Antes de ni siquiera hablar de organizaciones de gestión, consejos, agencias, etc. de cuencas, es necesario comprender que se trata de lograr con el funcionamiento de estas entidades.
Si se ponen los objetivos en una forma cuasi abstracta es poco lo que entiende. Decir que se establecen para la gestión «integral» o «integrada» de recursos hídricos, o decir que es para alcanzar la «seguridad hídrica» o que es para lograr armonizar metas «ambientales, sociales y económicas» es poco esclarecedor.
¿Qué se trata de lograr realmente con estas entidades? Para entenderlo hay que partir imaginándose el territorio de una cuenca sin ninguna intervención humana. En esta situación no hay necesidad de gestionar nada. La naturaleza se gestiona sola y muy bien. Sequías, inundaciones, desastres, plagas, etc. son solo expresiones humanas con relación a lo que le afectan fenómenos naturales. La naturaleza no los califica de buenos o malos.
Cambia la situación cuando los seres humanos empezamos a ocupar el territorio de una cuenca, extrayendo recursos de todo tipo y alterando el territorio, perdiendo biodiversidad y modificando las capacidades hidrológicas e hidrogeológicas naturales de las cuencas. Se generan conflictos entre usuarios, una serie de externalidades y efectos negativos como contaminación y poca capacidad para enfrentar y mitigar el efecto de eventos naturales extremos sobre las actividades y vida humana. Ello crea conflictos sociales y económicos, además de ambientales.
Estas situaciones son el resultado de intervenciones en un sistema tan complejo como un cuerpo humano, como lo es una cuenca y sus sistemas hídricos, pero sin llegar a comprender ni evitar o mitigar todas las implicancias, consecuencias y efectos no deseados de miles de alteraciones acumuladas en el territorio.
Cada individuo solo o en grupos, sean informales, comunidades, empresas, etc. que intervienen, tienen intereses y objetivos propios no necesariamente compatibles entre ellos y con el medioambiente, sobre todo si no se establecen, se imponen y se fiscalizan reglas adecuadas de convivencia.
Hay intentos de lograr esa armonización, pero aún están lejos de lograrlo. No se cumplen los planes de ordenamiento de la ocupación del territorio, se sobre entregan derechos de extracción de agua de las fuentes naturales, no hay fiscalización suficiente para controlar la contaminación puntual y menos la difusa de suelos y agua, hay expansiones de cultivos en zonas no aptas, hay extracciones ilegales de minerales y otros recursos, las zonas urbanas crecen sin control, se ha reemplazado vegetación nativa por bosques cultivados, se ocupan zonas de riesgo de inundaciones, se han alterado las fuentes naturales de agua como humedales, ríos, lagos, acuíferos, glaciares entre miles de acciones que generan impacto.
La institucionalidad actual es evidente que no logra evitar tantas situaciones no deseadas con lo que tiene ya establecido… Se trata de evitar una gran parte con leyes, otros exigiendo estudios de impacto ambiental, zonificaciones, restricciones de acceso a territorios considerados únicos, reserva de parques nacionales, planes reguladores urbanos, limitaciones de conversión de áreas agrícolas a urbanas, emitir leyes de protección de humedales, lagos, glaciares etc. A pesar de estas iniciativas, lamentablemente no se logra evitar los efectos negativos de intervenciones en el territorio y sus recursos hídricos.
¿De dónde se origina esta poca capacidad? ¿Carencia de un centro de comando y control de las intervenciones en el territorio de una cuenca y sus recursos? ¿Desconocimiento del territorio, su dinámica, de su comportamiento, de los impactos de cada intervención y efectos acumulados? ¿Del descontrol sobre las intervenciones? ¿De la ineficiencia de la aplicación de las leyes por diferentes motivos? ¿De la herencia de acciones que degradaron la cuenca? ¿De la falta de educación, pobreza, corrupción, etc. de sus habitantes y de sus gobernantes e interventores? ¿De la magnitud de los efectos de fenómenos extremos? ¿De fenómenos originales fuera del territorio, pero que los afectan como son inestabilidad política? ¿De la pobreza en general de la producción en la cuenca?
Por todo lo expuesto, la pregunta que surge es: ¿En qué podrían mejorar la coordinación de intervenciones en el territorio de una cuenca y los recursos hídricos la existencia de una organización de gestión de recursos hídricos por cuenca? ¿Cuáles deberían ser sus atributos, roles, poderes, etc. para cumplir con las expectativas de mejorar las actuales formas de intervenir? ¿Qué tipo de organización sería la más efectiva? ¿Debe dedicarse solo al manejo de la escorrentía y las intervenciones sobre los recursos hídricos? ¿Cómo se vincula con las autoridades elegidas para gobernar sobre territorios delimitados por límites políticos administrativos como las regiones y municipios?
Solo ejecutando un análisis similar es que se puede diseñar una organización a nivel de cuenca que sea efectiva. En principio es evidente que disponer solo de «consejos» si bien tiene una buena intención… No es suficiente. Un consejo como una junta de médicos debe analizar con pleno conocimiento del estado paciente y de las técnicas disponibles… cuál es la mejor forma de intervenir sin matarlo. Además, debe disponer de equipamiento, recursos, roles claros de cada uno en la intervención, control de situación, etc. para hacer la intervención planificada. Sin todos esos atributos no tendría objeto hacer una junta médica… o un «consejo»
El denominar a las entidades con nombres como organizaciones u organismos «de cuenca», consejos «de cuenca» o hablar de gobernanza «de cuenca» se deja la puerta abierta a todo. Por ello, es mejor acotar el nombre a gestión de intervenciones sobre los recursos hídricos, o sea las fuentes naturales de agua y ecosistemas asociados… y sobre la cuenca que afecten la escorrentía tanto superficial como subterránea (por ejemplo, proteger glaciares, proteger zonas de recarga, evitar la contaminación en su origen)». Así se centra mejor los fines de estas organizaciones.