Hola, Luis:
Llevo unos cuantos días de mal humor, desnortado y, sobre todo, muy triste.
No puede ser que un hombre brillante, genial, magnífico amigo e incluso confidente se haya ido así sin más, sin despedirse, sin hablar de cosas que nos quedaron pendientes.
Tres días antes de que te operaran hablamos por teléfono y me dijiste que estabas entretenido con una de tus aficiones preferidas, «ser cocinilla». Con un par. Recuerdo que te dije que yo en tu lugar estaría escondido debajo de la cama. Tras esa última conversación, el silencio; ese silencio al que me cuesta sobreponerme.
Nos conocimos hace tiempo, aunque no soy capaz de recordar cuándo fue con exactitud, porque a veces me parece que te hubiera conocido de toda la vida, quizás porque hemos tenido vivencias comunes.
Lo primero que viene a mi cabeza es nuestro paso por el San Pablo, tú una década después que yo, y cuando alguna vez hemos hablado de nuestras experiencias en el Colegio Mayor es como si hubiéramos coincido allí en el tiempo. Como si siguiéramos transitando por el segundo pares o por el submarino. Siempre me he preguntado qué tendrá ese Colegio para conseguir hermanar a todos los que hemos pasado por allí.
Nos conocimos gracias al mundo de la depuración y, aunque tú finalmente te proyectaste hacia el sector de las infraestructuras, nunca abandonaste tu afecto por el sector del agua.
Coincidimos, yo en la administración y tú en el sector privado. Tú ya apuntabas maneras, eras bueno y empezabas una gran trayectoria que te llevó a ser el responsable de ACCIONA Agua. Te convertiste en un referente del sector y esto no es sencillo. No creo que se puedan contar con los dedos de una mano las personas que han significado algo importante en el mundo de la tecnología del agua.
Pero cuando de verdad te conocí, más y mejor, fue cuando el sector decidió crear una asociación empresarial. Tú fuiste uno de los impulsores, además de mi guía los primeros años, ayudándome a superar mis incertidumbres ante un cambio radical en mi vida profesional.
Ahora estabas en responsabilidades mayores, pero, aun así, te seguíamos considerando uno de los nuestros, seguíamos conectados mediante un grupo de WhatsApp en el que alguien nos recordaba cada mañana que amanecía un nuevo día, que estábamos ahí y tú, aunque estuvieras en Australia o en Canadá, siempre tenías un momento para conectarte al grupo de amigos. Ese grupo, Luis, se ha quedado huérfano, pero te seguiremos recordando con el cariño y respeto que siempre te hemos tenido.
Quiero despedirme haciéndote también un ligero reproche porque, si fuiste el gran valedor de la Asociación, al final no supimos mantenerla con vida y dejamos que languideciera primero y desapareciera después… Teníamos una conversación pendiente que, por pereza o porque sencillamente pasó, y no hay que darle más vueltas, se ha quedado pendiente para siempre. ¿En qué manos hemos dejado el sector, Luis?
Aunque no vendría mal que desde allí donde estés nos ilumines el camino a seguir.
Bueno, Luis, espero que no te enfades conmigo por esto que te acabo de decir y, personalmente, creo que aquí has dejado una impronta difícil de superar y que siempre seguirás siendo nuestro gran referente.
Un amigo tuyo y mío me dice que te diga que aunabas tres grandes cualidades: inteligente, trabajador y, sobre todo, una gran persona con los compañeros y amigos. Yo también estoy de acuerdo.
Adiós, amigo, dejas un vacío difícil de ocupar. El mundo del agua te va a echar mucho de menos y yo no te olvidaré.