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Hasta que la mierda nos explote en la cara. ¿Invertimos en agua?

Sobre el blog

Antonio García Pastrana
Gerente de Servicios de Aguas. Interesado en: Agua, sostenibilidad, medioambiente, RSE, comunicación, redes sociales, TIC, innovación, creatividad, y en general en todo lo que nos ayude a dejar un mundo mejor a nuestros hijos.
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Dramatic Ukraine water pipe explosion captured on CCTV - BBC News

Antes de nada, pedir disculpas si a alguien ofende el título de este post. No es esa la intención. Lo único que pretendo es ser lo más gráfico posible sobre la situación en la que se encuentran las infraestructuras hidráulicas. 

Todo surge con el episodio ocurrido en el mes de mayo de este año, cuando estalló un colector de aguas residuales en la ciudad de en Kiev (Ucrania). El vídeo de la explosión es muy gráfico. En él las aguas residuales llegan tan cerca de la cámara, que da la impresión de que la “mierda te explota en la cara".

Con la visión de este hecho, me imagino que como a la mayoría de vosotros, me dio por pensar en cuales podrían ser las causas que habían producido tan tremenda explosión. Y como suele ser habitual, con el ánimo de resolver este misterio, fueron también muchas las explicaciones volcadas en las redes sociales. Algunas las expongo aquí:

  1. Una descarga repentina de aguas al colector, que provocó su rápido llenado y rotura por falta de medidas de alivio de presión.

  2. Un golpe de ariete por el cierre de alguna válvula/compuerta aguas abajo.

  3. La realización de pruebas de presión y carga del colector.

A mí, la primera causa que se me vino a la cabeza fue la antigüedad de los colectores. Pensé: “No han aguantado más. Serán tubos viejos, obsoletos y muy degradados que no han podido soportar la presión y han reventado”. Desconozco si éste fue el motivo, pero fue lo primero que pensé debido a la situación que tenemos en España y en muchos otros países desarrollados, con infraestructuras de agua, en muchos casos, viejas y obsoletas.

La realidad es que hay una falta de inversión que nos está llevando a “achatarrar” nuestras infraestructuras de agua y saneamiento

En España, los operadores de los servicios de agua llevan mucho tiempo llamando la atención sobre este problema, tal y como se refleja en el informe de AEAS del año 2016. En él se concluye como una de las principales conclusiones de este informe que El envejecimiento de las infraestructuras de los servicios de agua potable y saneamiento apremia a realizar un esfuerzo inversor sostenido”.

Esta situación es aún más preocupante en las infraestructuras de saneamiento, donde estamos incumpliendo la Directiva 271/91 sobre tratamiento de las aguas residuales urbanas. Este mismo informe de AEAS indica que el porcentaje de renovación de las redes de alcantarillado es del 0,6 por ciento, a pesar de que el 74% de nuestros colectores tienen una antigüedad de más de 15 años y, de éstos, el 40% de más de 30 años. Por eso pensé que el colector del vídeo podía ser uno de estos ancianos tubos, uno que dijo: “Hasta aquí he llegado”.

Esta situación, lejos de mejorar, está empeorando debido, en parte, al elevado nivel de endeudamiento de las comunidades autónomas y el Estado Central, lo cual limita su capacidad inversora. Por el contrario, hay muchos ayuntamientos con economías saneadas que sí podrían invertir en estas obras de renovación, pero en muchos casos se lo impide la limitación del techo de gasto impuesta por el Gobierno central

Esta falta de disposición inversora por parte de la administración, se pone de manifestó en el Proyecto de los Presupuestos Generales del Estado para el año 2017, en los que apenas se dedican 826 millones de euros para infraestructuras hidráulicas con un descenso del 34% respecto al año anterior.

Esta necesidad apremiante de renovación de infraestructuras no es exclusiva de España. Estados Unidos es la mayor economía mundial y, por lo tanto, podría presuponerse que tiene un buen nivel de inversión y unas infraestructuras saneadas. Pues no. Están tan mal como nosotros o incluso peor. Según la American Water Works Association, se estima que en Estados Unidos será necesario invertir 1 trillón de dólares para mantener en funcionamiento las actuales infraestructuras y poder abordar las nuevas demandas de aquí a los próximos 25 años.

