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Eficiencia del regadío: Importancia del suelo

Sobre el blog

Angel Utset
Físico de origen cubano, nacionalizado español. Licenciado (1982) y Doctor (1994). Experto en Física de suelos y modelos de simulación agro-hidrológicos. Vinculado desde el año 2000 a estudios de impacto del cambio climático.

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  • Eficiencia regadío: Importancia suelo
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Tanto las administraciones españolas como los regantes están conscientes de la necesidad de aumentar la eficiencia del regadío. De hecho, la modernización de regadíos en España es posiblemente la mayor inversión mundial en tecnología de riego.

Muchos regantes, especialmente en los regadíos a presión modernizados, disponen de “riego a la demanda”. Esto significa que pueden ajustar el regadío a las necesidades del cultivo y aumentar tanto la eficiencia del riego como los beneficios del mismo.

El Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA) ofrece el Sistema de Información Agroclimática para el Regadío (SIAR), donde cualquier regante o interesado puede descargarse los datos tomados en la red de estaciones agroclimáticas del MAGRAMA en toda España. La información incluye la evapotranspiración de los cultivos más importantes. La evapotranspiración es el consumo hídrico del cultivo en el período seleccionado y ofrece un indicador de la cantidad de agua a reponer mediante el riego. Muchas Comunidades Autónomas también tienen sus respectivos SIAR.

Un regadío eficiente, sin embargo, es aquel capaz de lograr la mejor programación del riego posible. Las preguntas a responder serían ¿Cuándo regar? y ¿Cuánto regar?. Para eso es imprescindible conocer las propiedades del suelo, particularmente la Capacidad de Campo (CC). La CC se considera la mayor humedad que el suelo puede retener y está relacionada con la textura, la densidad y el contenido de material orgánica del suelo. La Capacidad de Campo se puede medir o estimar de la curva pF.

Si el riego lleva el suelo a una humedad mayor que la capacidad de campo, parte de ese riego se convierte en infiltración y es agua (y energía) perdida. Por lo tanto la cantidad de agua riego (¿Cuánto regar?) en cada evento del riego se podría calcular de la diferencia entre la humedad del suelo en el momento del riego y la CC. Más agua de riego sería agua perdida y disminuiría la eficiencia del regadío.

El llamado “Punto de Marchitez” (PM) es aquella humedad para la que el cultivo empieza a morir por falta de agua. Es un extremo indeseable, por lo que se estima la “Humedad mínima” que debe tener el suelo para que el cultivo no sufra por falta de agua. El momento del riego (¿Cuándo regar?) sería cuándo la humedad del suelo se aproxima a este límite.

De todo lo anterior se desprende que el regante debería conocer la humedad del suelo durante la campaña de riego y que ésta, en principio, nunca debería ser mayor que la CC ni menor que el mínimo permisible. Existen sensores de humedad, que monitorizan la humedad y que permiten automatizar el regadío, pero son muy caros. El regante también pudiera realizar “balances de humedad”, teniendo en cuenta las entradas (lluvia o riego) y las salidas (evapotranspiración). 

La mejor programación del riego posible es aquella capaz de optimizar el cuándo y el cuánto regar, según el consumo del cultivo y las propiedades del suelo. Esto permitiría minimizar pérdidas en agua y energía y garantizar los rendimientos.

Las actuales disponibilidades de modelos de simulación y ordenadores permiten también simular la programación del riego en condiciones concretas. Estas simulaciones estiman la humedad del suelo y ofrecen indicaciones generales de cuánto y cuándo regar. Para calibrar y validar los modelos es imprescindible medir las propiedades del suelo, pero esto sólo se hace una vez. 

En este ejemplo, al simular la programación del riego para una parcela se determinó que el riego empleado debería cambiar a dosis más pequeñas y frecuentes. Con esto no sólo se ahorraba agua y se disminuía la infiltración, sino que además aumentaba el rendimiento, al satisfacer mejor las necesidades del cultivo.