A diferencia de lo que sucede en el resto de ciudades del Ecuador, el caso de Guayaquil es excepcional en lo que respecta a la gestión del agua, pues desde inicios del siglo (2001), se encuentra vigente un contrato de concesión a una empresa privada, bajo la regulación y control de un ente autónomo municipal. Siendo la pregunta obligada, ¿Qué llevó a las autoridades municipales a tomar una decisión de este tipo?. La respuesta es clara, debido a los innumerables problemas de gestión y sostenibilidad del servicio, asociado al crecimiento desordenado de la urbe, con el consecuente desarrollo urbano marginal de barrios que carecían de los principales servicios públicos, teniendo que acceder la población a fuentes de agua no segura, a través de: botellones o carros repartidores (tanqueros).
En los últimos días Guayaquil ha experimentado un cambio positivo en relación a la gestión integral del recursos hídrico
Sin embargo, a la fecha la realidad de la urbe porteña es distinta, ya no es latente aquella contradicción que reinaba en la década de los noventa, en la que la ciudad más grande del Ecuador y con abundantes recursos hídricos (río Daule), carecía de una buena cobertura de agua potable. Pues, según consta en el informe de gestión de EMAPAG, empresa pública municipal que se encarga del control y regulación del contrato de concesión, existe la universalización del servicio en la “zona consolidada y reconocida” de Guayaquil; pero estas cifras han levantado más de una polémica, pues a decir de las autoridades de control a nivel nacional, aún existen barrios que no cuentan con el servicio (Nueva Prosperina, Monte Sinaí y San Francisco).
Mas, la calidad del agua no se puede medir tan sólo por la cobertura. Por ello, en los últimos días Guayaquil ha experimentado un cambio positivo en relación a la gestión integral del recursos hídrico, gracias a dos hitos:
- La creación del Fondo del Agua de Guayaquil; y,
- El financiamiento del Proyecto de Gestión de Aguas Residuales de Guayaquil.
Así, en primer lugar, el Fondo del Agua tiene por objeto conservar la cuenca del río Daule, procurando la mejora del ecosistema y la consecuente calidad y cantidad del agua, evitando que los sedimentos puedan llegar a afectarla. Lo particular que tiene el Fondo, es que lo conforman el sector público (Municipio, EMAPAG), sector privado (Interagua, Cervecería Nacional), el tercer sector (The Nature Conservancy), y los organismos Internacionales (CAF). Gracias a la canalización de las inversiones que realizará el Fondo, se ejecutarán las siguientes acciones: protección de riberas, mejores prácticas productivas y ordenamiento territorial, reforestación, educación ambiental, monitoreo de la calidad del agua, entre otros.
En segundo lugar, como sabemos, la gestión integral del ciclo del agua implica la correspondiente depuración de las aguas residuales, pues no se debe olvidar que a nivel mundial el 80% de las aguas negras se descargan sin tratamiento previo. En este contexto, gracias al financiamiento del Banco Mundial (USD $ 102,5 millones), el Banco Europeo de Inversiones (102,5 millones), y EMAPAG EP (USD $ 42,80 millones), se ejecutará el Proyecto de Gestión de Aguas Residuales de Guayaquil, el cual se divide en tres grandes componentes:
- nuevas conexiones domiciliarias (alcantarillado sanitario);
- rehabilitación de redes de alcantarillado; y,
- tratamiento de aguas residuales.
Gracias a lo cual se incrementará el acceso a servicios de saneamiento, así como se reducirá la contaminación de los ríos y esteros de la ciudad.
En mi opinión, el caso de Guayaquil representa un interesante caso de estudio, pues en él se evidencia un modelo alternativo de gestión del agua (privada-concesionada), así como una alianza público-privada y del tercer sector con el Fondo del Agua, y por último, la importancia que tiene el saneamiento en la consecución del derecho humano al agua para mejorar la calidad de vida de las personas.