La situación resulta irónica si se tiene en cuenta cómo se nos llena la boca al hablar de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y, más en concreto, del ODS6. En él se indica que para el año 2030 los servicios de agua y saneamiento deben alcanzar a toda la población mundial, algo con lo que estoy tan de acuerdo que me empieza a preocupar que no lo podamos lograr, debido también a los problemas que nos puedan surgir en los países desarrollados. Quizá logremos llevar estos servicios a los países que ahora tienen carencias, pero si no cambiamos algo empezará a sernos muy complicado mantenerlos en lugares en los que ahora sí disponemos de ellos… y será sólo por falta de inversión.

Una fórmula sencilla para evitarlo sería implementar en las tarifas de agua y saneamiento el coste real de los servicios, entendiendo como ese coste real el resultante de contabilizar TODOS sus costes, desde la explotación hasta la amortización y renovación de las instalaciones necesarias para prestar dichos servicios. Es decir, incluyendo el coste de cambiar las tuberías cuando están viejas.

Esto es algo que ya se contempla en la Directiva Marco del Agua aprobada por la Unión Europea en 2000, en la que se indica que “para 2010, los estados miembros deben asegurar que las políticas de precio del agua proporcionan los incentivos adecuados para que los usuarios utilicen los recursos hídricos de forma eficiente, y así contribuyan a los objetivos medioambientales de esta directiva”. Sin embargo, estamos en el año 2017 y seguimos sin contemplar todos los costes en el precio de los Servicios de Aguas 

Otro gran problema asociado a la falta de inversión es la pérdida de recursos en los procesos de gestión, principalmente agua y energía. Recursos, los dos, que cada vez son más escasos y cuyas pérdidas encarecen los costes de explotación. En lo concerniente a las pérdidas de agua, el asunto es de especial gravedad, ya que cada vez son más los periodos de sequía que sufrimos y mayor el número de personas a las que abastecer.

Son muchas las poblaciones en las que, por falta de inversión, las pequeñas fugas ocultas en las tuberías generan pérdidas de agua que, en muchos casos, suponen entre un 30 y 40% del consumo. Para entendernos, de cada 100 litros que se introducen en las tuberías, llegan a los grifos entre 60 y 70. El resto se pierde por el camino, en pequeñas fugas invisibles provocadas por la antigüedad de las canalizaciones.

Los gestores tratan de combatir este problema con sistemas de detección de fugas ocultas cada vez más sofisticados, pero la obsolescencia de los materiales, (en muchos casos superior a 50 años de antigüedad) provoca que estas fugas no cesen de aparecer, anulando lo esfuerzos para reducir las pérdidas de agua que realiza el gestor. En estos casos, la única solución pasa por invertir en nuevas canalizaciones. La milagrosa reducción de pérdidas de agua que se logra a base de esfuerzo y tecnología, debe de ser complementado por un esfuerzo adicional de renovación de las infraestructuras antiguas y degradadas.

En Estados Unidos el problema es aún mayor, con infraestructuras en muchos casos de más de 100 años. De hecho, en algunas Utilities están preparando macro planes de inversión para paliar estas carencias. Es el caso de Los Angeles Department of Water and Power, que ha puesto sobre la mesa un plan de inversiones a 5 años vista por valor de 6.3 billones de dólares.

Con todo lo aquí expuesto de forma breve trato de dejar las siguientes reflexiones.  

Tenemos una enorme cantidad de infraestructuras de agua y saneamiento que están llegando al final de su vida útil y, si no se logra implicar a toda la sociedad para que demande estas inversiones y a las esferas políticas y económicas para incentivarlas, en unos años nuestros servicios podrían sufrir una notable degradación.

Seguramente, el principal motivo por el que no se afrontan estas inversiones es porque son infraestructuras que NO SE VEN

A este respecto cito las palabras de Joe Versey, vicepresidente senior y director de Marketing de Xylem, «La mayor parte de esta infraestructura está bajo tierra. Si uno pudiera mostrarle a la gente el estado de nuestros activos de agua potable y aguas residuales, habría una gran urgencia de emprender alguna acción. A modo de analogía, si uno viera un puente que está por caerse, lo más probable es que tomara alguna medida”.

Por lo tanto, busquemos maneras de transmitir esta inquietud a nuestro entorno de influencia más cercano. Intentemos que vean el puente. Así el agua podrá seguir corriendo limpia y clara en los grifos de nuestras casas, la “mierda” será tratada correctamente en nuestras depuradoras y también mantendremos los ríos limpios. Y para ello seamos creativos tal, como exponía en el anterior artículo, “Smartizando las comunicaciones. Reflexiones sobre el camino a seguir.”

Gracias por haber dedicado unos minutos a leer este post y gracias también anticipadas por compartir tus reflexiones.

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Hasta la próxima.

Redacción iAgua

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