Francamente, ya se han hecho demasiados estudios, se viven demasiadas situaciones de sequías o inundaciones y se han efectuado demasiados eventos sobre agua bajo diferentes “slogan” como para dudar que la disponibilidad de agua en cantidad, calidad y oportunidad se haya reducido drásticamente en muchos lugares o, si aún hay agua en ríos, humedales o lagos; esta está cada vez más contaminada o las cuencas y zonas de captación están cada vez más deterioradas y urbanizadas…
Participar en comités de emergencia por la sequía, emergencia por inundaciones (¿Desde cuándo se pueden encontrar soluciones separando el tratamiento de sequías separado del de inundaciones?), emergencia por sobre explotación de acuíferos emergencia por contaminación o comités de desastres es estar frente a una batalla perdida. Lo mismo es estar en el medio de conflictos entre usuarios que gritan no a la minería, no a la hidroenergía, no a cultivos altamente consumidores de agua al agua… mientras muchos de lo que asisten usan los productos producidos o son empleados de estas iniciativas... es como si esas acciones debieran hacerse “en otras partes” en lugar de encontrar fórmulas de solución con equidad social, ambiental y económica que es lo difícil.
Cada actor hace culpable al otro de la situación en lugar de buscar soluciones
En todos estos casos es como formar parte de lo que un colega del Brasil llama “el muro de los lamentos” y que yo califico de catarsis pública. Cada actor hace culpable al otro de la situación en lugar de buscar soluciones. Algunos gritan no a la minería pero van a las manifestaciones en camiones no precisamente construidos de madera o no la hidroenergía pero si al metro o no a los embalses pero si el agua a domicilio...
En este caos de desesperación surgen las soluciones ideológicas, sociológicas, emotivas, egocéntricas, desesperadas o interesadas. Así hay personas que creen que tienen la solución simple tales como privatizar o nacionalizar, o prohibir actividades que los afectan o decretar que todos tienen derechos de acceso al agua, que nadie debe pagar por agua por es un don divino sin decir quién pagará por ello. Es decir aplican o sugieren soluciones para salir del paso con una opinión políticamente correcta pero sin efecto.
También ha muchos que se ponen nostálgicos indicando que eso “antes” eso no pasaba, que en manos indígenas eso era diferente, que antes solo tenían que preocuparse de distribuir agua y “alcanzaba para todos” etc. Como si fuera posible vivir de nuevo como hace 500, 400 o 50 años atrás... Cuando había menos del 10% a 50% de la población actual que además consume mucho más que en épocas pasadas, y vive más tiempo. ¿Realmente podríamos vivir todos los que somos en la misma forma que hace 500, 200 o 50 años atrás? Qué bueno sería poder hacerlo pero con la tecnología y el conocimiento, las medicinas y las comodidades actuales…
Hay otro grupo de actores que está en la búsqueda de soluciones equilibradas y viables pero que no encuentran eco en sus propuestas y reclamos
Hay otro grupo de actores que está en la búsqueda de soluciones equilibradas y viables pero que no encuentran eco en sus propuestas y reclamos. Son centros de investigación, universidades u otros que debe mendigar por recursos para poder investigar el tiempo suficiente y no con fondos ridículos en montos y tiempo, o arrancarse, entre centros de investigación y consultoras, proyectos de corta duración y menor presupuesto para analizar opciones de buena gestión del agua o recurrir como usual a países donantes o a donación de fondos de organismos internacionales.
Suena casi vergonzoso tener que depender de la caridad internacional cuando el país exporta millones de productos basados en la explotación del agua. Lo peor es que su aportes solo terminan en las bibliotecas que nadie lee al cabo de poco tiempo dado que no hay capacidades para aplicarlos.
Es evidente que las organizaciones de gestión de las aguas tanto públicas como privadas han quedado obsoletas frente a los nuevos desafíos por el agua, y que las soluciones parches como crear comités de coordinación o de emergencia no son suficientes. Las comisiones de coordinación no sirven desde el momento que los asistentes no tienen poder de cambiar los programas de inversión pre establecidos por sus entidades. Solo se toma nota y cada cual regresa a sus quehaceres. Con suerte se puede lograr un apoyo si lo acordado en la reunión coincide con el programa existente. Por lo demás hay una férrea oposición a fijar cobros para poder mejorar la gestión colectiva del agua.
Por ejemplo, pocos si alguno está dispuesto a pagar los “gastos comunes” requeridos para gestionar las intervenciones en una cuenca y sobre el agua. Todos pagan por los gastos comunes del condómino o edificio donde viven, los arbitrios municipales por el valor de propiedad de la casa (y si la rematan si no aporta trimestralmente al SII) pero ninguno está dispuesto a pagar para mantener el "administrador de la cuenca" donde se ubican las viviendas, comunas y ciudades. Este administrador es una agencia de cuenca o grupo de expertos al servicio de los consejos, mesas o comités de agua o de cuenca.
Hoy en día se promociona la Responsabilidad Social Agua a las empresas pero no se exige Responsabilidad Social Urbana en relación a la cuenca donde se ubican las ciudades y centros urbanos importantes
Hoy en día se promociona la Responsabilidad Social Agua a las empresas (RSEAgua) pero no se exige Responsabilidad Social Urbana en relación a la cuenca donde se ubican las ciudades y centros urbanos importantes. Las ciudades importantes le dan la espalda a sus ríos, a sus cuencas, a sus playas y en general al entorno en que se ubican. Se preocupan con suerte de regar sus parques o que no se corte un árbol en una calle pero no están preocupadas si la cuenca de donde proviene el agua se deforesta y se degrada.
Los comités actuales se niegan a adoptar medidas de cobranza para invertir en investigación, invertir para formular estrategias sensatas para llevar a cabo las soluciones, invertir para ordenar el uso del territorio en función de proteger las fuentes de agua, para zonificar zonas de riesgo, fiscalizar que se cumplan los acuerdos , mantener una contabilidad hídrica fina en tiempo real cuenca por cuenca y manejar las cuencas entre otros cientos de acciones.
Mientras los actores responsables evadan la esencia misma de los requerimientos para gestionar el agua y las cuencas: pagar y financiar, informarse, fiscalizar el cumplimiento de acuerdos, investigar opciones de solución, proyectarse varios años por delante etc. las reuniones solo serán lugares de socialización, de catarsis, de cumplir con asistir o de desesperación, según los intereses, conocimiento y compromiso del que participe.
En resumen lo que menos se encuentran son actitudes debidamente sustentadas de grupos públicos y privados pro activos con participantes dispuestos a aprobar y asumir las consecuencias para iniciar acciones concretas y pagar por ello. Nada es gratis.