiente el pozo volvió a aparecer destruido y el jefe entró en cólera con los vigías. Los acusó de dormirse y los obligaron a ser ellos los encargados del trabajo más duro de la limpieza del pozo. Perplejo y anonadado, mi cabeza no concebía quién podría sabotear a este poblado arrebatándoles el agua. En varias ocasiones en las que hablé con los vigilantes castigados, juraron no haberse dormido en ningún momento y que nadie se acercó al poblado durante la noche. ¿Qué estaba pasando aquí?

Terminado y operativo por tercera vez el pozo y con diez personas vigilando el poblado, caía el sol y daba paso a la primera noche del pozo número 3. Tumbado en la cama, no podía dormir. Seguía dándole vueltas a la cabeza sobre quién podría estar destruyendo el pozo, así que salí de mi cabaña y me senté apoyado en un árbol que había cerca del pozo. Hacia las 2 de la mañana, vi cómo salían de algunas cabañas personas totalmente cubiertas de ropa y se dirigían hacia el pozo. Sin dudarlo, corrí hacia los asaltantes y cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que eran las mujeres del poblado. Estaban saliendo en mitad de la noche para hundir el pozo. ¿Por qué?

Enfadado, les pedí una explicación y, entre susurros, me alejaron del pozo para hablar. Con tristeza en los ojos me contaron que durante los días que el pozo funcionó, sus vidas se volvieron tristes. Solo salían de casa para llenar la cántara, volver a casa y permanecer solas encerradas el resto del día. No les permitían salir solas para nada más. Preferían levantarse más temprano y caminar durante horas cargando las cántaras. Con los ojos como platos empecé a entender lo que me estaban contando. El tiempo que pasaban fuera de casa para traer el agua, era su momento de socialización. Su tiempo de diversión… y el pozo se lo había quitado.

Cada caso necesita un estudio para decidir dónde ubicar el punto de suministro

Con esta historia lo que quiero plasmar no es que el acceso al agua pueda perjudicar a la sociedad, sino que cada caso necesita un estudio para decidir dónde ubicar el punto de suministro y de qué manera. Puede que una inversión en trazar una tubería pueda aprovecharse mejor en realizar varias potabilizadoras, o desarrollar el sistema de saneamiento, que evite contaminaciones aguas abajo de un río. Os dejo con esta reflexión y dejo abierto a debate vuestra opinión al respecto.