Los eventos que denominamos o conocemos como desastres naturales no necesariamente son causados por la naturaleza, el desarrollo es en algunas ocasiones más influyente que los peligros naturales que rodean el espacio geográfico.
Según Cardona un desastre se puede definir como un acontecimiento social que se desencadena como resultado de la ocurrencia de un evento que puede ser de origen natural o antrópico. Este trastorno sobre las condiciones normales de funcionamiento de una comunidad, le impide la ejecución de las actividades que involucra su vida diaria, y provoca pérdidas de bienes y en ciertas ocasiones vidas humanas, requiriendo de una respuesta para atender a los afectados y restablecer las condiciones habituales de la comunidad. Visto desde esta perspectiva “los desastres no son naturales”.
Con respecto al tema relacionado con la vinculación entre desastres y desarrollo han surgido enfoques como el conocido del comportamiento que plantea que los desastres dependen de un evento geofísico ( Hewill, 1983), este planteamiento se centra en el estudio de los eventos naturales que disparan desastres, y en las soluciones estructurales requeridas para mitigar el desastre, visto así las comunidades son ajenas a la ocurrencia de desastres, y las personas se limitan a seguir instrucciones de expertos en lo que respecta a su comportamiento ante una situación de riesgo.
Mientras que otro planteamiento denominado del desarrollo plantea que los desastres son problemas generados por problemas no resueltos del desarrollo, tales como la falta de inversión social por parte de los gobiernos, la degradación ambiental, la desigual distribución de las riquezas, que visto de este modo permite deducir que los desastres se ven ocasionados en gran medida por los seres humanos. (A. Lavell).
Ulrich Beck, ha aportado al enfoque de la teoría del desarrollo desde su visión de la sociedad del riesgo global, que aborda el aspecto sociológico del desastre, aunado a lo que este autor denomina segunda modernidad cuyas consecuencias han sido implicaciones desencadenadas de las tecnologías como energía nuclear, industrias químicas, manipulaciones genéticas entre otras, Uirich acopla el enfoque estructural en la teoría de la sociedad del riesgo, concibiendo el riesgo del desastre como una acción social y no como producto de la naturaleza.
Visto así el modelo que plantea los desastres como consecuencias del funcionamiento ineficiente del desarrollo, requiere tomar en cuenta el ambiente y la distribución equitativa de la riqueza entre las metas que lo rijan, por lo tanto es necesario plantear un desarrollo sostenible que según el Banco Mundial (2011) define: “El desarrollo que satisface las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones parta satisfacer las suyas”.
Para Gallopín si el desarrollo sostenible se convierte en objetivos de gestión integral del riesgo de desastre, este no implica políticas y acciones tendientes a su gestión, este desarrollo implica estandarización, optimización, ecualización y estabilización, visiones que abrigan ideológicas no necesariamente sincronizada con el tema de la gestión del riesgo.
La reducción del riesgo de desastres es una política fundamental para lograr el desarrollo, puesta en práctica desde la década de los 90, fecha desde la cual se están desarrollando estrategias para la reducción de desastres, así se crea la Estrategia Internacional de Reducción de Desastres (EIRD), que busca que se formen comunidades resilentes a los desastres mediante su concientización ante tales situaciones.
Además el marco de la acción de Hyogo surgido de la segunda Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres (WCDR) celebrada en Kobe, Japón, del 18 al 22 de febrero del 2005, donde se retomaron los lineamientos de la Plataforma de Acción de Beijing (1995) y del objetivo 3 de la Metas del Milenio (2000), se enfatizó también que la perspectiva de género debe incorporarse “en todas las políticas, planes y procesos de decisión sobre la gestión de riesgo de desastres, incluidos los relativos a la evaluación de riesgos, la alerta temprana, la gestión de la información, la educación y la formación”
El último evento realizado en pro del desarrollo sostenible y gestión del riego fue el “Acuerdo Marco para la Reducción de Desastres 2015-2030 de Sendai” en este acuerdo se mencionan por primera vez siete objetivos que incluyen: reducción sustancial de la mortalidad mundial en desastres, reducción sustancial del número de personas afectadas, reducción de las pérdidas económicas en relación al PIB mundial, reducción sustancial de los danos del desastre a la infraestructura y la interrupción de los servicios básicos, incluidos los servicios de salud y educación, aumento en el número de países con estrategias nacionales y locales para la reducción del riesgo de desastres para el año 2020, una mayor cooperación internacional, un mayor acceso a peligros múltiples, sistemas de alerta temprana e información del riesgo de desastre y evacuaciones.