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Eliminar presas para recuperar la salud de las arterias de la Tierra

Sobre el blog

Arturo Elosegi
Doctor en Biología. Catedrático de Ecología en la Facultad de Ciencia y Tecnología, Universidad del País Vasco. Experto en ecología fluvial, especialmente en el impacto de las actividades humanas sobre el funcionamiento de los ecosistemas fluviales.

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  • Eliminar presas recuperar salud arterias Tierra

Los ríos son las arterias de la Tierra. Como la red sanguínea, la red fluvial conecta las distintas partes de una cuenca transportando agua, materiales y organismos, lo que produce una elevada biodiversidad y una gran fertilidad en las llanuras de inundación. La humanidad ha aprovechado desde siempre estas características de los ríos, utilizándolos como vías de transporte o lugares de aprovisionamiento, modificando el entorno para adaptarlo a nuestras necesidades. Las sociedades menos tecnológicas abren sendas para acceder al río o construyen refugios en sus orillas; las más tecnológicas construimos embalses y canales para navegar, obtener energía y trasvasar agua entre regiones.

Conforme crecía la población humana hemos alterado los ríos, contaminándolos, sobreexplotando sus recursos y alterando sus cauces. Ahora nos damos cuenta de que la mala calidad de los ríos acaba afectando de forma negativa a nuestra calidad de vida, por lo que estamos en proceso de recuperación ambiental: saneamiento y depuración de vertidos, planes de gestión de especies amenazadas y otras actividades para revertir parte de los excesos del pasado.

A medida que vamos reduciendo algunos problemas ambientales como la contaminación más severa, emergen otros, entre los que destaca la ruptura de la conectividad fluvial. Las arterias de la tierra están llenas de trombos que bloquean el paso de organismos y sedimentos y alteran el funcionamiento del ecosistema. Solo en Europa, hay más de un millón de barreras y planes para construir miles más, mientras que en todo el planeta cada vez quedan menos ríos no fragmentados. Muchas de estas barreras están en desuso, obsoletas y en mal estado, con lo que, además de inútiles, constituyen un peligro para la seguridad. Por ello, hay numerosas iniciativas para reconectar ríos. Por ejemplo, la Estrategia Europea para la Biodiversidad 2030 pretende restaurar 25.000 km de ríos libres mediante la eliminación de presas y azudes.

Las arterias de la tierra están llenas de trombos que bloquean el paso de organismos y sedimentos y alteran el funcionamiento del ecosistema

La eliminación de presas produce numerosos beneficios. El más obvio es permitir la recolonización de los grandes peces migradores, como salmones y anguilas. Pero, además, permite restablecer el transporte natural de sedimentos, esencial para mantener el hábitat fluvial, promueve la autodepuración de los ríos, dificulta el establecimiento de especies exóticas como el siluro, reduce la cantidad de mosquitos y en el caso de pequeñas presas y azudes, reduce el riesgo de inundación.

Sin embargo, las iniciativas para restaurar ríos mediante la eliminación de presas a menudo se enfrentan a la oposición de la sociedad local, por múltiples razones. Por un lado, se subestiman sus efectos en las poblaciones de peces en base a datos anecdóticos, como que los salmones en algunos casos pueden superar obstáculos de varios metros de altura. Por otra parte, hay una percepción equivocada de lo que es un hábitat natural o modificado y de sus implicaciones para la biodiversidad y el funcionamiento fluvial. Finalmente, hay quien simplemente prefiere el río represado por estética o porque “siempre ha estado ahí”. Los humanos somos reacios al cambio.

Por ello, la Unión Europea quiere que los proyectos de restauración fomenten la participación ciudadana para implicar a la sociedad en la mejora del medioambiente. El proyecto MERLIN, financiado dentro del programa Horizon 2020, implica a 44 instituciones europeas en un ambicioso proyecto para aplicar soluciones basadas en la naturaleza a la mejora de ríos y humedales en diecisiete regiones de Europa e Israel. El objetivo es conseguir que la restauración fluvial se convierta en una práctica habitual en todo tipo de ríos y humedales para transformar la sociedad y hacerla más resiliente a las amenazas ambientales. Una de estas diecisiete regiones es la cuenca del río Deba en Gipuzkoa, donde la Diputación Foral de Gipuzkoa y la Universidad del País Vasco colaboran para eliminar diez presas en desuso. La participación ciudadana es un aspecto esencial de este proyecto.