El saneamiento es una prioridad para todos los países, ya que impacta de forma directa en la salud de las personas y en su calidad de vida. El sanitario es el primer elemento de la cadena del saneamiento, la interface con el usuario. Es el principio de un camino que si es el correcto, contribuye a tener un medio ambiente sano.
Hagamos a un lado, por solo un momento, todos los tabús que tenemos en torno al saneamiento. Todas las personas defecamos y lo que defecamos lleva consigo gran cantidad de nutrientes que provienen de los alimentos que consumimos. Todo lo que nuestro cuerpo no necesita y no absorbe se queda en lo desechamos. Estos restos, cargados de nutrientes (principalmente fósforo y nitrógeno) si nos son adecuadamente dispuestos pueden eutrofizar los lagos[1]. Estos llevan también una gran cantidad de patógenos, que son focos de infecciones y enfermedades diarreicas y cuando los sanitarios funcionan con agua, se acumulan grandes volúmenes que llevan consigo esos patógenos y otros materiales, contaminando las aguas de los ríos o los lagos y degradando el medio ambiente.
El saneamiento es una prioridad para todos los países, ya que impacta de forma directa en la salud de las personas y en su calidad de vida
Más allá del impacto ambiental están también los aspectos sociales, culturales y de género vinculados al saneamiento. Para muchas personas, resulta costoso, construir un sanitario en sus casas, lo que las obliga a utilizar sanitarios comunitarios, que en ocasiones se encuentran a unos cientos de metros de sus casas o a optar por la defecación al aire libre. Esto en general representa una complicación para las personas, pero en mayor grado representa un peligro para las mujeres y niños principalmente durante la noche, ya que tienen que caminar hasta los sanitarios comunitarios en la oscuridad con riesgos hasta de violación o tienen que “esperar” hasta que llegue la oscuridad para defecar al aire libre en áreas poco salubres. Esto obliga a las mujeres a tomar poca agua e incluso a cambiar su dieta con el fin de exponerse el menor número de veces posible a la inhospitalidad de un sanitario o de las áreas de defecación. De ahí que el baño, no sea un tema menor.
Las estadísticas arrojan que 2,400 millones de personas, aún viven sin acceso a servicios de saneamiento de calidad (Organización Mundial de la Salud (OMS)/UNICEF, 2015) y una de cada diez personas defecan al aire libre al no tener otra alternativa (OMS/UNICEF, 2015). Ante esta situación, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, lanzados en 2015, establecen en su objetivo 6, alcanzar para 2030, el acceso equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables.
Los organismos internacionales y los gobiernos de los países en desarrollo tenemos la gran responsabilidad de generar propuestas y programas que permitan a la gente contar con soluciones de saneamiento (incluyendo “retretes”) que sean dignas, seguras y adecuadas a las condiciones culturales, sociales y que contemplen aspectos de género.
¿Y como ciudadanos qué podemos hacer? Unirnos al movimiento promovido por las Naciones Unidas, participando en las actividades propuestas en el marco del Día Mundial del Retrete y que se pueden encontrar aquí.
[1] Eutrofización: La eutrofización es un tipo de contaminación de las aguas, que se produce por un aporte excesivo de nutrientes a un ecosistema acuático alterando la cadena trófica y aumentando la entropía (el desorden) del ecosistema. El resultado son ecosistemas con una biodiversidad reducida, con las especies oportunistas ocupando nichos previamente ocupados por otras especies.
Artículo original de María Eugenia de la Peña, publicado originalmente en su blog y reproducido aquí con expresa autorización.