Nuestra sociedad demanda y necesita, cada vez más, entornos naturales para el esparcimiento y la práctica de deportes en conexión con la naturaleza. Uno de los entornos más preciados son las veredas de nuestros ríos. En cambio, estos espacios son los grandes olvidados por parte de las Administraciones Públicas competentes. Uno de los principales problemas de los ríos es su estado de conservación. Como ejemplo podemos citar, la invasión de especies alóctonas en sus riberas y márgenes, como la caña (Arundo donax), no solo desplazan a las especies autóctonas sino que además tienen un gran impacto visual en el paisaje. Es a causa de esa falta de mayor intervención por parte de las autoridades, lo que ha propiciado el hecho de que gran parte de la sociedad haya dado la espalda a nuestros ríos.
Cuando se discute sobre la conservación, en primer lugar, tenemos que aclarar a que nos estamos refiriendo. Según la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) se define conservación como: “El uso humano de organismos y ecosistemas, con el fin de garantizar la sustentabilidad de dicho uso. Aparte del uso sostenible, la conservación incluye protección, mantenimiento, rehabilitación, restauración y mejoramiento de poblaciones y ecosistemas”. Por tanto, uno de los aspectos que nos planteamos en términos de intervención en espacios fluviales es cómo conjugar conservación con ordenación territorial.
En efecto, el crecimiento urbano, la falta de educación ambiental en la sociedad o las ocupaciones del espacio público, entre otros, hacen peligrar entornos fluviales de alto valor ecológico (reservas fluviales). Es por ello que una de las soluciones a plantear es la realización de espacios o zonas de amortiguamiento fluvial, así como infraestructuras verdes fluviales destinadas al uso recreativo. Si bien es cierto que las zonas de amortiguamiento se dan más en espacios protegidos, tales como parques nacionales o parques naturales, es preciso comenzar a plantear este tipo de actuaciones en los ríos. Una buena planificación ecológica, esto es, la inclusión de factores bióticos en los planes y esquemas de desarrollo y gestión de las sociedades, nos va a permitir obtener grandes resultados en la gestión y aprovechamiento de los espacios fluviales.
De esta forma, las zonas de amortiguamiento fluvial deben ser planteadas como bandas alrededor del río para que absorban la mayor parte de los impactos producidos por la concentración de masas en un punto concreto. La ubicación de estas zonas ha de efectuarse en zona de servidumbre y de policía de los espacios periurbanos próximos a los ríos. Por supuesto, ha de permitir el acceso a estos, a través de la realización de un conjunto de técnicas de acondicionamiento, recuperación y rehabilitación de espacios sin uso o degradados, para fomentar en ellos actividades lúdico-deportivas, paisajísticas, etc.
No se trata de ir en contra de la actual tendencia, enmarcada en la Directiva Marco del Agua, sobre la recuperación del valor de los ecosistemas fluviales y el proceso de restauración fluvial que se abre a través de la planificación 2015-2021, sino, más bien, en apoyar esta tendencia mediante la implementación de otros recursos proyectivos. No podemos pasar del abandono y la dejadez en el entorno de nuestros ríos, a unas prácticas rigurosamente conservacionistas que no propicien instrumentos alternativos para la sociedad. Mientras restauramos los ríos, recuperamos los bosques riparios, luchamos contra las especies exóticas y un largo etc. Mientras realizamos todo eso, ¿qué le podemos ofrecer a la sociedad para que vuelvan a mirar a los ríos como estos se merecen?, los ríos no deben ser patrimonio de unos pocos, los ríos deben ser patrimonio de todos y que mejor que empezar con ZONAS DE AMORTIGUAMIENTO FLUVIAL.
Existen actuaciones de conservación fluvial que podemos tomar como modelo de nuestro planteamiento:
- Proyecto LIFE+SEGURA RIVERLINK proyecto coordinado por la Confederación Hidrográfica del Segura y cofinanciado por el Programa LIFE+ de la Unión Europea. Trata de mejorar y fortalecer la conectividad entre los ecosistemas naturales. Con actuaciones como la demolición de un azud en desuso, la construcción de escalas de peces y la restauración ecológica de las riberas. Dicho proyecto se lleva a cabo en las localidades de Moratalla, Calasparra, Cieza y Abarán (Murcia).
- Proyecto LIFE+ RIPISILVANATURA también coordinado por la Confederación Hidrográfica del Segura. Pretende recuperar y proteger el bosque ribereño del curso medio de la cuenca del río, en el tramo que abarca los municipios de Moratalla, Calasparra y Cieza (Murcia), mediante el control de las especies exóticas invasoras.
En cuanto a la gestión del uso del espacio fluvial (zona de amortiguamiento o infraestructura verde fluvial) tenemos:
- Proyecto de recuperación (rehabilitación y mejoramiento de ecosistemas) ambiental del río Segura a su paso por Cieza (Murcia), bajo la dirección de la empresa pública estatal ACUAMED y bajo la ejecución de la empresa Pública estatal TRAGSA. En el proyecto figuran, entre otros, la creación de pasarelas de madera, miradores, parques y playas fluviales en zonas periurbanas colindantes al río Segura. Se ejecutarán, asimismo, obras de limpieza, recuperación de espacios, plantación de especies autóctonas y de mejora de la accesibilidad.
El propósito de escribir este artículo está fundamentado en la pretensión de establecer un debate, que no polémica, sobre el uso y gestión de los espacios de servidumbre pública y la zona de policía colindantes a los ríos. En un futuro próximo, los ríos serán gestionados como si de parques nacionales o naturales se tratarán, para ello tenemos que empezar a diseñar estrategias que nos aproximen a ese futuro.