Al amparo de la libertad que me han otorgado los editores y bajo la promesa de no rebasar los límites que aconsejan el buen sentido y la educación, encontraréis que mi discurrir por estas líneas no va a desvelar fórmulas mágicas para resolver problemas técnicos o de gobernanza. Tan solo pretendo hablar del agua desde un punto de vista distinto al que es habitual en estos medios, diciendo poco y sugiriendo más. El agua es el verdadero elixir para la vida, tal y como nos la entrega la naturaleza o en nuestro mundo bien acomodado, como resulta de los tratamientos que hay que proporcionarle cuando está contaminada.
El agua está directamente relacionada con el progreso y con los recursos que se apliquen a tal fin
En los llamados países occidentales, las normas dicen cuando el agua goza de buena salud, porque esa es la que necesita el mundo de los seres vivos, que muchas veces han de conformarse con otra bien distinta, que hace difícil la vida, cuando no la acorta. También están enunciadas las buenas y las malas conductas de los ciudadanos con respecto al agua y hasta se estimulan las investigaciones para encontrar las herramientas que permitan tenerla siempre disponible, ahorrarla y tratarla bien y a buen precio y se emprenden campañas de educación y concienciación de la ciudadanía para que se consuma con tino, y se la ensucie lo menos posible, en definitiva para que se la respete.
En el nuestro, también afloran esos medios y además podemos decir que ha sido pionero en muchos de ellos, pues no en vano es un país de contrastes. Inventor de esas instituciones, que son las Confederaciones Hidrográficas y los Tribunales de Aguas, entre otras, para el buen gobierno del agua, con el fin de satisfacer con una encomiable inmediatez a los usuarios; buen planificador porque ha formado profesionales avezados; luchador incansable contra las sequías y las inundaciones y mucho más. Sin embargo y pese a lo dicho, aún tiene mucho por hacer y sobre todo que corregir, para no incurrir en una involución que sería el reverso de un pasado glorioso con sus luces y sus sombras.
El resultado de todo ese quehacer para conservar el agua en todo su esplendor, con toda su potencia bienhechora, es el que, en el extremo, nos la muestra más auténtica, es la cara de referencia, aunque hay que reconocer que esa imagen no está exenta de idealismo y hasta de utopía. Es el paradigma que deben buscar con sus acciones todos los agentes que laboran en el sector, teniendo como única referencia la estrella que guía hacia el bien común, como signo inequívoco de grandeza material y espiritual; no caben la mediocridad, ni el hurto de los principios que en ausencia de intereses transversales aseguran por si mismos la conservación de la naturaleza, ni tampoco el estancarse, que el agua necesita de hombres y mujeres comprometidos, formados e íntegros, capaces de mirar al futuro para asegurarlo con esa visión de lo eterno que forja espíritus indomables, capaces de sortear obstáculos, pero también que saben escuchar y decidir, sin condicionar su trabajo a otro fin que no sea el bien común.
Tenemos el bloque normativo liderado por la Directiva Marco del Agua, la Ley de Aguas y los Planes Hidrológicos, los mejores profesionales y no exagero, que ejercen como tales en lo público y en lo privado, una función pública que después de alguna que otra reforma alcanzará su cenit, empresas señeras e imaginación.
- ¡Parece que está todo!
- Algo falta. La vocación de universalidad que trasciende a los sueños locales, que propicia la unión necesaria para vivir en dignidad el presente asegurando el futuro, que facilita los pactos y evita los egoísmos dando rienda suelta a la solidaridad, que hace posible que se pueda sostener el sistema sin subvenciones, que propicia la conservación del patrimonio hidráulico, que proscribe la arbitrariedad, que premia el esfuerzo y permite que los hombres y mujeres preparados sean los líderes en esta materia.
- He de meditar lo que dices ¿Me equivoco si pienso que eso genera otras caras del agua?
- Encuentra tú la respuesta y no olvides que el agua está directamente relacionada con el progreso y con los recursos que se apliquen a tal fin; si quieres una buena cosecha que te permita acrecentar lo que ya tienes, has de sembrar y para eso necesitas las semillas, un campo preparado, trabajo y agua.