Son conocidos por todos, los problemas existentes a nivel global a raíz del cambio climático: como son por ejemplo aumento de la temperatura global, incremento del nivel del mar por el deshielo de los polos, modificación de las corrientes marinas, extinción de especies… El motor de dicho cambio climático es el auge de las emisiones de efecto invernadero y una de las industrias que más emisiones realiza es la industria energética, en la que predomina todavía en el actual 2020 la producción de energía a partir de combustibles fósiles. Según el informe de 2014 del Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), las emisiones de esta industria suponen el 25% del total. Por ello, la ONU en sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), plantea la transición energética desde los combustibles fósiles a las fuentes de energía renovables.
Un combustible limpio sobre el que podía virar la producción de energía en el futuro es el hidrógeno. No existe por sí solo en abundancia en la Naturaleza, pero sí es muy común formando parte de otras moléculas como la del agua, de la cual se debe obtener mediante su separación. Una manera de conseguir esta división es mediante electrólisis. Acerca de este proceso se suele tener amplio conocimiento empleando agua dulce, pero sólo el 4% del agua de la Tierra es dulce, aproximadamente; es decir, es un bien que se debe cuidar, pero ¿por qué no obtener hidrógeno por electrólisis del agua salada?
Alejandro Pérez en su artículo “Obtención de hidrógeno a partir de agua del mar” en este mismo portal, recogía un estudio de la Universidad de Stanford del año 2019 en el que se comenzaba a hablar de la posibilidad de realizar la separación de la molécula de agua sin necesidad de desalar previamente el agua de mar, pero se resaltaba la necesidad de desarrollo para conseguir rendimientos comerciales. Se plantean por tanto algunas preguntas: ¿cuánto se ha avanzado en el último año? ¿se han conseguido rendimientos comerciales con esta u otras técnicas de electrólisis de agua salada?
Un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid ha analizado cuatro tecnologías existentes y evaluado mediante métodos multi-criterio cuál de ellas tiene mejores previsiones a corto plazo para llegar a rendimientos comerciales. Las cuatro tecnologías estudiadas en él por R. d’Amore-Domenech, O. Santiago y T. Leo son: DES (Direct Electrolysis of Seawater), AE (Alkaline Electrolysis), PEME (Proton Exchange Membrane Electrolysis) y SOE (Solid Oxide Electrolysis).
Bajo la premisa de responder a la pregunta “¿cuál es la mejor tecnología de electrólisis para producir hidrógeno a partir de agua de mar de forma sostenible?” y teniendo en cuenta factores económicos, sociales y medioambientales han llegado a la conclusión de que la tecnología PEME es la que mejores resultados obtiene en los apartados sociales, medioambientales y económicos, aunque en estos últimos seguido muy de cerca por la electrólisis alcalina (AE), que también consigue resultados muy prometedores.
Inciden en que mejoras en la seguridad y disminución de riesgos en esta última tecnología (que tiene peligro de explosiones en su electrolito, frecuentemente hidróxido de potasio, a ciertas condiciones), además del perfeccionamiento en la tecnología en sí, podrían convertirla en la idónea para la expansión comercial, puesto que es la tecnología electrolítica más implantada en el mercado actualmente por sus bajos costes, puesto que no necesita catalizadores o electrolitos tan caros como el resto de técnicas.
El tiempo dirá si se consigue comenzar a obtener rédito económico con una de estas tecnologías o con alguna innovación posterior, pero lo que parece seguro es que se están dando pasos en la dirección correcta para una obtención sostenible de hidrógeno que pueda sustituir a los combustibles clásicos.