En múltiples oportunidades se ha dicho que el Ecuador es un verdadero “laboratorio”, gracias a ser un país megadiverso. Fruto de ello son los importantes estudios que investigadores nacionales y extranjeros vienen desarrollando desde hace algunas décadas con resultados fundamentales en diversos saberes de la ciencia. Sin embargo, existen otros elementos positivos y de buenas prácticas que merecen ser analizados a profundidad y que hace poco me llevaron al país para estudiarlos “in situ”, y me refiero a la gestión del agua potable, tanto a través del modelo público municipal, así como al modelo privado vía concesiones.
Cuando eres un migrante académico como es mi caso, sabes que si bien puedes generar ciertos vínculos con tú tierra adoptiva (familia y universidad), el amor por la tierra que te vio nacer te obliga a regresar y a sorprenderte nuevamente de los recursos que tiene el Ecuador, y de los procesos de modernización que han sufrido sus instituciones en beneficio de sus ciudadanos, y si luego valoras todo ello, no importa ni el jet lag (afección por el cambio de uso horario) o peor aún el maltrato del viaje.
Se deben cambiar los modelos de gestión o establecer mancomunidades para la prestación de los servicios
Fruto de mi última visita a al Ecuador, quiero destacar tres aspectos que sobresalen en la gestión del agua. El primero, es el adecuado manejo y visión implementada por la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento de Quito, EPMAPS, en relación con el binomio agua y energía, el cual es el tema central del Día Mundial del Agua del presente año y que en el caso de la empresa quiteña es un digno ejemplo a imitar, puesto que el 90% de energía eléctrica que consume la Empresa es autogenerada gracias al sistema “Mica Quito Sur”, con el que además se abastecen de agua cruda para tratamiento más de 600 000 quiteños, recursos hídricos provenientes del nevado Antisana.
El segundo caso de éxito digno de señalar es el de la gestión integral del agua que realiza la Empresa Pública de Telecomunicaciones, Agua Potable y Saneamiento de Cuenca, ETAPA- EP, la cual gracias a un cuidado de las fuentes hídricas (90.000 hectáreas), eficientes procesos de producción con tres grandes plantas (El Cebollar, Tixán y Sustag), así como alta cobertura de alcantarillado, permiten que el ciclo se cumpla con el tratamiento de aguas residuales (Planta de Ucubamba y Planta de Tratamiento de Lodos), que permite devolver el recurso agua en condiciones adecuadas al río Cuenca.
Y por último, el estricto rol de regulador y controlador que ejerce la Empresa Pública Municipal de Agua Potable y Alcantarillado de Guayaquil, EMAPAG-EP, creada en 2012, y que se encarga de hacer cumplir el contrato de concesión suscrito en 2001 con Interagua C.Ltda., lo cual no sólo ha permitido mejorar la cobertura del servicio pasando de 242 111 usuarios antes de la concesión a 428 550 a 10 años de la misma, sino que además ha cambiado su visión al ver al ciudadano como un verdadero usuario e incluso poner a su alcance recursos de tercera instancia en caso de cobros excesivos o ineficiencia en el servicio por parte de la concesionaria, en una suerte de defensor del usuario.
En mi opinión, el trabajo de campo me ha permitido observar a profundidad los aciertos y deficiencias en la gestión del agua potable en el Ecuador, destacando aquí únicamente los primeros, sin embargo, en el resto de empresas públicas municipales del país la situación es diferente y el reto por mejorar las coberturas de agua potable y alcantarillado no es sencillo, pues se deben cambiar los modelos de gestión o establecer mancomunidades para la prestación de los servicios.