Como cada 22 de marzo, esta semana Naciones Unidas nos invitó a observar el Día Mundial del Agua, este año bajo el lema de “hacer visible lo invisible” para centrar el foco de atención en las aguas subterráneas, las reservas de agua dulce más importantes del planeta; Y aunque en definitiva, las aguas subterráneas juegan un papel indispensable para la vida, el desarrollo socioeconómico y el buen funcionamiento de los ecosistemas, considero que el lema es aplicable a todas las aguas en general y particularmente a la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos (GIRH) y las “personas del agua”.
En nuestra infancia solían enseñarnos algunas premisas básicas sobre el agua, que es “incolora, insípida e inodora” y aunque como profesionales del agua sabemos que esto no es del todo cierto, con el tiempo llegó a ser de esas “verdades” aceptadas, a lo efecto Mandela. Sin embargo, en mis años de trabajo en el sector del agua me di cuenta de que el agua también era invisible. Y vaya que lo es de muchas formas diferentes.
Nos enseñaron que el agua era "incolora, insípida e inodora", sin embargo, nadie nos dijo que era invisible...
En la universidad recuerdo a uno de mis profesores mencionar que los ingenieros sanitarios eran los patitos feos de la ingeniería civil, pues sus obras estaban escondidas bajo tierra, o dentro de las paredes de los edificios; las plantas de tratamiento de aguas residuales se situaban lejos de las personas y no eran algo que los políticos quisieran presumir si los comparamos con un estadio, o un complejo de edificios. Poco sabía que terminaría apasionándome por este rubro años después y terminaría de confirmar lo que él mencionaba.
Y es que el agua es de los elementos más fáciles de dar por sentado. El acceso al agua potable y saneamiento es un Derecho Humano, sin embargo, llevar el vital líquido hasta nuestros hogares tiene un costo, uno que mientras más acostumbrados estamos al servicio, menos valoramos y este hecho ocurre a todos los niveles. Con las facturas del prestador en las ciudades, pero no digamos las vicisitudes que atraviesan las Organizaciones Comunitarias de Servicios de Agua y Saneamiento (OCSAS), donde los procesos de sensibilización suelen ser largos y muchas veces, una vez la infraestructura ha sido inaugurada, el cambio de comportamiento va en la dirección opuesta a lo que pensamos. Adicionalmente quienes conforman las juntas suelen trabajar de forma voluntaria, con cero retribuciones económicas.
Pero si de “voluntarios” hablamos, ese galardón es para la mujeres y niñas rurales, quienes según datos del Banco Interamericano de Desarrollo y water.org dedican más de 125 millones de horas al día para recolectar agua en recipientes que llegan a pesar hasta 45 libras; y sin embargo suelen estar pobremente representadas en las juntas gestoras, e incluso excluidas de la toma de decisiones, cuando el proyecto implica un “esfuerzo físico”. Es quizás y al menos para mí, el segmento poblacional más invisibilizado.
Y bueno, sé que quienes leen habitualmente iAgua no son ajenos a estas situaciones y probablemente no les cuento nada nuevo, pero es que nosotros también pecamos de invisibilizar. Como alguien formado en la obra gris, en la infraestructura sanitaria pura y dura, tendía a mirar con desdén a las otras áreas del agua; pero es cuando llego a conocer ese concepto abstracto (al que me gusta comparar con “La Fuerza” en Star Wars) que es la GIRH y comienzo a pensar más allá de la llave y un poco más arriba de la obra de toma, es que todo comienza a tomar sentido. He de ahí que sea tan difícil de implementar, pero tan necesaria, pues es la aproximación más fiel a un enfoque holístico respecto al agua.
La GIRH es un concepto tan amplio, como abstracto. Es pensando más allá de la llave, que comienza a tomar sentido
Pero al final, el trabajo continúa y en un contexto en contra, teniendo de frente a la depredación de los recursos, la variabilidad climática, la polarización; sé que somos miles tratando de ponerle nombre y apellido al agua, en ordenanzas municipales, políticas locales, leyes nacionales, esperando que los tomadores de decisiones vuelvan la mirada hacia el agua y solo hay que escudriñar un poquito en Latinoamérica, el Caribe y el mundo entero para encontrar esas historias de vida que le dan al agua y a nuestro trabajo, sentido. Así que cuando pensemos en hacer visible lo invisible, pensemos en “La Fuerza” vital que es este elemento ,y todos los escenarios en los que es invisible.
Sírvase este escrito para reconocer al agua, pero también a las personas del agua, quienes integran las OCSAS, activistas, la mujer y la niña que bajan de madrugada al rio para proveer de agua a su familia, al fontanero, a quien protege las cuencas, a vos que me lees por tu trabajo. En este día te celebro...